El paseo marítimo de Coma-ruga, especialmente donde se concentra la oferta de restauración, es el tramo preferido por los manteros para ofrecer sus productos.
La situación genera quejas desde hace años no solo de los locales y del comercio de la zona, sino también de los vecinos ya que entre el espacio que ocupan los manteros y las terrazas, apenas queda un estrecho pasillo para pasear que puede incluso a ser peligroso en caso de una situación de emergencia.
Para intentar evitar que los manteros se instalen en esa zona el Ayuntamiento de El Vendrell aplicará lo que denomina «urbanismo táctico» con la colocación de jardineras que reduzcan el espacio para extender mantas.
Coordinado
La concejal de playas, Marta Tobella, explica que es una prueba que se ha planteado a los locales de restauración y del comercio y que lo habrían visto con buenos ojos. Tobella añade que en el espacio que quede entre jardineras los restaurantes y bares que lo consideren podrían colocar mesas.
Ese «urbanismo táctico», se ha planificado entre las concejalías de playas y de Policía Local. El concejal Christian Soriano, explica que a la iniciativa de colocar las jardineras se sumará un incremento de patrullas policiales para evitar que esa venta se asiente en el paseo marítimo.
En las épocas en la que hay más visitantes en la zona, más de medio centenar de manteros acostumbran a ofrecer sus productos. Principalmente se colocaban en una zona alejada del comercio, pero en una última época se ha comprobado que también se extienden mantas frente a los bares y restaurantes ya que es el espacio más frecuentado por los visitantes.
La concejal de playas Marta Tobella considera que con las medidas urbanísticas y policiales se podrá desplazarse a esos vendedores que generan las quejas del comercio por la competencia que supone para el comercio. «Si notan más presión optarán por ir a otras zonas»
El Centre d’Iniciatives i Trusme (CIT) de El Vendrell ya había reclamado acciones para intentar evitar la presencia de manteros en las zonas más turísticas.
Explican que esas ventas en la manta suponen un agravio para el comercio que aguanta todo el año y que ve como en las época de más afluencia de visitantes tiene una competencia desleal en muchas ocasiones con sus mismo productos.
