Mariano Rajoy entró ayer en la campaña electoral del 21-D, su segunda intervención en poco menos de una semana en Catalunya, para hacer bandera del artículo 155 de la Constitución y para presentarse como el dirigente que ha logrado «parar en seco» el «delirio» secesionista. El Ejecutivo central lleva días presumiendo de que el proceso se ha acabado, según afirmó Rajoy hace seis días en Mataró, o que está «kaput», en palabras de la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, en un tono más bien triunfalista y que contrasta con las declaraciones de los soberanistas, que no dan en absoluto por finiquitado el proyecto independentista.
Tras la aplicación del 155, la disolución de la Cámara catalana y la convocatoria de elecciones, el dirigente popular empleó ayer la contundencia que le demandan sus bases. «Nosotros frenamos el disparate. El delirio de la independencia se ha frenado en seco», afirmó en Lleida, donde arropó al candidato Xavier García Albiol en una comida mitin con militantes. Rajoy alardeó de firmeza contra el independentismo y se aferró al 155 como la herramienta con la que, a su juicio, se está recuperando la «normalidad» y restañando la «convivencia». Son los mensajes que reclamaban sus simpatizantes en Catalunya tras la frustración por la promesa incumplida de que no habría urnas ni el 9-N ni el 1-O y la indignación por la declaración unilateral de independencia.
Rajoy pidió el apoyo para el PP como el voto «útil» y «seguro» y defendió que el partido «no se pondrá al servicio de ninguna causa de la que arrepentirse» ni estará sujeto a «ningún cambalache». En contraposición, señaló al independentismo como movimiento que, a su entender, «hace mucho daño a las personas, a sus familias, a su economía y a su vida».
En unas elecciones generales el reclamo del voto útil para el PP podría ser eficaz, pero en el 21-D este papel se lo está apropiando Ciudadanos, que tiene el viento a favor de las encuestas y que incluso estaría en disposición de ser la primera fuerza en número de votos, aunque no en diputados.
Ante este panorama, las elecciones para el PP son muy complicadas. Compite con Ciudadanos por el electorado del centroderecha en las áreas metropolitanas de Barcelona, Lleida y Tarragona. «No habrá mayoría alternativa al independentismo sin un PP fuerte en el Parlamento catalán», insistió, no obstante, el candidato Xavier García Albiol. El PP puede quedar como última fuerza de la Cámara catalana, por detrás de la CUP.
Rajoy se la juega
Los populares se presentan con el lema ‘España es la solución’, liderados por un contundente García Albiol, exalcalde de Badalona y del sector más a la derecha del partido. Rajoy se la juega en varios frentes.
Su primera batalla la libra contra los independentistas. El presidente del Gobierno se mostró hoy confiado en la victoria de los partidos constitucionalistas. «Ya está bien de hablar mal de España, hablemos bien y sintámonos orgullosos de lo que tenemos», reclamó. Pero estos comicios pueden tener, además, repercusión a nivel nacional. Una victoria de Ciudadanos en Catalunya podría catapultar al partido naranja y amenazar la hegemonía del PP en el centroderecha.
En Catalunya los populares insisten en que el objetivo es detener lo que consideran una situación de «descalabro». Pero que las elecciones trascienden el ámbito catalán lo demuestra el continuo marcaje que se hacen las fuerzas constitucionalistas entre sí. El independentismo se empeña en presentar al «bloque del 155» como un ente granítico, pero nada más lejos de la realidad. Celebraron por separado el día de la Constitución y, por la noche, en el primer debate de la campaña, se dieron mucha cera.