Los pediatras piden regular el consumo de bebidas energéticas, la nueva 'droga' de los jóvenes

La Asociación Española de Pediatría alerta que estos estimulantes afectan el peso, el sueño y el sistema cardiovasculares y se proponen combatirlos en consulta

07 junio 2024 17:25 | Actualizado a 19 junio 2024 11:23
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Cada una de esas latas llenas de sabores artificiales, taurina y cafeína equivale a «tomarse dos cafés de golpe», advierte la Asociación Española de Pediatría (AEP), que recomienda el «consumo cero» para menores de edad de las bebidas energéticas. «Las consecuencias para la salud de este exceso de cafeína en el organismo, especialmente en la población infanto-juvenil, son todas deletéreas: afecta negativamente a la microbiota intestinal, fomenta las alteraciones del sueño y la excitabilidad, puede causar caries, náuseas, vómitos y problemas en el sistema cardiovascular como arritmias, taquicardias o hipertensión arterial», mantuvieron los pediatras en el ‘70 Congreso AEP’, celebrado en Córdoba este viernes.

Cautivados por el «elevado dulzor», que además «favorece la preferencia alimentaria por este sabor y hace que nuestras elecciones alimentarias se desplacen hacia el deseo de consumir más azúcar», casi la mitad de los adolescentes españoles consumen bebidas estimulantes, según calculan los expertos, basados en los datos del Ministerio de Sanidad.

El consumo empieza temprano. A los diez años, según las autoridades europeas. A los doce, ya la ha probado uno de cada tres niños (38%) en España, y entre los 14 y los 18 años, la mitad (48%) consume estos ‘combinados’. «Los adolescentes son los mayores consumidores de bebidas estimulantes, mal llamadas ‘energéticas’», advirtieron los pediatras. En Europa, el porcentaje es aún mayor: dos de cada tres consume alguna de las marcas disponibles en cualquier comercio sin restricciones.

«Tanto los niños como las familias tienen poca información sobre lo que supone consumir este tipo de bebidas estimulantes», mantuvo Rosaura Leis, coordinadora del Grupo de Nutrición y Lactancia Materna de la AEP, en un comunicado. «La mayoría de estas bebidas supera los 32 miligramos de cafeína por cada 100. Eso son 80 miligramos por lata, la cafeína equivalente a tomarse dos cafés de golpe, algo que no daríamos nunca a un niño».

La experta solicitó la regulación en la venta de estos productos, algo que «ya sucede en otros países como Polonia, Lituania o Letonia» y puso de ejemplo que en Galicia hay un anteproyecto de ley para prohibir su venta a menores de edad. Más cuando «algunas marcas» encubren la cantidad real de ingredientes estimulantes, al añadir «otras sustancias que también llevan cafeína, y que no se tiene en cuenta en el cálculo». Cuando se consumen estas bebidas se alteran los hábitos y se deja de leer libros o tocar instrumentos musicales, mantuvo la pediatra sobre esta nueva 'droga' que atrae a los más jóvenes.

Cóctel peligroso

El otro factor que se mezcla con las bebidas estimulantes para perjudicar la salud de los jóvenes es el sedentarismo. Una receta «habitual y peligrosa». Junto al consumo de estas sustancias legales pero dañinas, los jóvenes no practican el ejercicio moderado o vigoroso recomendado: 60 minutos al día. La media está por debajo de los 20 minutos, mantienen los expertos.

«El 50% de los pediatras encuestados considera no tener suficiente tiempo ni conocimiento al respecto como para poder ofrecer consejos a sus pacientes», afirmó Ignacio Güemes, pediatra en el Hospital La Salud de Valencia, en su ponencia 'Adolescencia: actividad física y deporte en un marco de hábitos saludables’. «Obviamos la actividad física en consulta, muchas veces por falta de formación para hacer recomendaciones. Pero desde la consulta debemos dar importancia a la actividad física, hasta tal punto que deberíamos prescribirla como si de un medicamento se tratase».

Encendidas las alarmas, los pediatras se proponen regular el consumo de estas bebidas y recetar ejercicio físico en la consulta. «No solo por los adolescentes que no practican ejercicio, sino también por los que lo hacen de manera mal planificada y obsesiva, llevándoles en ocasiones a cuadros de vigorexia, anorexia o ‘burnout’ por exceso de exigencia», añadió Güemes.

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