Para la mayoría de mortales, los mineros son los profesionales que excavan las rocas para extraer minerales, pero para Ángeles, que prefiere identificarse únicamente con el nombre de pila, el vocablo tiene otra acepción: son «las máquinas que crean bitcoines» y que, a corto-medio plazo, deben convertirse en una fuente de ingresos para disfrutar de su jubilación.
Ángeles ha invertido varios miles de euros en una actividad tan innovadora como mayoritariamente desconocida como es el minado de criptomoneda, como se conoce al proceso mediante el cual equipos de hardware especializado resuelven complejos algoritmos matemáticos a cambio de una retribución en bitcoines.
El bitcoin es muy volátil: en poco más de dos meses su valor ha pasado de 20.000 a 3.000 dólares, y nadie sabe cómo va a evolucionarEstos equipos, en funcionamiento permanente, generan además mucho calor, por lo que países como Islandia, con un clima frío y la energía barata, se han convertido en el epicentro de la minería virtual. «Lo único que gastan estas máquinas es mucha luz, porque funcionan las veintidós cuatro horas, y se ve que en Islandia es prácticamente gratis», comenta.
En una nave industrial a las afueras de Reikiavik, la capital islandesa, se encuentran los mineros de bitcoines en los que ha invertido Ángeles. Dichas instalaciones albergan cientos de personas de todo el mundo que trabajan incansablemente para descifrar los problemas que los llevarán a generar nuevos bitcoins, un proceso que se complica y se hace más lento a medida que quedan menos criptomonedes para minar.
El problema de invertir directamente en bitcoins, la criptomoneda estrella, es que es tremendamente volátil: en poco más de dos meses su valor ha pasado de 20.000 a 3.000 dólares, y nadie sabe cómo va a evolucionar.