Para Belén López (Tarragona, 1986), la presión escénica de un gigante como el Teatro Real de Madrid ya no resulta nada nuevo. La ha sorteado y la ha disfrutado hasta en cuatro ocasiones. El ingenio y el derroche que exhibe en cada uno de sus espectáculos han hecho el resto. La bailaora de Bonavista ha conquistado ese lugar cultural tan elegido con creces, hasta el punto que la han vuelto a reclamar para abrir la quinta edición del ciclo Flamenco Real. Desde el miércoles hasta hoy imparte cátedra flamenca junto a Rafita de Madrid y Pedro Jiménez Perrete, al cante, y Carlos Jiménez, Juan Jiménez y Rafael Jiménez El Chispas, a la guitarra.
El espectáculo Tiempo deleitó el público del Salón de Baile del Teatro Real en el estreno fructífero, en doble sesión. «Siempre que he actuado en este teatro tengo la sensación de que la gente flota, las experiencias han sido increíbles y los comentarios que me hace el público me indican que todo el trabajo que realizamos llega y emociona», confiesa la artista, sin duda, una de las grandes figuras de su registro en el presente. Los que la conocen a la perfección destacan el vértido que enseña encima del escenario. No se guarda nada.
Un show de raíz
Tiempo se trata de un show producido por la misma Belén López que no cuenta con un hilo conductor definido, se basa en los sentidos e intenta simplificar la puesta en escena. Hay un propósito claro; «Queremos plasmar la pureza del flamenco, ensalzar el talento». En Tiempo no hay secretos, la voz se enfrenta a la naturalidad, el baile a la esencia y la guitarra a la raíz. De ahí el carácter especial de la obra. Todo se arropa en la capacidad creativa de sus protagonistas.
Tiempo comparece por el Teatro Real muy rodado, ya que en su origen había consumido kilómetros y giras por todo el territorio nacional y por Europa. En esta ocasión, Belén López se presenta como única bailaora, antes había contado con la presencia de dos compañeros de ese oficio tan complejo y valorado por el público entendido.
Princesa, una de las piezas que componen la actuación, se ha convertido en el tema fetiche indispensable para la tarraconense. «Es una farruca que produjo Jerónico Maya para mí. Junto a Rafael Jiménez El Chispas, hago un humilde homenaje a Blanca del Rey. Es muy especial para nosotros», confirma la artista.
Con el trabajo de ensayos muy interiorizado, Belén y su equipo se reunieron dos días antes del primer bolo para perfeccionar detalles y pulir nuevos acabados con el afán de sorprender a un público que suele declarar fidelidad a este tipo de ciclos, sobre todo si se enmarcan dentro de la extensa programación que diseña el Teatro Real.
Afincada en Madrid, el trayecto de esta figura del flamenco ha precisado sacrificios, como por ejemplo, «tener a mi familia lejos. Todos siguen en Tarragona, pero creo que, hasta ahora, todo el esfuerzo ha merecido la pena, sobre todo cuando ves cómo el público disfruta con tus espectáculos».
Desde que, con cinco años, bailó por primera vez en una Diada de Sant Jordi en Barcelona, con motivo del estreno de una calle dedicada a Carmen Amaya, Belén López ha construido una carrera envidiable. Ha trabajado con artistas del nivel de José Mercé, Miguel Poveda o Arcángel, entre otros muchos. Incluso otros nombres de reputación contrastada dentro del registro, han admirado públicamente su arte. «Niña Pastori ha venido a verme trabajar. Es una persona muy sencilla, muy amable», confirma.
El reconocimiento, en ningún caso, ha provocado que la bailaora se olvide de sus raíces. «Yo he crecido en Bonavista y, siempre que tengo la oportunidad, lo digo con orgullo», refleja. Aunque su rutina vital no escapa de las giras constantes y de exprimir su ingenio, la tarraconense ha logrado consolidarse en un establishment artístico tan variopinto como el de Madrid. De hecho, el Corral de la Morería, uno de los tablaos más importantes del país, ya lo considera como su casa. «No estoy allí de forma permanente por las gira», confirma.
Belén López concluirá su 2022 en uno de los focos más inigualables de la capital, el Teatro Real, escenario de nombres y obras inigualables.