Rajoy pone límites a los pactos en la investidura más plácida

Advierte a socialistas y Ciudadanos que no habrá 'alegrías' presupuestarias y que no derogará sus principales medidas económicas porque 'haríamos un flaco favor a España'

19 mayo 2017 17:37 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:35
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Mariano Rajoy no perdió el talante dialogante de la víspera y reiteró su voluntad de pactar para gobernar con estabilidad toda la legislatura. Aunque ayer puso límites. El líder del PP advirtió a PSOE y Ciudadanos, sus socios potenciales, que no pensaba desmontar su obra legislativa ni permitirse alegrías presupuestarias o laborales. Así que pactos, sí, pero con mesura.

Todo ello sin crispación y con media sonrisa a pesar de que el debate se cerró con una nueva derrota, la tercera por 180 en contra por 170 a favor de su investidura como presidente del Gobierno. Un revés dulce como una caricia porque era el preludio de la victoria del sábado.

Pocas veces, ni siquiera cuando el candidato ha contado con mayoría absoluta, se ha vivido un debate de investidura tan plácido para el aspirante como el que se desarrolló ayer en el Congreso. Fue más intenso el duelo entre el PSOE y Podemos por hacerse con el liderazgo de la oposición, y hasta el de Ciudadanos con los de Pablo Iglesias, que los que mantuvo con Rajoy los portavoces de los grupos parlamentarios. El socialista Antonio Hernando y Pablo Iglesias se abofetearon con saña ante un Rajoy que observaba con regocijo displicente el combate en primera fila de ring.

El cara a cara con el portavoz del PSOE tuvo ribetes humillantes para el socialista. Rajoy desplegó un tono casi paternal para decirle a Hernando que no pasaba nada, que la abstención era lo mejor para todos. Además, apostilló, populares y socialistas no tienen grandes diferencias en los asuntos de Estado y acreditan una larga historia de pactos y colaboración.

El comentario que encendió al portavoz del PSOE: «No somos iguales. Ya sé lo que es el abrazo del oso». Pero Rajoy siguió erre que erre con un discurso comprensivo con la pirueta socialista. «No necesitamos estar a la gresca continua» ni, apostilló, «intento anular su labor de oposición».

Hernando, en un ejercicio imposible de coherencia, soltó unos manotazos que querían denotar agresividad. «Para pactar todo usted tendría que dejar de ser Rajoy» o «esto es una abstención de investidura, no de legislatura», fueron algunas de las pullas al futuro presidente del Gobierno.

El portavoz socialista sabía, sin embargo, que Rajoy no era la pieza a batir, era Pablo Iglesias y Podemos, a los que reprochó todo lo reprochable. «Liderar la oposición es mucho más que ponerse detrás de una pancarta», remató a sabiendas de lo que vendría después con la intervención del líder del partido morado.

Iglesias, en efecto, fue el contrapunto de Rajoy y en la mejor tradición de la izquierda dedicó más de la mitad de su discurso a zarandear a los socialistas por prestarse al «vergonzoso» trámite de facilitar un nuevo Gobierno del PP, un gesto, dijo, que invalida al PSOE para encabezar la oposición. «Ustedes están más cerca del PP que de nosotros», y reclamó a los actuales dirigentes que no mancharan «la memoria de los viejos socialistas». Echó también un pellizco de sal a la herida con un elogio «al valor» de los diputados del PSOE que votarán ‘no’ a Rajoy. Iglesias culminó su andanada con una reprimenda al PSOE por la, a su juicio, ingenuidad de pretender gobernar desde el Parlamento condicionando la actuación del Ejecutivo. «El Gobierno de Rajoy –sentenció– va a ser más de lo mismo».

Ponderación

El candidato del PP, a falta de ataques a los que responder, reprochó al líder de Podemos que se crea «perfecto» y «el mejor» líder del Congreso, cuando solo es la tercera fuerza de la Cámara y el PP es el partido más votado. Rajoy recuperó con Iglesias la campechanía parlamentaria y aconsejo a su interlocutor «ponderación porque si no se es ponderado no se llega a ningún sitio». Una recomendación que venía a cuento de que el líder de Podemos sostuviese que en la Cámara había «más delincuentes potenciales» que los que congregarán el sábado en la protesta ‘Rodea el Congreso’, y que le valió la amonestación de la presidenta del Congreso.

Si Iglesias había aprovechado la imposibilidad de los socialistas para responderle al haber concluido su turno, Albert Rivera hizo lo mismo con Podemos, formación a la que preguntó «cuál va a ser su papel en esta legislatura» si no quiere entenderse ni con el PP ni con el PSOE ni con Ciudadanos. El líder del partido naranja venía caliente con Iglesias, al que había tachado de «gilipollas» en un comentario en voz baja por poner en duda su talla intelectual, y se le notó.

El candidato del PP aprovechó el debate de guante blanco con Rivera para pintar las líneas rojas en su disponibilidad a llegar a acuerdos. «Habrá mucho que pactar, pero hay cosas con las que no se puede jugar», y citó: la estabilidad presupuestaria, la reducción del déficit o la creación de empleo. «Revertir las políticas económicas –prosiguió Rajoy– no es bueno, no es que no se puedan hacer cambios, pero si empezamos a derogar las leyes aprobadas haremos un flaco favor a España».

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