La infección por SARS-CoV-2 genera anticuerpos protectores en los infectados que se mantienen más de un año, según un estudio de IrsiCaixa en colaboración con el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA) del Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias de la Generalitat (IRTA) y el Barcelona Supercomputing Center (BSC).
En un comunicado este lunes, el investigador Julià Blanco ha explicado que "la severidad de la enfermedad es la que determina la magnitud y efectividad de la respuesta inmunitaria frente al SARS-CoV-2".
Así, los pacientes hospitalizados tienen una producción de anticuerpos superior, pero su capacidad de bloquear nuevas variantes del SARS-CoV-2 se ve más afectada en comparación a la de los pacientes asintomáticos o con sintomatología leve, que generan menos anticuerpos, pero más protectores.
"En los pacientes hospitalizados, la cantidad de anticuerpos protectores alcanza su nivel máximo pocos días después de presentar los primeros síntomas y, seguidamente, decae de manera pronunciada, hasta que se estabilizan, manteniéndose elevados en el tiempo", ha ilustrado el coautor del estudio, Edwards Pradenas.
Blanco ha destacado la importancia de analizar los anticuerpos: "Tener una buena respuesta inmunitaria es clave, sobre todo ahora con la aparición de nuevas variantes que pueden comprometer la efectividad de nuestras defensas".
Además, la vacunación ha implicado en todos los individuos del estudio --un total de 332-- un aumento en sus niveles de anticuerpos, llegando a cantidades muy similares entre todos ellos.
El director de IrsiCaixa, Bonaventura Clotet, ha celebrado este efecto de la vacuna pero ve necesario seguir analizando la respuesta inmunitaria de los que hayan recibido dosis: "Hay que seguir haciendo un seguimiento de la inmunidad de la población a largo plazo para poder saber cuánto dura y si sigue siendo efectiva ante las nuevas variantes. Sólo así podremos diseñar estrategias de prevención óptimas para combatir la actual pandemia".