Dos parejas amigas se encuentran para cenar todos los jueves desde hace más de doce años. Nicolás y Liza han llegado ya al restaurante, pero sus amigos no. Los minutos pasan y no llegan, lo que les provoca malestar, que va en aumento. «¿Por qué llegan siempre tarde? ¿Qué rol ocupamos en su vida? ¿Se interesan realmente por nosotros?» son algunas de las preguntas que les surgen mientras esperan. Nicolás y Liza son los protagonistas de la obra teatral Los amigos de ellos dos, de Daniel Veronese y Matías del Federico, con dirección de Veronese, que este sábado recala en Reus, en el Teatre Fortuny, a las 20.30 horas. Dos personajes interpretados por dos profesionales con una larga trayectoria, conocidos, no solo del teatro, sino también del cine y la televisión. Son Malena Alterio y David Lorente. Hablamos con David, quien promete llevar a Reus el «mejor humor».
¿Quién queda durante 12 años con los mismos amigos todos los jueves?
Esto es lo que hace esta pareja. Y sus amigos tienen esa costumbre de llegar siempre tarde. Y esta vez, más todavía.
¿Usted es puntual?
En mi vida soy puntualísimo. Yo sufro, como el personaje.
Y es en ese compás de espera cuando usted la lía sobre el escenario...
Sí. La situación se plantea desde un sitio muy reconocible por el público, que eso además enseguida hace que el espectador conecte con lo que le pasa a este matrimonio. Esos amigos que son hiper guays, hiper guays, hiper guays... se retrasan siempre. Mi mujer lo lleva mejor, es más conformista, pero yo ya estoy un poco harto y quiero que cambien las cosas, pienso que ha llegado el momento en que nos tenemos que hacer valer. Y a partir de ahí desemboca hora y veinte de conflicto tras conflicto, a cual más divertido. Porque la clave de la función es el humor.
¿Los amigos tienen la culpa de la crisis matrimonial?
Es una frase que digo tal cual en la función. La culpa es de ellos dos. La función trata de retratar este mundo en el que nos movemos, en el que dependemos tanto de si gustamos o no, de si caemos bien, de qué tipo de amistades tenemos, todo esto que nos da ese estatus y que, con esta situación que se crea de por qué no vienen, todo se tambalea.
Con más de un centenar de representaciones, ¿improvisan?
En realidad es un montaje muy teatral en cuanto a que Daniel Veronese, que es un maestro del teatro, creó una pieza muy gustosa de hacer porque, por un lado, estamos absolutamente partiturizados, o sea, no te creas que podemos cambiar ni una sola palabra. Pero por otro, está montada de una manera que da la sensación de que es un diálogo absolutamente espontáneo: las frases se cruzan, hablamos los dos a la vez, nos gritamos... Con lo cual, es una función que no está gastada y aún salimos al escenario con respeto. Tanto Malena como yo somos dos actores muy inseguros.
No me lo puedo creer, con su trayectoria.
Me encantaría ser un actor seguro de mí mismo y confiado. Pero ya a los 54 años me he rendido. Me acepto tal como soy con esta inseguridad. Entonces, es una función muy viva y esto viene también por lo bien dirigida que está.
Siempre se dice que hay que parar y reflexionar. Ustedes lo hacen, obligados, y se desata el caos.
No pretende ser una función con una moraleja, ni mucho menos. Pero sí que es cierto que cuando tenemos bolos y después vamos a cenar y coincidimos con gente que la ha visto, nos dicen que les ha pegado fuerte el tema de la relación de pareja, de quiénes son. Entonces, creo que como espectador llega desde un sitio que no es reflexivo, no es ni reflexionado, sino desde un sitio muy teatral. El público se cree lo que le pasa a los personajes y se siente identificado.
¿No habrán roto parejas por ahí?
Hemos tenido un poco de todo. Los jóvenes hacen el comentario de «como todavía llevamos poco tiempo...» y se sienten a salvo. Yo les dejo ir tranquilos. La obra tiene dos derivas. Por un lado, la relación de pareja. Por otro, un viaje que hace cada personaje hacia su propio egoísmo, como persona dentro de la sociedad. El de Malena necesita a esos amigos; luego yo los necesito más porque sin ellos nuestro matrimonio no funciona. Sin lo que nos rodea te tienes que enfrentar cara a cara con las relaciones y contigo mismo, al fin y al cabo.
Pero, ¿es posible cambiar?
Ese es el otro gran tema de la función. Yo llevo un año dándole vueltas al asunto porque soy muy friki con los personajes, me meto mucho. Y he llegado a la conclusión de que verdaderamente no se puede cambiar. Pero te puedes obligar a hacer distintas cosas de las que te gustaría y a la larga conseguir que cambies.
Ustedes han hecho de todo y vuelven al teatro ¿Qué tiene el escenario?
Lo que ocurre en el escenario está totalmente controlado por el actor y la relación con el espectador, por más que la función se repita, nunca es la misma. Si se plantea como un reto diario y el público se comporta de manera distinta, dependiendo de los sitios, eso se nota mucho. Como actor, el escenario te realiza más.
A ver qué pasará en Reus.
Siempre que he ido a Reus ha sido un gusto. Y ahora que venimos del parón navideño, tenemos ganas de volver. Después de tantas funciones, a ver si la hacemos bien de una vez.