No hay película de terror que no tenga un escenario espeluznante. Y este es el caso de La niña de la comunión, que se ha estrenado este fin de semana y que apunta a un gran éxito de público dada la temática, las localizaciones y la excelente ambientación y maquillaje. Un filme que hace lo más difícil en este género: generar una atmósfera misteriosa y meternos el miedo en el cuerpo.
Y, precisamente, eso está logrado en gran media gracias a sus escenarios naturales, en Corbera d’Ebre. Fue a mediados de mayo y principios de junio de 2021 cuando el equipo de rodaje encabezado por el director Víctor García, junto con los guionistas Guillem Clua y Alberto Marini, rodó en la población de la Terra Alta. Las filmaciones se llevaron a cabo a lo largo de todo el municipio, con imágenes de dron de la localidad, muchas de las cuales se utilizan tanto en la película como en el tráiler de la misma. La acción tuvo lugar más allá de la iglesia de Sant Pere y su plaza -donde se celebra la comunión- y por los alrededores del Poble Vell, donde transcurre el final de la película.
Filmación en pleno centro
No fueron los únicos escenarios. El equipo de rodaje explica que «filmamos las calles para mostrar la vida cotidiana de Corbera -aunque en el filme no se identifique con una localidad determinada-, como la calle Major, la calle Vall de l’Aubaga y la calle Raval». Pero los escenarios en Corbera d’Ebre no acaban ahí. Durante más de hora y media, mientras no aferramos a la butaca, podemos reconocer el bar Garito (en la calle Joventut), donde se rodó tanto en interior como en el exterior, menos la escena del baño que se rodó en estudio. El exterior de casa de Sara estaba en la calle de Sant Marc y el accidente del Chivo «lo filmamos en la calle Sant Isidre con Calvari».
Todo ello ambientado a finales de los años 80, donde se remonta la historia, que arranca cuando Sara (Carla Campra) acaba de llegar al pueblo y no encuentra su lugar en ese espacio cerrado. Su mejor amiga es Rebe (Aina Quiñones), mucho más extrovertida. Una noche van a una discoteca, toman drogas y durante el trayecto a casa encontrarán una muñeca vestida de comunión. A partir de ese momento, comenzará la pesadilla.
La niña de la comunión no es tan famosa como la leyenda de ‘la chica de la curva’ pero guarda un paralelismo con ella, al tiempo que remite inevitablemente a Annabelle, Chucky, junto con rasgos de REC, Verónica o de Malasaña 32.
El propio Víctor García explica que esta «es una peli de terror con sus sustos, su muñeca y sus fantasmas, no hay más. Pero me lo planteé como una revisión social de la gente de esa época, también comparada con la de hoy y de cómo el contexto ha cambiado», en cosas sobre la importancia que tenía entonces hacer la comunión.
Y, como incide el equipo de rodaje, «durante la filmación disfrutamos de la gastronomía local y de los vinos de la zona. Corbera nos acogió con los brazos abiertos a todos nosotros. Nos supo muy mal cuando terminamos de grabar allí para continuar rodando en otros lugares en los alrededores de Barcelona».
Participa la vallense Ana García
Pero el vínculo entre La niña de la comunión y el territorio fue más allá que la filmación en Corbera. De hecho, una de las niñas con papel importante es Ana García Molero, la joven de 10 años que vive en Valls y que ya tenía experiencia en la serie Els hereus de la terra, basada en la novela homónima de Ildefonso Falcones.
Su carrera artística comenzó cuando su madre la apuntó para una figuración que vio por redes sociales. Para La niña de la comunión, Víctor García vio fotos suyas «y parece que le gustó tanto que quería que la niña tuviera un pequeño papel en la película», asegura su madre, Lidia. Aunque luego, pasó de ser mera figurante a tener un pequeño pero significativo personaje dando vida a Laura, la hija de la rica del pueblo. Pasó de solo aparecer en pantalla a decir una frase: «A mis amigas les dejan». Una expresión corta pero que encerrará muchos significados en el argumento del filme.
Ana recuerda que «antes del rodaje fui a hacer una prueba de vestuario, el 3 de junio de 2021. Los días de filmación fueron el 7 y el 16 de aquel mes. Rodamos primero en Corbera y después en Vilanova i la Geltrú». Pero aquello no fue fácil. En pleno mes de junio, Ana tuvo que aguantar altas temperaturas y lucir un vestido de comunión con hasta siete capas. «También recuerdo que no se aclaraban con el peinado que me querían hacer, porque iba a ser la hija de la rica del pueblo», explica la joven intérprete mientras se ríe.
Y el detalle del director y la producción llegó «cuando nos invitaron el lunes a la premier de la película en Barcelona». A lo que hay que añadir que «estaba un poco asustada, nunca había visto una película de terror pero me lo pasé en grande. Y más al verme en la gran pantalla y salir en los títulos de crédito. Me hizo muy feliz».
Aunque no descarten que Corbera d’Ebre vuelva a ser protagonista en una segunda entrega de La niña de la comunión porque, como dice Víctor García, serviría para «rellenar algunos huecos».