El Festival Internacional de Cinema de Tarragona REC programó ayer Los colonos, dentro de las proyecciones especiales. Se trata de una película chilena de Felipe Gálvez Haberle, que mira de frente la masacre del pueblo Selk’nam. La coguionista del filme Antonia Girardi visitó Tarragona para presentarlo.
Es un western de denuncia, no de propaganda, como es habitual en el género.
Es una idea que el director, Felipe Gálvez, tenía. Nosotros también somos pareja. Cuando nos conocimos me contó la historia, que le había impactado mucho una fotografía que encontró en un medio digital donde se ve a Julius Popper, que era un húngaro que estaba en la Tierra de Fuego. Era un buscador de oro, pero se había dado cuenta de que si trabajaba cazando indios, le iría mejor. Entonces, en la imagen se le ve junto a los indígenas que acaba de matar, con los cuerpos en el suelo. Felipe Gálvez me preguntó ¿por qué no conocemos esta historia?
¿Nunca la explican en Chile?
En el colegio no te dicen por qué se extinguieron los pueblos originarios. Que si las enfermedades que trajo el hombre blanco y la colonización... Se pasa muy rápido pero nunca, al menos en nuestra educación, se habló de genocidio. Hoy en día quizás eso ha cambiado.
El verbo cazar es muy impactante. ¿La película ha influido en la decisión del parlamento chileno sobre los Selk’nam?
Fueron procesos paralelos. Pero sí que ayudó a darle visibilidad a la temática y apoyó a que se discutiera en el Parlamento. Es una discusión que venía de hace mucho tiempo, de reconocer que es un pueblo originario y que no está extinto, que está vivo, que quizás sí que hubo un genocidio. Todavía hay descendientes y las comunidades se están organizando, también para recuperar la lengua y su cultura porque básicamente fue borrada. La película no aborda eso porque decidimos crear un cerco narrativo. Nos interesaba entrar en la cabeza de esos hombres mercenarios contratados. Les pagaban una libra por oreja de indígena que mataban. El desafío era estar en su cabeza y en la de los estancieros que mandaron hacer este trabajo.
Estancieros.
Grandes propietarios de tierras, de Tierra del Fuego que, en el fondo, el Estado les dio en concesión para que las civilizaran, para que las limpiaran y las transformaran en industriosas, que generaran dinero. Los estancieros llevaron sus ovejas y al final, el Estado decidió que aquello lo tenían que hacer de otra manera. Porque los Selk’nam fueron asesinados, cazados.
¿Qué relación tiene toda esta matanza con Pinochet?
A los indígenas, a los Selk’nam, se los llevaron a la isla de Dawson. Había una misión salesiana que planteó que en lugar de cazarlos, les enseñarían sus costumbres y la palabra de Dios. Pero vivían en condiciones muy precarias, muchos enfermaron y murieron. Años después, esta isla, durante la dictadura de Pinochet, se transformó en uno de los principales campos de concentración. Es una coincidencia terrible de la historia de Chile. Nosotros no lo abordamos en la película, pero sí que está detrás.
He podido escuchar una entrevista al director en la que dice que el espectador tiene la última palabra.
Fue el desafío más grande de la película. No prejuzgamos a los personajes, obviamente tenemos un punto de vista crítico, pero no trata de ser una película de denuncia o panfletaria, sino que más bien trata de mostrar la complejidad del conflicto y de abrir la discusión. En ese sentido, estudiamos a los grandes empresarios chilenos de hoy, del presente, para entender también su lógica. Gente que viene del mundo del empresariado nos dice que el personaje está bien retratado y para nosotros eso es muy importante. No queríamos que fuera una caricatura de personaje malvado, sino que hubiera algo de lógica, que tuviera sentido.
¿Menéndez?
Sí y también nos importaba mostrar el modelo de masculinidad. Es decir, el personaje del mestizo es un testigo, pero al mismo tiempo, cómplice. Es el Chancho Colorado un personaje histórico, real. Era el capataz de Menéndez y era un personaje muy bestial, salvaje. Eso, lo mezclamos con otros personajes como el cowboy, el arquetipo del western porque nos importaba mostrar el rol del propio cine. El cine del western también participó en la propaganda de la colonización, en el extermino de los indios, transformando al cowboy en un héroe y a los indios en un peligro, en algo salvaje, en algo que genera temor.