A Joel Reyes (Reus, 1971) ser padre le ha cambiado la vida. «Ahora veo la música desde otra perspectiva más pausada. Sigue siendo una necesidad vital, pero mi prioridad es disfrutar al máximo de mi hijo y aprender de él, porque el tiempo pasa volando», asegura. Neo, así se llama su hijo, cumple hoy dos años y, para celebrarlo, el exvocalista de Baked Beans y Malacabeza lanza en esta fecha tan señalada un recopilatorio de su carrera en solitario –de 2014 hasta la fecha– en un doble vinilo de 21 canciones que también incluye dos CD. Se titula El blues del perdedor (20/30/50) y cuenta con cuatro temas inéditos, uno por cada cara del disco.
«El blues que me gusta es el que habla de los perdedores, de la mala vida, el mundo oscuro de la bohemia, amores no correspondidos... Este álbum tiene algo de realidad: en este mundo en el que el éxito y el fracaso son etiquetas que a la gente le gusta poner, yo me considero un loser que ha conseguido cierto respeto de la profesión. Me enorgullece saber que cuando cojo el teléfono para pedir ayuda o colaboración a un compañero me dice que sí», cuenta.
Joel Reyes siente que siempre ha jugado en Segunda División, a punto de ascender a Primera pero sin lograrlo nunca. «Es una presión que hace tiempo que me he quitado. He aprendido a valorar lo que tengo y no pensar en lo que podría haber conseguido. Ahora, mi aspiración en la música es seguir sacando las mejores canciones que sea capaz de componer», explica el reusense, afincado en Madrid desde hace dos décadas. «Llegué con la que era mi pareja entonces para probar un año y aquí sigo. Soy lo que soy gracias a Madrid».
La coletilla 20/30/50 del título del álbum hace, precisamente, referencia a sus 20 años en la capital, sus 30 años de carrera musical y sus 50 años de edad (ahora ya 51). «Puedo decir que he vivido muchas cosas, algunas buenas y otras no tanto. Empecé en la música en 1992 con la banda de hard rock de Tarragona Lausengiers y en 1995 entré en Baked Beans, formación de pop anglosajón con la que toqué en la gira de Los 40 Principales por toda España y en el FIB, compartiendo escenario con Blur u Ocean Colour Scene. Hicimos bolos enormes», recuerda.
Su circuito ahora es de salas, con su guitarra en plan cantautor. El blues del perdedor (20/30/50) es su decimotercer disco, el séptimo en solitario tras tres con Baked Beans y tres con Malacabeza. «Como decía Paco de Lucía, no soy supersticioso porque da mala suerte», bromea. Para la ocasión, ha «rescatado las canciones de las que me siento más orgulloso, aunque también me he dejado llevar por las que tienen más aceptación por parte del público». Pequeño blues, una de las nuevas, está dedicada a su hijo.
Aunque se lo toma con más calma, tiene pensado salir de gira para defenderlo en directo. La presentación será en Madrid, el 14 de diciembre, en acústico, en Café Libertad 8 y el 26 de febrero, con banda, en la sala Galileo Galilei. «Después quiero pasar por Tarragona y Reus y por las ciudades donde he tenido más predicamento: Sevilla, Murcia, Valencia, Alicante, Zaragoza, Barcelona o Andorra».
Joel Reyes vive de la música, «pero no de la mía, sino de la de otros». Tiene varios proyectos de versiones, con los que, de mayo a octubre, ha ofrecido 140 bolos en campings, chiringuitos de playa o bares. «Nadie me obliga a cantar reguetón, toco lo que me apetece, con un repertorio libre de canciones de Elvis, Bob Dylan, Tom Petty o Johny Cash. Y siempre meto mi cuña publicitaria y digo que también tengo canciones propias. He tocado versiones en verano para llenar la hucha y poder sacar ahora este disco autofinanciado. Es un regalo que me he hecho porque, aunque la gente escucha ya la música en streaming, a mí me sigue gustando el formato físico y nunca había publicado en vinilo», concluye.