La Fiesta Mayor de Altafulla, bajo la capa y la espada de Sant Martí

La población se vuelca con la rúa y la representación de la leyenda del santo patrón

11 noviembre 2024 20:23 | Actualizado a 12 noviembre 2024 07:00
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Uno de los actos más participativos del día de ayer, jornada central de la fiesta mayor de Sant Martí de Altafulla, fue la rúa y leyenda sobre este santo que fue soldado romano y, una vez convertido al cristianismo, llegó a obispo. Al atardecer, hasta un centenar y medio de niños y niñas, algunos de ellos de corta edad, portadores de los farolillos que días atrás habían confeccionado en la escuela y también en casa, se reunieron en el Carrer de l’Hostal, en lugar del Carrer de Dalt, que es el habitual punto de concentración, por estar éste en obras.

Allí, entre la expectación de sus familiares y público en general, aguardaron impacientes la llegada del caballero Sant Martí, montado en un brioso caballo.

En ese momento se dio inicio a la rúa de Sant Martí, encabezada, como es habitual, por los alumnos de instrumentos de viento y percusión de la Escola Municipal de Música, mientras los pequeños iluminaban el camino a seguir por el egregio jinete. La comitiva transcurrió, en medio de la expectación, por la calle Martí d’Ardenya y Sant Martí, hasta alcanzar la Plaça del Pou.

Una vez allí, en la plaza, el público formando círculo, mediante el relato de la rapsoda Joana Badía, pudo presenciar la representación de la leyenda de Sant Martí, la cual cuenta que el entonces soldado romano se encontró una noche con un arapiento mendigo que tiritaba de frío.

Sin dudarlo, el futuro santo cogió la espada y cortó su capa por la mitad, entregándole una parte al pordiosero. Luego, la capa de Sant Martí fue «repartida», en forma de tarta, cubierta de la rojiza y deliciosa confitura de fresa entre los presentes, simbolizando así la generosidad de Sant Martí de Tours.

Otro de los actos más celebrados ayer fue el ascenso caminando del pilar de los Castellers d’Altafulla, desde la Plaça del Pou hasta la Plaça de l’Església, cuyos 42 escalones fueron superados en un tiempo récord.

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