En los primeros días de enero la ermita de Sant Miquel de Segur de Calafell apareció pintorrajeada de forma vandálica. Ese ataque indignó a los vecinos. El Ayunta miento dijo que revisaría las cámaras de vigilancia que enfocan directamente a la construcción.
Pero sólo han pasado unos días y la ermita ha vuelto a ser víctima de pintadas. Ahora, además en la parte frontal de la construcción, en la misma puerta y en suelo a sus entrada.
Los nuevos garabatos están justo enfrente de una de las cámaras que deberían servir para la seguridad de la zona. No sólo para la integridad del edificio, sino paara evitar desórdenes en ya que los vecinos alertan de que es un punto de botellón.
El nuevo ataque sorprende al ser pocos días después de otro del que todavía quedan las pintadas y de que la policía local asegurase estar revisando las imágenes para intentar identificar a los autores de los garabatos de principios de año.
Ya se denunciaron los hechos que pueden tener consecuencias penales, al tipificarse como un delito contra el patrimonio histórico. Pero los vecinos de la zona preguntan si realmente las cámaras están operativas y se revisan. En este caso hay un dispositivo dirtectamente hacia la puerta y fachada de la ermita.
También reclaman que se limpien las pintadas con celeridad para evitar que puedan extenderse por toda la construcción. Señalan al riesgo de lo que los criminólogos George L. Kelling y Catherine Coles definieron como la teoría de la ventana rota. Esa teoría señala que si un desperfecto no se repara de manera rápida, los vándalos tenderán a incremetar sus acciones hasta el punto que una ventana rota, en este caso una pintada, puede acabar afectando a todo un barrio. Sin embargo la limpieza debe realizarla una empresa especializada al tratarse de un monumento histórico.
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