Literatura y cine de suspense se han dado la mano en incontables ocasiones a lo largo de la historia. Paul Newman protagonizó, por ejemplo, en 1963 El Premio, un excelente thriller que combina misterio y humor en una entretenida trama que transcurre en tiempos de la Guerra Fría. Basada en el best seller The Prize, de Irving Wallace, Mark Robson supo seguir la estela de Hitchcock para adentrarse en el mundo de los espías, los premios y la literatura. Podríamos encontrar muchos más casos en los que las letras y el misterio se han entrecruzado en la gran pantalla: El autor (2017), Misery (1990) o The Ghost Writer (2010). Son solo parte de la larga lista que une ambos conceptos.
En Puntos suspensivos nuestro Paul Newman es José Coronado que, salvando las distancias, es otro crack con mayúsculas y sin duda uno de los mejores actores que ha dado este país. El madrileño y el argentino Diego Peretti se enfrentan aquí y ahora en un duelo dialéctico con la palabra y la inteligencia en esta nueva película de David Marqués, un cineasta experto en comedias como En temporada baja (2022), El club del paro (2021) o En fuera de juego (2011) y que en esta ocasión prueba en el género del thriller.
La cinta cuenta la historia de Leo (Peretti), un exitoso escritor de novelas de misterio que firma con el seudónimo de Cameron Graves, cuya identidad sólo conoce Victoria (Cecilia Suárez), su agente. Mientras escribe su próximo libro aislado en un chalet, recibe la visita de Jota (Coronado), un inquietante personaje que dice ser periodista.
El cómo ha conseguido dar con él y cuáles son sus intenciones son preguntas desconocidas. Un oscuro secreto relacionado con una joven (Georgina Amorós), parece estar detrás de la misteriosa visita. Mentiras, traiciones, amenazas y muerte marcarán el despiadado duelo entre ambos.
Puntos suspensivos cuenta con muchas influencias del thriller, tanto a nivel literario como cinematográfico. Ahí están reflejadas las novelas de Agatha Christie, películas de Hitchcock como La soga, Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador o La huella de Joseph Mankiewicz.
Un mano a mano interpretativo
De hecho, de La huella (1972) Marqués saca el duelo interpretativo de este filme. En la película de hace 52 años, Mankiewicz le saca brillo a un duelo interpretativo entre Laurence Olivier y Michael Caine. La historia que relata tiene cierto paralelismo con Puntos suspensivos dado que nos muestra a un prestigioso escritor de novelas de intriga. Además, su pasión por los juegos de ingenio y las adivinanzas lo ha llevado a convertir su gran mansión en una especie de museo, donde se exponen los juguetes y mecanismos más extravagantes. En el otro lado está el amante de su mujer.
Y esa similitud en el mano interpretativo es la que tienen Coronado y Peretti. Ambos mantienen una batalla dialéctica que prima a lo largo de los 89 minutos del metraje, aunque su esencia es la dureza para un artista de enfrentarse a la página en blanco cuando no tiene ideas.
Al gran trabajo interpretativo hay que sumar los giros que contiene la trama y el buen trabajo de guion para contar una historia muy entretenida en la que lo que se ve a simple vista no es lo que parece.
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