Barry Levinson es un director de prestigio en Hollywood. No en vano, ganó un Oscar en 1988 como mejor director gracias a la reconocida Rain Man, con Dustin Hoffman y Tom Cruise. Luego tendría otros éxitos como Sleepers (1996), Quiz Show. El dilema (1994), Good morning Vietnam (1986), El secreto de la pirámide (1985), El mejor (1984), Avalon (1990, Acoso (1994)) o Bugsy (1991).
Levinson (Baltimore, 1942) es un cineasta que se ha atrevido con todos los género, desde la comedia hasta la ciencia ficción y el terror, adaptando en este último caso una novela de Michael Crichton: Esfera (1998).
Estrenada en Estados Unidos en 2021, El superviviente de Auschwitz llega ahora a nuestras pantallas con el fin de explicarnos la historia de Harry Haft, un boxeador que luchó contra sus compañeros en los campos de concentración para sobrevivir. Atormentado por los recuerdos y la culpa, intenta utilizar las peleas de alto nivel contra leyendas del boxeo como Rocky Marciano para volver a encontrar a su primer amor.
Ben Foster da vida a Harry Haft, un hombre atormentado por todo aquello que ha tenido que vivir y por lo que ha ido perdiendo por el camino para lograr sobrevivir. Muchos recuerdos y esfuerzos para superar la pesadilla de pelear por su vida sin pensar en las consecuencias. Pelear o morir en un campo de concentración de la II Guerra Mundial.
Bajo ese prisma, Levinson consigue conmover al espectador (aunque el enfoque no sea ciertamente original), al tiempo que retrata una época dura y difícil de postguerra en la que sobrevivir -de otra manera- sea también una tarea difícil.
Aunque el boxeo es el telón de fondo -y de forma-, la película nos ofrece un planteamiento honesto y honorable en la que no busca segundas intenciones, sino simplemente mostrar el drama humano de una persona en una complicada trayectoria. Destacan escenas como las de Haft moliendo a golpes a un judío mientras un carismático oficial nazi de apellido Schneider (Billy Magnussen), y otros soldados nazi le vitorean.
Basado en tres líneas temporales y en hechos reales, la trama se sigue de forma irregular a causa de un balance entre presente y pasado conectado rudamente y produciendo una constante fluctuación en el ritmo del filme, haciendo que éste se dé aún más la sensación de telefilme. De hecho, el año pasado El superviviente de Auschwitz fue nominada en este género en los Emmy y en los Satellite Awards. Ben Foster hace un buen trabajo interpretando a Harry Haft, lo que permite llevarnos a sugestivas reflexiones sobre esa supervivencia, la culpa y la reconciliación. Ideas que afloran gracias a la entrega de Danny DeVito, aquí interpretando a un entrenador de Rocky Marciano que se hace amigo de Haft. Sin embargo, el balance entre presente y pasado es conectado torpemente. La película funciona realmente cuando avanza en el tiempo y nos lleva a explorar el trauma de Haft, ahora como un hombre casado. A pesar de la aparente tranquilidad familiar, las pesadillas del protagonista crecen con cada día y su intranquilidad genera grietas en su matrimonio.
Sin embargo, es uno de los mejores trabajos de Levinson en los últimos años tras fracasos como Rock the Kasbah (2015), La sombra del actor (2014) o The Bay (2012).
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