Brenda Lozano: «El constante juicio sobre la mujer tiene que ver con el patriarcado y con un montón de violencias»

La autora mexicana explora los distintos tipos de feminidad en ‘Soñar como sueñan los árboles’

26 junio 2024 16:55 | Actualizado a 26 junio 2024 17:40
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Las vidas de Gloria Felipe y de Nuria Valencia se entrelazan en torno al robo de una niña pequeña que conmociona a la capital mexicana en la década de 1940. Soñar como sueñan los árboles (Alfaguara), de Brenda Lozano, ofrece una mirada crítica de los mandatos de la maternidad y muestra también las posibilidades de rebeldía y autodeterminación que abrieron las mujeres del medio siglo para las actuales.

¿Con qué sueñan los árboles?
El verso completo de Inger Christensen dice que con frutas. Entonces, los árboles sueñan con sus frutos o sus frutas y esa idea me pareció una metáfora muy bella. Los árboles también son una forma muy simbólica y muy conocida de llamar a las familias, los árboles genealógicos, las raíces de lo que te ata a un lugar. Toda esta simbología en torno a lo familiar que está tan intrínsecamente ligada a los árboles me gusta muchísimo. Este verso lo escogí cuando tenía un par de páginas de historia apenas escritas, es decir, nada, porque esas páginas no quedaron. Pero sí me servía porque me anclaba, me daba raíces y me dio el título. Fue el espíritu de la historia que estaba empezando a escribir.

Para esta aproximación al género de nota roja, ¿se ha basado en algún caso real?
Estaba buscando cualquier pretexto. Había una serie de casos de robo de niños en esa época. De hecho, estaba entre una serie de crímenes antes de entrar en esta historia, pero sí que me topé con una nota de un secuestro que era breve y me sirvió de punto de partida. En la realidad siempre hay puntos de partida.

¿Hubo muchos robachicos?
Entre la década de los 40 y los 50 en la ciudad de México había un ambiente de mucha violencia y, particularmente, de vulnerabilidad de los niños y las niñas. Había unas tasas de secuestro y de robo muy altas. Sobre todo, de robos, el término de robachicos es justamente de ese tiempo.

¿Qué une a todas las mujeres de su novela?
La maternidad. Pero hay muchos temas sobre el hecho de ser mujer. Es decir, todos los ángulos que tiene el ser mujer. Diseccionar cómo es tener dos años y apenas disponer de unas cuantas palabras en el vocabulario y estar en una situación muy vulnerable; el crecer; el envejecer. Y todas estas mujeres están unidas por esta situación de violencia de las cuales son víctimas, desde la contextual, la política, la social y ginecobstreta, las violencias en la pareja, como es el caso de la abuela de la niña...

Cuando el divorcio era un delito.
Exacto. Era una maldición, era casi una mujer apestada. Hoy es algo que nos parece mucho más común y no se castiga socialmente como se hacía antes. El sufragio femenino en el mejor de los casos era un sueño, se consiguió finalmente en la década de los 50 y hoy en día México tiene una mujer presidenta. En 70 años ha habido cambios muy significativos como este, pero al mismo tiempo, hay un montón de otros temas que siguen tan vigentes y no se han cuestionado, no se han movido en lo referente a estas múltiples violencias de género, por ejemplo.

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Todavía hoy la infertilidad femenina es dolorosa. Y Gloria se considera una mala madre.
Sí. Y el hecho de que se juzgue de los cuerpos si estás gorda o demasiado flaca, el juicio que hay con respecto a nuestros cuerpos va desde el aspecto hasta lo legal, hasta la despenalización del aborto, por ejemplo. Desde eso hasta juzgar cómo ejercemos ya sea una vida laboral, si trabajamos mucho, si no trabajamos, si somos madres, si eres una mala madre y si no lo eres pues porque no lo eres. Entonces, siempre hay un constante juicio que tiene que ver obviamente con el patriarcado y con un montón de estas violencias. Ambos personajes, tanto el de Gloria como el de Nuria, enfrentan en esta novela este tipo de juicios de una manera muy severa.

Tiene una narradora muy mexicana...
Pareciera que una tiene que escribir para que se entienda en todas partes o como en los noticiarios de la CNN. De pronto hablan en Miami un español que solo se habla dentro de un foro. Por ello, me interesaba específicamente explorar más la oralidad y cómo una narradora en tercera persona, que es este caso, lejos de hablar como alguien de CNN, que busca abarcar un amplio territorio, puede tener un español muy mexicano y además, jactándose con mucho orgullo de que ese es su español. O mexicano.

Como con la maternidad, reflexiona sobre distintos ámbitos de la paternidad.
Igual que en el caso de las mujeres, quería explorar la figura de Gustavo, el padre de la niña secuestrada, que fuera un padre muy orgulloso de serlo y muy satisfecho con sus tareas y un trabajo mediano, pero muy comprometido con su vida doméstica y muy presente con las labores de cuidado con todo lo que la época lo permitía, hasta cierto punto. Y, por otro lado, la historia de Ana María, que es la abuela, que tiene una relación sumamente violenta y es víctima de esta violencia marital, que termina en un divorcio.

¿Por qué la relevancia del agua?
Parte de la búsqueda en este trabajo era también todo lo que simbólicamente se ha relacionado con lo femenino, con las emociones. Por ejemplo, desde lo coloquial, desde ahogarse en un vaso de agua y la tormenta hasta las lágrimas. Socialmente se relaciona a una mujer con las lágrimas y no a un hombre. Me interesaba enfatizar este tipo de cuestiones que están más relacionadas con lo femenino y encontrar imágenes que me ayudaran a veces a resolver la historia de manera más simbólica. Entonces, a veces se solucionan desde lo onírico en un momento muy desesperado para Ana María, por ejemplo, cuando acude una bruja.

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