Altafulla da un paso, mar adentro, para intentar atajar o, como mínimo, amortiguar la regresión de la playa. Un problema endémico que, como indica la coalcaldesa y responsable de Medi Ambient del Ayuntamiento de la localidad, Alba Muntadas, «afecta tanto al aspecto recreacional como es el uso de la playa, los negocios de restauración con sus terrazas y a la preservación del espacio natural».
Ayer al amanecer, un kayak iniciaba su navegación frente al litoral altafullense con un recorrido que se prolongó hasta el mediodía. A bordo, un equipo de científicos del Laboratori d’Enginyeria Marítima de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) realizando la primera batimetría de las doce previstas, espaciadas en el tiempo, tras el convenio firmado con el Ayuntamiento de Altafulla, con motivo de los recientes temporales que han afectado al litoral del municipio.
Para poder analizar el fondo marino de Altafulla, el equipo científico de la UPC se ha valido de una ecosonda para determinar datos de latitud, longitud i profundidad, que hagan posible localizar los depósitos de arena que los temporales vienen «arañando» de la playa.
Esta información se complementa con imágenes obtenidas vía satélite, la ayuda cartográfica de Costas de Tarragona, las boyas del Estado, para establecer diferencias comparativas. Este trabajo ha de permitir percatarse de la evolución perimetral de la playa durante el período de observación de los últimos seis años.
No hay que olvidar que se trata de una tarea compleja. Así lo indicaba ayer, a pie de playa, Ivan Cáceres, profesor de Ingeniería Marítima de la UPC, al señalar que «el seguimiento y análisis del comportamiento de la playa requiere un tiempo de dos años, a implementar tras los episodios de temporales que la castigan». Añadía que es entonces cuando «habrá que ver en qué puntos sumergidos se acumula la arena arrastrada por el oleaje».
Cáceres, que equipado con GPS recorría de forma lineal de punta a cabo la playa de Altafulla, admitía que «los modelos en predicción marítima tienen cierta fiabilidad a corto plazo, pero son errátiles en tiempo prolongado». De ahí que el seguimiento deberá examinar el paso de una docena de temporales.
Según este ingeniero, será entonces cuando «podremos dirigirnos a Costas del Estado para dar un par o tres de alternativas como posible solución para tratar de retener la arena en la playa de Altafulla», aunque reconoce que «las soluciones duraderas son complicadas». Se verá cuál es el modelo aceptable a aplicar, como la posibilidad de las construcciones sumergidas o tipo espigón como el que hay actualmente frente a la Roca de Gaià.
Por otro lado, Alba Muntadas recordó la vigencia del Pla de Gestió de la playa, elaborado el 2020, y que prevé aportaciones de arena, pero «con criterio técnico», sin dejar de lado la creación de sistemas dunares para la protección de entornos como el Parc de Voramar, «conscientes de que cada tramo de nuestra playa requiere un tratamiento específico, tanto para retener la arena como para la seguridad de los bañistas».
Asimismo, Muntadas insistió en que no se descartan otras posibles medidas, como la deconstrucción de estructuras en primera línea de mar, concretamente los dos extremos del paseo marítimo. De esta forma, se dispondría de una mayor superficie de arena y, a la vez, se podría preservar en estos espacios.