Cuando te adentras en la Séquia Major cuesta creer que estés justo al lado de hoteles, apartamentos y las calles de La Pineda. Este espacio protegido, que forma parte de la Red Natura 2000, ha logrado sobrevivir a la huella humana durante siglos, pero especialmente a las últimas décadas de eclosión turística del entorno. Rodeada de campos de golf, de una intensa actividad turística e industrial y de un núcleo completamente urbanizado, la zona protegida abarca 17 hectáreas y se ha convertido en uno de los últimos reductos de nuestro litoral donde poder observar algunas especies animales y vegetales características del Mediterráneo.
Este mes de agosto se han retomado las visitas guiadas, que ofrece la empresa de educación ambiental Cel Rogent. Ataviados con unos prismáticos, una guía de aves y otra para conocer las huellas y rastros de los animales, conocemos un rincón muy especial de la Costa Daurada que es hogar de algunas especies en peligro de extinción. «Es un antiguo humedal, como el Delta del Ebre, pero en pequeñito», aclara la guía Alba Martos, antes de empezar nuestro recorrido de 1 kilómetro aproximadamente.
«La Séquia Major es un sitio muy peculiar. Se originó por los sedimentos del río Francolí y antiguamente todo eran humedales. Después se empezó a cultivar, con plantas como el arroz, y ahora encontramos una mezcla de especies originarias y otras que las ha traído la presencia humana. Quedan pocos humedales de agua dulce como este y es importante protegerlo», explica la guía.
La acequia que da nombre al espacio se construyó en 1537 y servía para drenar estos fértiles terrenos y aprovechar al máximo el agua dulce. Hoy todavía queda en pie la Caseta de les Xibeques y algunos mecanismos hidráulicos que atestiguan cómo se regulaba el agua.
Pronto dejamos atrás la torre de Pacha y los pinos, el cañizo, los juncales, sauces, y el tamarisco nos transportan al hogar de multitud de aves, reptiles y mamíferos. Las lagunas, que colindan con el campo de golf, concentran buena parte de estos animales. Patos, fochas y garzas se dejan ver con facilidad, también decenas de conejos, una lagartija, un cernícalo e incluso la cigüena que desde hace unos días se pasea por diferentes puntos de La Pineda.
Pero si la visita sorprende por lo que se ve, más interesante aún es lo que esconde. Huellas y restos de excrementos de una quincena de animales distintos que invitan a pasar buena parte de la excursión pendiente del suelo. Abundan los excrementos de conejo, pero también de otros animales como la jineta, huellas de zorros, o restos de piñas roídas por ardillas y ratones.
Otro que no se deja ver a simple vista es el fartet, un menudo pez de apenas 3 centímetros que se ha convertido en uno de los emblemas del espacio. Se trata de una especie en peligro de extinción que tiene en la Séquia Major uno de sus últimos hábitats del Mediterráneo, igual que la tortuga de rierol (galapago europeo).
Las visitas se realizan todos los sábados y domingos de agosto y septiembre, a las 18 horas. A partir de octubre, y hasta febrero, la Séquia Major abre los domingos, a las 11 h de la mañana. El resto del año, el espacio se mantiene cerrado para proteger la época de nidificación y reproducción de las aves. La visita es gratuita, pero se debe reservar plaza previamente a través del Patronat de Turisme.