Restos de botellones que dejan suciedad en las playas. Sillas sustraídas de bares y de terrazas particulares. Patines a pedales quemados y toldos destrozados o robados.
El vandalismo se incrementa en las playas de El Vendrell, en Sant Salvador y Coma-ruga, pese a que la localidad tiene toque de queda. Sin embargo son habituales las concentraciones de personas que además provocan todo tipo de daños.
La situación preocupa a los vecinos que temen que pueda ir a más si no se pone vigilancia y multas. Pero el control es difícil por las numerosas bajas entre los agentes de la Policía Local y de hecho una necesidad de efectivos para poder hacer frente a la situación.
La concejal de playas, Bárbara Peris, explica que de manera constante debe realizarse limpieza de todo tipo de basuras en la playa para que estén a punto a primera hora de la mañana. Pero la situación parece desbordada.
El Diari ya explicó como los vándalos destrozan los toldos de la playa en la zona de Coma-ruga. Además de rajar las lonas, arrancas las estructuras de hierro y las lanzan al mar o directamente se las llevan. También esparcen por la playa las sillas que sus propietarios dejan junto a los toldos.
Un día aparecieron hasta seis toldos destrozados en la playa de Coma-ruga. Cada lona cuesta 200 euros que debe reponerse con rapidez ya que algunos de los parasoles destrozados están alquilados para la temporada y no pueden faltar. Ese vandalismo genera así importantes pérdidas en la empresa que gestiona el servicio.
Incluso los kayaks que los propietarios dejan en la arena atados a un poste aparecen flotando en el mar. Los gamberros arrancan el poste para poder llevarse las embarcaciones.
Los vecinos piden más vigilancia y controles. Señalan que queda todo el mes de agosto y temen que la situación se incremente. Mientras ven la playa llena de botellas, latas y basura o sillas tiradas por la arena.
La situación se repite en la zona de Les Madrigueres, una zona protegida y acordonada, pero que hay quien no respeta. El Grupo Ecologista de El Vendrell (Geven) denuncia la acumulación de basura y muchas colillas, que son especialmente dañinas para el medio.
También se observa marcas de personas que atraviesan por la zona balizada incluso en bicicleta o arrastrando hamacas. Además es fácil ver a personas que llevan a sus perros a la desembocadura de la riera para bañarse pese a que tienen prohibida la entrada en la playa.