Hace poco más de un mes, Almudena Grandes titulaba su columna semanal en El País 'Tirar una valla'. Lo que ahora leemos como una carta de despedida, era el anuncio de una retirada temporal, un hasta luego, para cuidarse pausadamente de un cáncer que le fue diagnosticado un año antes. «Revisión rutinaria, tumor maligno, buen pronóstico y a esperar», relataba al explicar en su columna que no se había atrevido a hacerlo público antes porque necesitaba estar más tranquila, «en buenas manos, segura, confiada y fuerte». Focalizarse en la novela que tenía entre manos la ayudaba a mantenerse «entera», relataba. Almudena nos dejaba el pasado sábado a los 61 años.
En los últimos años, Almudena decidió novelar la ‘épica de los perdedores’: con Inés y la alegría, Grandes se abría a desgranar la memoria histórica de un país que aún sigue arrastrando buena parte de las heridas de la Guerra Civil. Así es como en 2010 decidió iniciar un poderoso e interesantísimo proyecto literario que recibió por nombre los Episodios de una guerra interminable, una saga a caballo entre la novela y episodios reales que rezuma historia en todas sus páginas y cuyo último título publicado (La madre de Frankenstein) comentamos meses atrás. Cuentan que tan sólo faltaba una obra para completarla: precisamente en la que se encontraba trabajando en su lucha contra el cáncer.
Siempre dicen que alguien nunca se marcha para siempre si alguien le recuerda y Almudena nos ha dejado una prolífica obra comprometida con nuestra historia más reciente, una buena montaña de libros con los que disfrutar, relatos con frases eternas para colmar los corazones helados.
«Luego alcancé a comprender que el tiempo nunca se gana y nunca se pierde, que la vida se gasta, simplemente»Vale la pena recordar hoy la que fue su primera novela, la atrevida y arrojada Las edades de Lulú, con la que obtuvo el IX Premio La sonrisa vertical y cuyo erotismo atrajo tanto a lectores como al séptimo arte.
Almudena Grandes
El recordado cineasta tarraconense Bigas Luna decidió llevar a la gran pantalla la sexualidad de Lulú. Sus historias de amor, llenas de dudas vencidas por el deseo, la libido incombustible de una joven de 15 años, el sexo desmedido en pleno apogeo del frenesí y la libertad, las turbaciones eróticas de una mujer en plena madurez con dudas en su relación... te envuelven en una lectura de la que es difícil despegarte, marca de la casa de Grandes.
Entierro
Miles de lectores, amigos y familiares le dan un útimo adiós
«¡Gracias, Almudena!» es el grito que se escuchó ayer en el cementerio civil de Madrid donde miles de lectores, familiares y amigos despidieron a Almudena Grandes, que fue enterrada en un acto presidido por grandes fotos de la escritora y una de sus frases: «No hay amor sin admiración».
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz; artistas como Joaquín Sabina, Pedro Almodóvar, Ana Belén o Miguel Ríos y escritores como Luis Landero fueron algunas de las muchas personas que acompañaron al marido de Almudena Grandes, el poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y al resto de su familia en el entierro.