Ana Punset reseña ‘Gato y Pingüino’, de Oriol Garcia

¿Pueden ser amigos los extremos opuestos?

19 julio 2024 21:14 | Actualizado a 20 julio 2024 07:00
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Pingüino llega a casa de Gato una noche sin avisar, lo que para Gato resulta «un pequeño imprevisto inesperadamente inoportuno», es decir, todo lo que a él le disgusta. Está acostumbrado a vivir solo, sin hablar con los vecinos, a cumplir sus horarios y, de repente, llega alguien que no conoce de nada, que se come su cena y le quita su cama. Por eso, se propone echarlo a la mañana siguiente, en cuanto salga el sol. Pero, entonces, Pingüino le prepara un desayuno increíble, y esa no es la única sorpresa que su invitado le regala...

En Gato y Pingüino, Oriol Garcia escribe, de manera sencilla, un valioso relato sobre la amistad. La decisión de trascender la grafía y añadir un matiz sonoro, destacando sobre las demás palabras, las onomatopeyas («mec, mec, mec, mec...», «snif, snif», «¡chooof! ¡chooof!» «ding-dong, ding-dong»), añade ritmo a la historia. Además, invitan a pronunciarse en voz alta, tanto si es un adulto el que lee la historia al peque, como si es el propio peque que está leyendo solo. En ambos casos, se entra directamente en la curiosa situación que viven los dos protagonistas, tan bien definidos.

$!Ana Punset reseña ‘Gato y Pingüino’, de Oriol Garcia

Título: Gato y Pingüino/Gat i Pingüí
Subtítulo: La obra ganadora del Premio Emili Teixidor 2023 habla sobre cómo se cimienta una amistad.
Autor:
Oriol Garcia Molsosa
Ilustradora: Lucía Serrano
Editorial: La Galera
Precio: 12 euros
Edad recomendada: A partir de 6 años.

Gato representa la parte doméstica y más racional, muy recto y cuadrado con las rutinas; Pingüino, la parte más salvaje. Se deja llevar por sus instintos, y es todo un superaventurero... ¡ha llegado a casa de Gato caminando desde el Polo Sur! Al principio, cuando se conocen, solo tienen una cosa en común: a los dos les chiflan las sardinas. Pero a medida que pasan tiempo juntos, Gato descubre que le sienta bien salir de su espacio de confort, que hay todo un mundo afuera por descubrir. Desde el principio, Pingüino es el que confía en esa relación, el que apuesta por ella, porque «ese es el tipo de cosas que hacen los buenos amigos»: en la playa, juegan en la arena, no en el mar, y a la hora de dormir, Gato recupera su manta e, incluso, pueden compartir la cama. Al final, Gato empieza a hacer concesiones también: quizá Pingüino no tiene que seguir dando la vuelta al mundo y se puede quedar con él en la que ya no es solo su casa, sino la de los dos...

El formato del libro es muy atractivo, en tapa dura. Maquetado en capítulos cortos, con poco texto e ilustraciones en la mayoría de las páginas, de manera que visualmente no se hace nada denso y anima a los niños a seguir leyendo.

Las ilustraciones de Lucía Serrano están llenas de detalles, pero son de sencilla y agradable lectura. El aspecto de acuarela imperfecta le da naturalidad y frescura. Y la gran expresividad de los protagonistas ayuda a definir el estado de los personajes en cada una de las situaciones vividas.

Así, en Gato y Pingüino se pone de relieve la complicidad que se llega a crear entre dos personajes tan diferentes, mediante sucesos cotidianos llenos de humor que, aunque podrían enfrentarles, les acaban uniendo, hasta llegar al punto de necesitarse el uno al otro. Este libro es perfecto para los que empiezan a leer solitos por capítulos, con 6 o 7 años.

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