Cunit se ‘convirtió’ recientemente en la Normandía ocupada por los alemanes durante la II Guerra Mundial. Los vecinos de la localidad se sorprendieron al observar a un destacamento de soldados armados avanzando por la Plana del Castell. Poco antes los militares habían saltado a la zona en paracaídas.
¿Era un ataque por sorpresa de unas fuerzas desconocidas? No. Era una recreación para ilustrar un nuevo libro de David López Cabia titulado Ataque Nocturno. Está ambientado en la Segunda Guerra Mundial e inspirado en la que fue Operación Biting.
El autor contactó con el fotógrafo y director de cine de Cunit Laureano Clavero en busca de localizaciones para poder ilustrar la portada de la obra. Localizaciones y tomar las fotos.
Clavero, que ya ha realizado diferentes trabajos para ilustrar la Segunda Guerra Mundial, leyó la obra y estudió esa operación de paracaidistas británicos en suelo francés para acabar con una instalación de radar de los alemanes.
En Ataque Nocturno el sargento McKnight y el cabo Wallace, dos de los paracaidistas, deben proteger al sargento de vuelo Campbell, un padre de familia y un especialista imprescindible para el éxito de la misión.
La obra está novelada, pero basada en una operación militar de febrero de 1942 en la que la misión de los soldados era robar la tecnología de radar alemana en una instalación enemiga situada en Bruneval, Francia.
Los británicos sospechaban que esas instalaciones de radar permitían detectar y derribar a los aviones de la RAF que hacían incursiones en la Europa ocupada. Se desplegó un operativo para intentar obtener información de la tecnología usada por los nazis.
El escritor David López y el fotógrafo de Cunit Laureano Clavero son los autores del montaje
Según se explica en Internet, debido a las defensas costeras que los alemanes extendieron para proteger la instalación resultaba imposible realizar un ataque desde el mar sin tener que incurrir en una gran cantidad de bajas por parte de los atacantes, y además daba suficiente tiempo a la guarnición para destruir el radar Würzburg.
Es por eso que se decidió un asalto aerotransportado, seguido de una evacuación por el mar. El plan pretendía sorprenden a la guarnición con la tecnología intacta, y podría transportarse todo lo necesario, reduciendo en lo posible el número de bajas de la incursión.
En la noche del 27 de febrero, después de un período de intenso entrenamiento durante varios días y después de varios retrasos debido al mal tiempo, un pequeño destacamento de tropas aerotransportadas bajo el comando del Mayor John Frost aterrizó en paracaídas en Francia, a unas cuantas millas de la instalación.
La fuerza entonces procedió a asaltar la instalación en la que el equipamiento del radar se mantenía, matando a varios miembros de la guarnición alemana y capturando la instalación después de un breve intercambio de fuego.
Un técnico que había venido con la fuerza desplegada procedió a desmantelar el equipo de radar, y retirar varias piezas para enviarlas a Gran Bretaña, y entonces la fuerza se dirigió a la playa de evacuación. La fuerza de incursión fue recogida por lanchas de desembarco y transferidas a varios cruceros de asalto que los devolvieron a Gran Bretaña. La incursión fue un éxito. Las tropas aerotransportadas sufrieron muy pocas bajas, y las piezas del radar pudieron ser analizadas.
Según Laureano Clavero por la localización donde se desarrolló aquella misión los terrenos de Cunit eran ideales. Un espacio plano cerca de la costa.