Hace 20 años las obras para construir una balsa en la zona de Masies de Sant Miquel, en Banyeres del Penedès, destapó unos grandes muros perfectamente conservados y que tenían hasta cuatro metros de altura que serían de viviendas de hasta dos alturas.
Ese hallazgo confirmó lo que los arqueólogos sospechaban desde una década antes. Bajo el suelo de Masies de Sant Miquel podría estar la gran ciudad íbera de la Cosetania Oriental. Una ciudad que podría haber albergado a 5.000 personas en su época de máxima ocupación.
Bien Cultural
La aparición de esos muros llevó a paralizar las obras de la balsa y todo el terreno fue catalogado como Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN). Todo el área está delimitada, pero no se ha excavado nada para encontrar la gran ciudad.
Esta semana ha comenzado a realizarse en los terrenos una prospección con georadar. El objetivo es disponer de una radiografía del terreno que indicará dónde hay construcciones consolidadas, espacios sin edificar, muros y estructuras. La iniciativa la impulsa la Universitat de Barcelona.
Muy singular
El arqueólogo Jordi Morer indica que esa ciudad podría haber albergado población desde el siglo VII al II antes de Cristo, como indicó en investigador Víctor Revilla en 1982. Esto significaría que estuvo ocupada durante todo el periodo ibérico, una singularidad de gran valor para los investigadores.
Masies de Sant Miquel ocuparía unas cuatro hectáreas, una cifra singular si se tiene en cuenta que el poblado ibérico de Calafell tiene una superficie de media hectárea. Ello podría indicar que en su época de máxima ocupación Masies habría acogido a 5.000 personas. Aunque el asentamiento conservaría cuatro fases de ocupación.
Excavar
La investigación con georadar la impulsa la Universitat de Barcelona. Es una investigación pendiente hace décadas y que podría llevar a un inicio de excavaciones. Los arqueólogos incluirán a Masies de Sant Miquel en los planes cuatrienales de la Generalitat para impulsar prospecciones.
Destapar la capital de la Cosetania Oriental acabaría de establecer la relación con otros asentamientos como el poblado ibérico de Calafell, reconstruido y uno de los principales del país, que era un enclave militar y para una clase noble desde el que se controlaba la costa.
También el de Les Guardies de El Vendrell, aparecido durante la construcción de la autopista C-32 y totalmente desmantelado, que era un centro para la producción de hierro. En la zona también está el del Fondo del Roig de Cunit, que los trabajos del C-32 destaparon y que fue de producción agrícola.
Cerámicas fenicias
La ciudad íbera situaría a Masies de Sant Miquel en primera línea de la arqueología peninsular, algo que ya sospecharon los arqueólogos Joan Santacana y Joan Sanmartí cuando hace 30 años encontraron gran cantidad de material en superficie como cerámicas íberas y fenicias. Aunque las primeras investigaciones datan de 1963.
Los arqueólogos apuntan que sobre aquella ciudad de hace 2.500 años surgió otra, lo que permitiría conocer cómo era la vida en un asentamiento íbero primitivo de gran tamaño, ya que podría encontrarse desde el templo a las dependencias administrativas o los sistemas de defensa.