Tras compartir escenario con Depeche Mode en el WiZink Center el pasado mes de marzo, la bailaora Belén López (Tarragona, 1986) acaba de estrenar en el Teatro del Canal Latidos, «un espectáculo de flamenco puro, sin adornos, evolucionado y sin salirse de madre», concebido como una lucha entre el miedo y la esperanza.
Así define su nuevo espectáculo Belén López, artista que quiere compartir su verdad con el público. «Siempre veo el escenario como si fuera mi habitación, donde estoy libre, donde hago locuras, momentos íntimos que me gusta compartir con el público», dice.
«Tengo un compromiso conmigo misma: no defraudarme», añade. En este nuevo espectáculo comparte escenario con amigos y compañeros, entre ellos los bailaores Rapico, Mónica Fernández y Paul Vaquero.
La artista, que en 2016 logró el Premio Desplante del Festival de Flamenco de Las Minas, ha concebido Latidos como una lucha entre el miedo y la esperanza. «El miedo es la antítesis del amor», ha añadido.
Bulerías, seguidillas, tarantos y alguna farruca componen el espectáculo de Belén López. «Está lleno de momentos especiales, tanto musical como emocionalmente para el público y para mí», cuenta.
Complejidad del flamenco
«El flamenco es mucho más complejo que cualquier otra música», asegura Belén López, quien explica que grandes maestros de otras disciplinas como los Rolling Stones cuando se acercan al flamenco y lo tienen que tocar, les resulta muy difícil, pese a sus conocimientos de música.
«El flamenco tiene algo rítmicamente y emocionalmente que traspasa», afirma la bailaora que el pasado 12 de marzo acompañó con su baile flamenco el tema Enjoy the silence de Depeche Mode en el WiZink.
A los cinco años, López se subió a un escenario y actuó delante de Antonio Ruiz y Pilar López en un homenaje a la bailaora Carmen Amaya en Barcelona.
A los diez años, ya con el flamenco dentro de sí misma, sus padres tomaron la decisión de que López se trasladara a Madrid para cumplir su sueño de ser bailaora.
«El flamenco es mi forma de vida. Yo no me quito el zapato y dejo el flamenco, a todo lo encuentro ritmo, incluso a un grifo goteando».
Estudió en el Conservatorio de Danza de Madrid, y tras terminar la carrera trabajó durante cuatro temporadas en la Arena de Verona. A su regreso a España comenzó a actuar en el tablao madrileño El Corral de la Morería como primera figura.
«Los pies en la tierra»
«Nunca he vivido de sueños ni pajaritos, siempre tengo los pies en la tierra, sabiendo que las cosas se consiguen a base de trabajar», explica la bailaora, que recuerda que «vengo de una familia muy humilde, pero muy rica en conocimiento, en cariño y en valores».
A lo largo de su carrera ha actuado junto a otros talentos del baile como Jesús Carmona, Antonio Canales, José Mercé, Miguel Poveda o Arcángel. «Todavía me queda mucho por aprenden», reconoce la bailaora tarraconense. «Cuanto más conocimiento tengo, más pequeña me veo», concluye.