La playa nudista del Torn de l’Hospitalet de l’Infant es una playa peculiar. Su acceso no es de los más fáciles, puesto que o bien se ha de cruzar la vía del tren o trazar una carretera llena de curvas pasando por sus increíbles miradores. Su arena además es especial, ya que es un tanto gruesa y su color es más bien oscuro. La longitud es de unos 3 quilómetros y suele moverse la gente a cuenta gotas. Algo más cercano se encuentra el camping Templo del Sol, un espacio que le da bastante vida a la playa. Además cuenta con duchas en verano, servicio de vigilancia y el histórico chiringuito de Pep con sus estimadas paellas para grupos. El peñasco en la esquina de la playa es característico. Es el que le da el nombre y detrás hay una historia.
«Resulta que en antaño se distinguía como una pequeña isla, estaba rodeada de agua y ésta la rodeaba completamente, la iba tornenando, el 'agua feia tornada'. El pequeño islote, con el tiempo, se ha ido erosionando y ahora está justo pegado a la orilla», esta es la explicación que ofrece Víctor Germán, del Chiringuito de Pep, a pie del famoso negocio. Según detalla, los corsarios también utilizaban el islote para esconderse y así poder salir sin ser vistos.
Desde luego la playa se distingue por encerrar mil historias. Según añade Germán, el naturismo implica una concienciación distinta con el entorno. «Los bañistas se ocupan de preservar el lugar y es una idea que se palpa al llegar aquí», describe mientras señala la zona arenosa. Dice que el ritmo de la zona es único y establece que hay una gran diferencia entre las playas textiles y las nudistas. «Es mucho más relajada y respetuosa en cuanto a la contaminación acústica. La gente aquí es más discreta, habla más bajo. También hay mucha intimidad en este tipo de playas. Por tanto, no encontramos esas masificaciones de las demás playas», resalta. Cada individuo tiene su espacio en la también reserva natural, «la arena no suele estar sucia por lo general, se cuida mucho», reitera.
Según añade Germán, del Chiringuito de Pep, el naturismo implica una conscienciación distinta del entorno
Desde Barcelona expresamente y muy bien recomendado llega Jordi Saura, ataviado aún con su ropa y dispuesto a disfrutar de un día algo nublado pero aprovechable. «He querido venir unos días a veranear por la zona porque esta playa me parece incomparable. Hace más de 10 años que la concozco y siempre he tenido muy buenas referencias», valora Saura. Viene equipado con una sombrilla, dice que hay que cuidar muy bien la piel y más por las mañanas. Sobre la posible dificultad para llegar con vehículo hasta la playa, Saura lo tiene claro. «A parte de cruzar las vías con sumo cuidado, no es más difícil que cruzar cualquier paso de peatones en Salou», resume.
En el caso de Miguel Ángel Pitarch, de Vinaroz, acude por segunda vez a este playa. Se la recomendó un amigo y cuando acudió a conocerla quiso repetir. «Tengo intención de volver antes de que se acabe el verano, aquí te sientes libre», opina sonriente. Se entretiene con cualquier cosa. Bien puede bañarse, juega a palas con amigos, escucha música, come en el chiringuito y juega a las cartas. «Aquí siempre tienes cosas que hacer», concluye retomando su paseo por la orilla. Oteando el horizonte está el joven socorrista Jordi Bachero (20), es de Miami Platja y es el segundo día que está en esta playa. «Quiero aprender de este sector. Me motiva mucho», dice.
La longitud de la playa es de unos tres quilómetros y suele moverse la gente progresivamenteUn chiringuito con solera y unas paellas únicas
Un reclamo que encierra esta playa es el conocido Chiringuito de Pep. Es famoso por sus grandes paellas, pero también por el trato. Conserva un aire marinero a la vez que acogedor, escondido en una gran zona arbolada con buena sombra. Aunque el dueño no se encuentra en el preciso momento de la entrevista, Víctor Germán se encarga de recordarnos su persona y su historia. «Este chiringuito lleva 24 años en este mismo lugar, pero se ha ido moviendo por diferentes espacios de la Platja del Torn. En total, este negocio lleva dando guerra en esta playa hará unos 34 años a lo sumo», acota Germán.
Respecto al ámbito culinario, las paellas son las estrellas de la carta. «Pep hace una paella popular los domingos, es una elaboración para unas 70 personas que la subimos un grupo de personas y que llega a pesar alrededor de unos 13 kg. Lo que hay que hacer al llegar a la playa es encargarla por la mañana», especifica. Los platos combinados también tienen buena fama. «Los días nublados en los que no apetece tanto estar en la playa, la gente viene expresamente a comer.Este sitio ba muy buscado», dice Germán.