La capacidad de resiliencia y de adaptación de las empresas españolas se ha puesto a prueba en esta pandemia. Han resistido bastante bien los envites de esta crisis sanitaria, aunque, eso sí, a costa de sacrificar sus ingresos. De forma especial, las compañías familiares, que son las que más abundan en nuestro país, pues prácticamente el 90% del total de empresas son este tipo de negocio.
Pese a que el impacto de la Covid-19 ha provocado que el 62% de estas compañías vieran disminuir sus ingresos, su apuesta por el empleo es tal que han sido capaces de mantener el 93% de los puestos de trabajo en este periodo, según datos extraídos del Informe de Empresa Familiar 2021, elaborado por KPMG junto al Instituto y las Asociaciones Territoriales de Empresa Familiar.
Cabe destacar, por tanto, que los ajustes que las empresas familiares tuvieron que aplicar en los primeros meses de la pandemia afectaron solo a un 7% de su plantilla, un porcentaje muy inferior a la pérdida de facturación, puesto que apenas uno de cada cuatro encuestados mantuvo sus ventas, mientras que un 12% las incrementó.
La caída de la facturación fue más generalizada entre las empresas familiares dedicadas al alojamiento y restauración, a consecuencia del desplome que sufrió el turismo el año pasado, pero también la construcción e industria, por la paralización de la actividad sobre todo durante el tiempo de confinamiento estricto.
Los despidos fueron el último recurso. Si acaso optaron por reducir la jornada de sus empleados para ajustar costes, algo por lo que se decantaron el 37% de las empresas familiares, mientras que un 35% congeló las contrataciones. Otra forma de contener gastos fue que una de cada cinco aplazaron o disminuyeron la retribución de sus ejecutivos y analizaron métodos alternativos de compensación. También disminuyeron un 46% los gastos de oficina, así como los presupuestos de marketing y los inventarios, y reevaluaron sus acuerdos con clientes, proveedores y acreedores.
El mantenimiento del empleo en un escenario complejo e incierto fue posible gracias a que estas compañías contaban con liquidez suficiente para afrontar gastos y nóminas durante cerca de nueve meses, y tomaron decisiones rápidas para garantizar la viabilidad de la compañía.
También capearon mejor la crisis debido a que la inmensa mayoría se acogieron a alguna de las ayudas puesta en marcha por el Gobierno. El 77% de las empresas familiares españolas se han beneficiado de alguna de esas iniciativas, mientras que en empresas no familiares el porcentaje alcanza el 87%. Las medidas a las que más compañías se han acogido son a los préstamos ICO, a los que accedieron un 37%, seguidos de las subvenciones por ERTE (un 35%). A su vez, un 25% solicitaron un aplazamiento o reducción de impuestos. Pese a esta batería de medidas para contener la crisis, cuatro de cada cinco se muestran insatisfechas con la respuesta del Gobierno, frente al 7% que sí la valoran de forma positiva.
También hubo quien consiguió incrementar sus ganancias durante este periodo, un 12%, algo que se logró gracias a la capacidad de adaptación de su producto a un entorno en remoto, un 4% porque se había adaptado a la emergencia sanitaria, y un 3% porque supo responder a las nuevas necesidades del mercado.
Además fueron capaces de poner en marcha medidas para garantizar el bienestar de sus empleados. Así, el 77% de las empresas familiares encuestadas (cerca de 500) destacan el desarrollo de mecanismos para ayudar a sus equipos a gestionar el estrés generado por la pandemia, mientras que el 52% implementaron de forma general el teletrabajo.
«Si algo define a las empresas familiares españolas es su resiliencia, agilidad y capacidad de adaptación», sostiene Miguel Angel Faura, socio responsable de Empresa Familiar de KPMG en España, y quien recuerda que el 89% de las empresas españolas son familiares y que generan el 67% del empleo y el 57% del PIB del sector privado.