Este miércoles el Festival Internacional de Cinema de Tarragona arranca su 24 edición, –del 4 al 8 de diciembre– a la que llega como referente dentro del cine independiente. Charlamos con su director artístico, Xavier G. Puerto, con el que recordamos sus inicios, así como algunos nombres clave del sector que han pasado por aquí. Puerto invita al público a descubrir nuevas películas, de la mano del REC. «Es un festival para cualquiera que quiera disfrutar de la cultura o salir de la rutina, de la cotidianidad. Para los tarraconenses es un caramelo para vivir la ciudad. Para ir a cenar, a pasear... de una manera diferente. Y para los que no vienen habitualmente a Tarragona, son unas fechas muy especiales para hacerlo».
24 años. En esta edición descubren la faceta cinematográfica de C. Tangana.
Es la apertura. Un documental sobre el guitarrista Yerai Cortés. De hecho, puedo decir que no fue una propuesta mía para inaugurar, sino del equipo de programación. A todos nos sorprendió que es un documental realizado con mucha sensibilidad. Se aprecian los espacios de los que sale el arte. La creación puede surgir del miedo, la frustración o la alegría. Y está centrado en esto.
¿Por qué hay que ir al REC?
Por muchos motivos. Pero me gustaría destacar, en primer lugar, el regreso a la Antiga Audiència, el hecho de que presentamos un menú muy amplio, ya que hay películas de todos los continentes, también de África y Asia, algo muy difícil de encontrar en la cartelera actual. Es decir, que puedes viajar por todo el mundo. Y también quisiera destacar que el festival está ligado a la ciudad de muchas formas, pero hemos querido ir un paso más allá.
Pantalla Tarraco...
Exactamente. Unimos los espacios patrimoniales de Tarragona con la magia del cine creando una atmósfera única en las proyecciones. Esta sección será una de las nuevas identidades del festival porque el REC, tradicionalmente ha liderado el cambio, ha propuesto antes de tener que adaptarse.
¿Cómo nació el festival?
En el inicio de los años 2000. En un momento de efervescencia en la ciudad con mucha actividad cultural, la universidad prácticamente acababa de nacer, estaba creciendo... En Tarragona pasaban muchas cosas. Hasta entonces parecía que para disfrutar de cualquier festival tenías que salir de la ciudad y pensamos que quizás era el momento de que esto no tuviera que ser así. En dos o tres meses se montó. Hubo muchas ediciones así, como la primera, deprisa y corriendo, aunque mejorando poco a poco. A partir de 2004-2005 ya podemos decir que empezó a crecer hasta convertirse en un certamen de referencia en Catalunya.
Antes se hacía en primavera.
A partir de 2011 tuvimos la última crisis más potente y el festival estuvo a punto de desaparecer, pero hubo un movimiento ciudadano que ayudó a rehacerlo. Perdió el perfil festivo, se movió en el calendario y se reformuló. Entonces nos centramos en la promoción del nuevo talento y en la internacionalización. Entramos así a formar parte de las redes europeas y al cabo de unos años nos inventamos toda la parte profesional, lo que ahora se llama RECLab.
¿Quién da su opinión en el laboratorio, en el RECLab? ¿Usted?
Yo intento no darla. De hecho, nació porque nos llegaban películas, hace diez años, que estaban a punto de acabarse y nos preguntaban «¿qué harías con esto?» Y yo pensaba que podía ayudar, pero que también podrían hablar con otros profesionales, por lo que decidimos hacerlo bien. Empezamos a llamar a personas como nosotros, de toda Europa. Empezamos a captar a expertos con interés por conocer este tipo de cine que no veían en otros lugares.
Los directores y directoras aceptan estos comentarios...
Bueno, es una de las premisas. Y esto lo hemos ido puliendo. El año pasado invitamos a dos programadoras de China o a un par de programadores de Estados Unidos. Ven las películas aquí y después las importan.
Antes de la entrevista me decía que no es un festival de alfombra roja, que los profesionales que vienen los conoceremos de aquí a un par de años. No es el caso de este año.
Es un festival de óperas primas, es su temática, la primera película. Pero por ejemplo, este año, en la sección previa de Xiuxiuejos, hemos tenido a Carlos Marqués-Marcet con Polvo serán, uno de los directores de referencia de nuestra cinematografía. Marqués-Marcet ya estuvo aquí presentando 10.000 km. Asimismo, también hay directores que quieren volver como Pilar Palomero, que tiene una relación muy especial con el festival.
Explique.
Durante la pandemia, en 2020, el REC fue de los pocos festivales a los que Palomero pudo asistir. Fue a Berlín, a alguno más, y después no se pudieron celebrar. Nosotros aquel año tuvimos 10 invitados como máximo y ella presentó Las niñas, producida por Valérie Delpierre. Pocos meses después fue la gran sorpresa de los Goya. Pilar siempre dice que venir aquí le trae suerte. Y haremos una sesión vermut con ella y Los destellos, que está rodada en Horta de Sant Joan.
Valérie Delpierre, en el ciclo ‘Elles filmen’, desveló que el final de ‘20.000 especies de abejas’ se decidió aquí.
Ella produjo esta película y Verano 1993, de Carla Simón, que también estuvo en el laboratorio del REC. En la evolución del festival, creamos Screening Test, que consiste en mostrar la película cuando aún no está acabada. Lo suelen hacer los grandes estudios, en Hollywood y menos en el cine independiente. Se hace un llamamiento al público, que acude a ver la película sin saber absolutamente nada de ella, ni sinopsis, ni título, ni fotogramas... Nada. Firman un contrato de confidencialidad y dejan los móviles en la puerta o en casa. La primera película que participó fue precisamente 20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola. Antes de llegar aquí duraba seis minutos más. Podemos decir que hay unos sesenta espectadores de Tarragona que vieron la película más larga de lo que después el mundo descubriría en Berlín.
¿La mirada femenina cambia el cine?
Sí. Las mujeres están en el cine desde sus inicios. Otra cosa es que no hayan tenido la misma visibilidad. Lo que ocurre es que también ha habido un cambio en la perspectiva del espectador y de los medios. Un ejemplo muy claro es Chantal Akerman. Recientemente, la revista inglesa ‘Sight and Sound’, en un listado que hace cada diez años sobre la mejor película de la historia, escogió un film suyo. La película continúa siendo la misma que cuando se hizo. El problema que había es que se asociaba mucho a las mujeres con ciertas tareas, vestuario, maquillaje, como en la vida. Y esta barrera, como mínimo en Catalunya, se ha conseguido romper. Ahora mismo puedes hacer una película con todo el equipo femenino.
¿Algunas películas del REC son difíciles?
¿Qué es una película difícil? Cada espectador tiene su background, sus referencias, sus costumbres de ver ciertas cosas y quizás no esté acostumbrado a algunas de las películas que llevamos. Pero incluso un espectador así puede encontrar una película.
Como ‘Parásitos’.
Recuerdo que mucha gente preguntaba, ¿una película coreana? Después fue una película no norteamericana que ganó un Oscar a mejor película. Este es el más claro ejemplo de films que se han presentado en el REC. En este sentido, el espectador también tiene su responsabilidad. A veces tiene que asumir que tiene un bagaje, pero que puede evolucionar. En cualquier caso, cada espectador es soberano y decide lo que le gusta. En el REC queremos seducir no solo a los que ya nos visitan, sino a los que no se atreven y piensan que esto es para cinéfilos. El cine nunca ha sido para cinéfilos. El cine siempre ha sido un arte popular. Es una de las artes que ha conseguido aunar mejor la creación artística con llegar a mucha gente. Nosotros, lo que hacemos es trabajar para ampliar el menú de la gente. Descubrimos al espectador películas que todavía no sabe que le gustan. Aún recuerdo la sorpresa del propio equipo sobre alguna película que ha pasado por aquí y ha ganado, no el Goya, sino el Oscar.
¿Por ejemplo?
Pues el documental Searching for Sugar Man o Hijo de Saúl. En el festival, el equipo de programación hacemos una búsqueda minuciosa para ampliar este menú y este año contamos con una película de Nigeria, otra de Colombia o de Irán, por ejemplo. Son más de treinta propuestas incluyendo ocho estrenos nacionales y ocho en Catalunya. Si el público se atreve a retarse, seguro que disfrutará.