Entrevista a Jonás Trueba, director de Volveréis

“He hecho esta película como si fuera la última que hacíamos juntos”

28 septiembre 2024 14:51 | Actualizado a 29 septiembre 2024 07:00
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Volveréis plantea la ruptura de una pareja que decide celebrar la separación haciendo una fiesta, en parte de agradecimiento. Es una comedia romántica llena de guiños al género clásico y en concreto al “re-marriage”: pienso en Las tres noches de Eva, en Katharine Hepburn y el pijama de seda que la protagonista de Volveréis compra... ¿por qué una comedia romántica?

Por el hecho de que es un género maravilloso, que nos ha dado algunas de las grandes obras de la historia del cine aunque desde hace años vive un poco denostado. Me apetecía probar a nuestra manera. No tratando de imitar a los maestros (Hawks, Lubitsch, McCarey, Sturges, Hepburn, Grant, Tracy...) sino acordándonos de ellos... Nos seguimos preguntando qué tenían esas películas que nos siguen produciendo una clase de felicidad casi eufórica. Eran adelantadas a su tiempo, divertidísimas e inteligentísimas, pero sobre todo humanas, a pesar de su apariencia de sofisticación y hasta de frivolidad, sabían captar algo esencialmente vital. El cine moderno se reveló en gran parte contra todo ese cine optimista y se impuso el prestigio del mal, es decir, el cine de autor de hoy que es básicamente oscuro, muy oscuro, y cínico, véase Haneke, Ruben Östlund, Lanthimos... Así que contra esa tendencia vamos nosotros, Los ilusos... Me gusta pensar que somos idealistas, ¡regeneracionistas incluso!

En la película el amor es una metáfora, es decir, que estás hablando de tu relación con el cine: casi rompes, pero te volviste a enamorar.

Más allá de la pareja que retratamos, estamos hablando de nuestra relación con el cine, o nuestra vida con el cine. Y de nuestra crisis con el cine, al menos la mía. Al final nos dimos cuenta de que estábamos poniendo ahí nuestra crisis vital y profesional, existencial, que por supuesto te acaba afectando a tu vida en pareja. En vez de hacer una puesta en escena, creo que estábamos haciendo una “puesta en crisis”, nosotros y los personajes. Al equipo le decía que esto era nuestro particular Ocho y medio. Un exorcismo. Y poner los problemas, los cansancios y la duda sobre la mesa es casi la única manera de sobrevivir juntos.

¿Qué buscabas al añadir la metaficción a la película, enseñar el montaje, etc.?

Fue instintivo. Más que metaficción me gusta pensar que lo que hacemos ahí es transparentarnos, enseñar la artesanía que es hacer una película. No queríamos mostrar el cliché del cine que es casi siempre el rodaje, sino ese momento más íntimo y menos espectacular que es el montaje, la toma de conciencia, el confrontarse con las imágenes que has hecho, que a veces te devuelven una idea de ti mismo que no te agrada.

Uno de los secretos de tu trabajo es esa familia que has formado: más o menos el mismoequipo, gente talentosa y entregada, que confía en ti y en la que confías, eso te permitetrabajar de una manera muy libre, aunque haya alguna renuncia. ¿Cómo se consigue eso?

Soy consciente de que es mi gran privilegio como cineasta, contar con todos esos otros cineastas a mi lado, actores y técnicos, que han ido renovando su confianza en lo que les proponía con cada película. La clave ha sido no dar nada por descontado, sino hacer de cada día de trabajo y de estar juntos una experiencia que mereciera la pena. Quizá es lo que mejor sé hacer: gestionar ese caudal humano y creativo entre todos nosotros. Pero no quiero dar por hecho nada. He hecho esta película como si fuera la última que hacíamos juntos...

Aquí eres bastante explícito en algunas referencias y guiños, la tumba de Truffaut, Cavell, que ya había aparecido en La virgen de agosto..., un poco como si te hubieras desmelenado en las referencias y homenajes.

Siempre me han acusado de poner demasiadas referencias, como si fuera un signo de pedantería o algo así, pero para mí siempre ha sido más bien un gesto de honestidad, de poner ahí delante las cosas que me inspiraban, que me servían a para encontrar el sentido a la película en cuestión. Aquí volvemos a hacerlo como lo hemos hecho siempre. Luego hay gente que va a comprarse el libro que aparece ahí, esos son los mejores espectadores. Es como dices, son homenajes. En otras disciplinas se acepta eso del homenaje con naturalidad, en el cine no sé por qué no.

Es muy emocionante el cameo de tu padre, más allá de la anécdota de Fernando Trueba debutando como actor, tienen un valor enorme como retrato filmado y como declaración de amor de un hijo a un padre que no sé si sería posible sin la cámara como intermediaria.

Curiosamente, yo me decía a mí mismo que la cámara nos iba a estorbar, me decía que tenía que filmarlo como si no hubiera cámara. Menuda paradoja. Los dos teníamos nuestros nervios pero confiábamos el uno en el otro. Todo parecía encajar con naturalidad: yo tomaba una frase que le había escuchado a él, un consejo para la vida, lo convertí en la premisa de una película que me hacía recordar las comedias clásicas de Hollywood, y esas películas siempre había un personaje arquetípico, el padre de la novia. Así que tenía que ser. Y así cerrábamos un círculo.

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