La paz interna apenas ha durado 20 días en Junts per Catalunya (JxC). El ‘caso Dalmases’, que ha concluido con el cese del diputado nacionalista como vicepresidente del partido, ha reabierto las heridas en la formación soberanista, cuando aún supuraban tras la consulta interna que se decidió la salida del Govern. Han vuelto las hostilidades entre los dos sectores en pugna: los postconvergentes y los rupturistas, que libran una batalla por el control del partido de Carles Puigdemont.
Francesc de Dalmases, miembro del sector radical, se vio obligado a dimitir de sus responsabilidades orgánicas y corre el riesgo de ser forzado también a apartarse como diputado autonómico. El dirigente nacionalista es la mano derecha de Laura Borràs y en el partido ya han aflorado voces para denunciar que lo que existe en el fondo del caso es un «ataque» orquestado por el sector postconvergente para abatir a Laura Borràs, presidenta de la formación y líder del ala más inflexible.
«No era un ataque contra Dalmases, sino también contra la presidenta Borràs, que es caza mayor», afirmó ayer Jaume Alonso Cuevillas en la SER. Ambas facciones se enfrentaron a cara de perro a cuenta de la decisión sobre si el partido debía o no salir del Govern. Laura Borràs forzó la consulta interna entre la militancia y la ganó con el 55% de los votos. La consulta se celebró el pasado 7 de octubre. Junts acabó rompiendo con ERC y los consejeros junteros abandonaron el Gobierno de Aragonès. Cuevillas, del sector radical, admitió ayer lo que hace tiempo es un secreto a voces, pero los dirigentes negaban: que en el partido coexisten dos almas claramente diferenciadas, lo cual es una realidad notoria a pesar de que se intenta camuflar y hacer ver que no pasa nada.
Las relaciones son cada vez más complicadas entre los dos bandos del partido y el riesgo de escisión siempre está latente. El propio Cuevillas verbalizó la amenaza de ruptura interna durante la campaña de la consulta para salir del Govern. La dirección pensó que con la salida del Govern cerraría durante un tiempo la crisis para poder consolidar su estrategia desde la oposición, pero lo hizo en falso.
Los postconvergentes y algunos exconsejeros se han cobrado la venganza, con el cese del colaborador de Borràs. De hecho, en la reunión del martes de la cúpula de la formación, ni siquiera participó Dalmases, ingresado por ansiedad. En su entorno solicitaron que se aplazara la ejecutiva, pero la dirección no accedió. Buscaba una salida rápida. Batalla en las redes Este caso, no obstante, no ha concluido, toda vez que en el seno de Junts hay un sector que está recogiendo firmas para obligar a Dalmases a dejar su acta de diputado y otras dos diputadas le acusan de prácticas intimidatorias como las que denunció la periodista de TV3, certificó el informe elaborado por Magda Oranich y provocó su cese.
Fuentes del partido acusaron al entorno de Borràs de usar las redes sociales, con perfiles falsos para difamar a Albert Batet (diputado de Valls) o Jordi Sànchez. El dirigente nacionalista recibe presiones en su partido y en el Parlament para que dimita como miembro de la Cámara. ERC, CUP y comunes urgen para que se convoque la comisión del estatuto del diputado a fin de abordar la situación del juntero. Esta comisión la preside Cuevillas y podría adoptar medidas contra el dirigente soberanista en virtud del código de conducta e incluso proponer su expulsión.