El invierno demográfico provocado por la bajada de la natalidad afecta a muchos ámbitos de la sociedad. La educación es uno de los más importantes, si no el que más. Desde el curso 2011-2012, en el que, en la demarcación, hubo 37.502 inscripciones en educación infantil –28.567 en centros públicos y 8.935 en la privada–, se han perdido 8.497 alumnos. En el curso 2021-2022, último del que existen datos, hubo 29.005 inscripciones –22.065 en la pública y 6.940–. Es un 23% menos en diez años. Ya antes del 2011, la curva de inscripciones venía in crescendo, pero, desde entonces, ha ido reduciéndose año a año, con alguna pequeña excepción que ha sido testimonial.
En educación primaria, la tendencia no es tan agresiva, pese a que sí que se observa una bajada de la curva durante los últimos cursos. En el 2011-2012, se tramitaron 50.717 inscripciones –39.408 en la pública y 11.309 en la privada–, un dato que fue aumentando hasta el curso 2016-2017, en el que fueron 54.197 –41.838 en centros públicos y 12.359 en privados–. A partir de ahí, empezó a notarse la caída demográfica hasta llegar a las 52.200 en el curso 2021-2022, con 39.942 inscripciones en centros públicos y 12.258 en instituciones privadas. Es decir, el efecto que hace años que sobrevuela la educación infantil está empezando a pasarse a la primaria.
«Desde finales del s. XX hasta 2008, la natalidad creció mucho por el contexto económico del país, que apuntaba a años de bonanza económica», indica Joan Alberich, profesor agregado del Departament de Geografia de la URV y miembro del Grup de Recerca d’Anàlisi Territorial i Estudis Turístics (GRATET). «Desde entonces, la curva ha ido disminuyendo progresivamente y no se espera que vuelva a crecer, al menos durante los próximos años», añade.
Una situación a aprovechar
Contra lo que se pueda pensar, la bajada de natalidad representa una oportunidad para que el sistema educativo se libere de un lastre que lleva años soportando: las ratios desproporcionadas. Según el responsable de Educació de UGT en la demarcación de Tarragona, Agustín Candel, «por parte del Departament, debería aprovecharse esta situación para poder introducir un sistema educativo de mayor calidad: con menos alumnos por clase y más profesores».
Jorge Fernández, miembro de la Secció d’Ensenyament de la CGT en el Camp de Tarragona, expone que «menos natalidad no quiere decir menos profesores, la decisión que se tome dependerá del modelo que quieran potenciar los gobernantes».
«Igual debe cambiarse un poco la manera de estructurar la educación formal, ya que, hasta ahora, siempre se ha estructurado por número de estudiantes, y no por la calidad que se pretende conseguir», apunta Mercè Gisbert, catedrática de Tecnología Educativa. «Es una oportunidad para bajar ratios y que los estudiantes tengan una atención más personalizada».
Sin embargo, las medidas que se están adoptando desde el Govern, según los sindicatos, no animan a pensar que estas expectativas vayan a cumplirse. El sindicato CGT denunció el cierre de doce líneas para este curso –cuatro en I3 (antes P3) y ocho en la ESO–. La agrupación sindical también protestó ante el cierre de diecinueve líneas más para el curso 2023-2024, once de ellas en I3 y ocho más en primero de la ESO.
«Lo que están haciendo es cerrar líneas, cuando se debería apostar por una estrategia totalmente opuesta», argumenta Candel. En palabras de Gisbert, «el planteamiento sigue siendo cuantitativo y, cuando se cierran líneas, se están eliminando recursos». Desde la Unió Sindical dels Treballadors de l’Ensenyament de Catalunya (USTEC·STEs), Laura Ferré explica que «estos cierres van en contra de la voluntad de querer mejorar las cosas».
Para este curso, se anunciaron unas ratios de veinte alumnos por clase en P3. Sin embargo, la UGT apunta que hay centros en los que se supera este dato. «Además, puede haber aulas en las que, por ejemplo, haya 21 alumnos y dos sufran TDAH, con lo cual, no se les puede ofrecer toda la atención que necesitan», argumenta Candel.
Durante el curso escolar, se mantiene la ‘matrícula viva’, realizada por el alumnado que se incorpora, por diferentes razones, una vez ya se ha iniciado el curso escolar. Desde UGT, ponen el ejemplo de la Escola Europa de Salou: «Por el conflicto de Ucrania, han llegado a tener ratios de hasta 25 alumnos; esto ha sido algo excepcional, pero no pueden estar cerrándose líneas porque existen las herramientas para no hacerlo».
Los expertos insisten en que hay recursos presupuestados para reducir las ratios: «Es algo viable y que habría que aprovechar», dice Candel. La Ley Catalana de Educación (LEC) establece que debe destinarse el 6% del PIB, un porcentaje del que se está algo lejos: «Llegamos a un 3,4%», confirma.
El cierre progresivo de líneas conlleva riesgos para la calidad del sistema educativo. Candel pone el foco en las consecuencias sufridas por las escuelas rurales: «Las están eliminando cuando se las debería ayudar, la de Riudecols, por poner un ejemplo, poco a poco, está desangrándose».
Pública y privada
En estos últimos diez años, la pública ha perdido un 23% de los alumnos en la educación infantil, mientras que la privada ha caído un 22%. En la primaria, las inscripciones en la educación pública se han reducido un 5% desde el curso 2016-2017, mientras que, en la privada, la reducción ha sido de un 0,8%. Por lo tanto, pese a que en infantil no sea tan evidente, la pública pierde alumnos algo más rápido que la privada.
A día de hoy, los centros públicos concentran el 76% de las inscripciones en educación infantil y el 77% en primaria. Hace cinco años, el dato era de un 75% en infantil y de un 77% en primaria. La educación pública ha mantenido su presencia, pero no la ha incrementado, pese a que los momentos de crisis económica, normalmente, han sido favorables para los centros públicos. «No creo que la privada y la pública tengan diferentes tratos, para nosotros, toda la educación debe defenderse», incide Candel. «Hace años, cuando venían nuevos alumnos, la mayoría iban solo a la pública, pero, desde hace un tiempo, ya se deriva también a la concertada», añade.
En la protesta del sindicato CGT por el cierre de líneas, se hizo hincapié en que «la concertada sí que se mantiene». Preguntado por esta cuestión, el Departament d’Educació indica que «el procedimiento es diferente entre pública y concertada, la segunda sale con una oferta inicial de máximos, en función de sus conciertos, y acaba reduciendo grupos al final». «La privada vive del número de alumnos que tiene, así que creo que, cuantos más estudiantes, mejor para ellos», opina Gisbert. Ferré argumenta que «normalmente, en la privada se mantienen los grupos, solo se cierran en la pública».
TGN, tercera en segregación
Tarragona es la tercera ciudad catalana con el índice de disimilitud más alto en primaria y en secundaria, según un informe de la Fundació Bofill. «Hay mucha segregación en los barrios, esto propicia que las ratios de las escuelas sean más altas y que, por ende, haya más desigualdades», advierte Candel.
Si se observa cómo está distribuida la población de alta complejidad, «los centros privados y concertados tienen un porcentaje muy bajo, cuando se les podría exigir lo mismo que los públicos», destaca Gisbert. «Si, en un barrio, hay un 5% de personas con necesidades educativas, lo normal sería que, en la escuela, el porcentaje fuera similar, pero nos estamos encontrando en barrios donde, a pesar de haber un 5%, en la escuela hay un 50%», detalla Fernández.
Las dinámicas demográficas apuntan a que cada vez habrá menos niños en las escuelas. Tal como apuntan los expertos en la materia, saber cómo gestionar este cambio será clave para dibujar la estrategia educativa del futuro.