Cuando Sant Jordi, el valiente caballero, atravesó con su lanza al terrible dragón para salvar a la princesa de sus fauces poco podía imaginar que se convertiría en el patrón del sector editorial por excelencia. También la rosa, que brotó de la sangre de aquel animal mitológico, se ha multiplicado con los años por miles.
Sant Jordi ha vuelto a brillar este martes en todo su esplendor en Tarragona, en la Rambla Nova como epicentro. Y, al margen de negocios y dividendos, siempre conmueve ver la ciudad engalanada con libros y rosas, franqueados por miles de personas, a pesar de que al mediodía se giró el tiempo y por momentos hubo que echar mano del paraguas. 137 han sido las paradas que vestían el paseo más noble de la ciudad, destinadas a libros, rosas y entidades o partidos políticos. Y las previsiones se han cumplido, que fuera un día laboral propició que todo el mundo se quedara en su ciudad a disfrutar de la fiesta.
Pero la Diada también es sinónimo de amor, en todas sus acepciones. Para Vanessa Simonka, «el libro es el objeto más hermoso del mundo. Siento un amor por el libro vivido, usado. Además, creo que antes de leer, tienes que prepararte para ello», dice al tiempo que muestra sus compras de la jornada, todos volúmenes de segunda mano, Sándor Márai, Julio Cortázar o Djuna Barnes.
Para Maria Caballol i Marc Muriel es un día importante puesto que «es el primer año que estamos juntos». De Tortosa, Maria estudia en la URV y ambos han escogido Tarragona intercambiar rosas por libros.
También Laura Navas y Pol Águila, de Tarragona, siguen la tradición. «Nos regalamos dos libros, uno más pequeño y otro más voluminoso. De momento tenemos Marx, Engels y el Marxismo, de Lenin y vamos a por un thriller psicológico».
En las diferentes paradas de libros, aquí y allá, los autores locales se han reencontrado con sus lectores que, pacientemente, han aguardado su turno para conseguir un autógrafo. Ha sido el caso de Coia Valls. La reusense ha firmado en la parada de Adserà y, a pesar de no tener novedad esta edición, tenía una cola interminable. «Amigos, alumnos, maestros y familia. Es un abanico que te configura como escritora y como persona».
A su lado, Rosa Ayxendri y Edu Polo no paraban de recibir a sus pequeños lectores. «También adultos porque Santa Tecla involucra a toda la familia», manifestaron los autores de Poemes bestials.
De igual manera, Ramon Gasull y Anduluplandu, artífices de On para l’Amparito? se han encontrado con sus pequeños fans. «Es un libro 100% tarraconense escrito en rima y con adivinanzas en el que los más pequeños de la casa deben encontrar la partitura del Amparito, que ha sido robada».
Entre los miles de paseantes, Ricard Espinosa, fundador de La Capona ha disfrutado de un día como nunca podía hacerlo antes, «cuando trabajaba. Te aguantaba la adrenalina, arrancar por la mañana, atender durante toda la jornada, comer mal y de pie. Pero al final de la noche te ganaba el cansancio, cuando tenías que guardar todos los libros no vendidos en las cajas de vuelta a la librería. Este año, hemos quedado para comer los tres socios, con tranquilidad», comentaba.
A pesar de que este año no hay libro más vendido, al menos no este martes, entre las tendencias de las jornada se encontraban Un animal salvaje, de Joel Dicker, Historia de un piano, de Ramon Gener y Ocaso y Fascinación, de Eva Baltasar, seguidos de novela negra, ciencia ficción o históricos.