La ‘llamada amiga’ que comenzó para evitar la soledad a una vecina de La Bisbal

Dos veces al año se encuentran voluntarios y vecinos para conocerse cara a cara

03 enero 2025 20:34 | Actualizado a 03 enero 2025 20:42
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Todo comenzó cuando la señora Maria quedó viuda. La casa entonces se hizo muy grande. Tan justa que parecía años atrás. Demasiado jardín y más grande aún la soledad.

Y más allí, en la urbanización de Can Gordei, alejada del centro histórico de La Bisbal. María vivía en Cerdanyola, pero se sentía tan a gusto en La Bisbal que decidió quedarse con su marido. Can Gordei es principalmente de segundas residencias donde en invierno quedan pocos vecinos.

Miguel, de la misma urbanización planteó al gobierno local de entonces que debía hacerse algo por esas personas mayores que quedaban solas en las urbanizaciones. Hoy Miguel, con 80 años, es usuario del servicio que propuso y que fue pionero en Catalunya.

Muchos núcleos

En La Bisbal hay siete urbanizaciones, además del núcleo central y del casco histórico donde se reparten unos 4.500 vecinos, muchos de ellos de edad avanzada que en su día pensaron que jubilarse en la casa de verano, rodeado de bosque y tranquilidad, era una buena decisión. Y lo fue.

Pero el tipo pasa deprisa y los años pesan y a veces ya no se está acompañado y las aficiones y las fuerzas no son las mismas. Y la soledad es fría. Si cabe aún más en lo pasados días de Navidad.

Aquella petición que hizo Miguel cristalizó en el servicio Bon dia que fue innovador y que se mantiene desde 2016, ahora con unos 40 usuarios y 12 voluntarios que a diario, de lunes a viernes, llaman a las personas mayores que viven solas.

$!La concejal Paqui Cepas con dos voluntarias del servicio.

Para darles los buenos días, para preguntarles cómo están, si necesitan algo... o para detectar si tienen algún problema. ¿Ha ido al médico? ¿Se tomó las pastillas? ¿Ha hablado con sus hijos?». Es tener «una voz amiga», lo define Miguel, que vive con su mujer en la casa de la urbanización. Una conversación que sobre todo da calidez.

«Es una alegría que cada día te llamen, charlas un rato y te das cuenta que no estás solo. Que alguien está pendiente», explica Miguel. Ahora cada día espera la llamada del voluntario. La concejal de Gent Gran, Paqui Cepas, destaca que desde el primer momento el servicio funciona con voluntarios.

Desde el primer día

Cada día son dos personas las que realizan las llamadas. Hay voluntarios que están desde el primer día con algunos periodos de ausencia, pero que han vuelto. «Es una manera de tener contacto con los abuelos que viven lejos del núcleo y no pueden desplazarse». Si la persona no responde al teléfono durante un par de días se llama a un familiar para explicar la situación.

«En algún caso hemos encontrado que algún abuelo no ha querido o podido ir al médico y se ha activado un ambulancia».

Y dos veces al año voluntarios y usuarios se reúnen para comer y compartir. Para conocerse y ponerse cara. Y ver que no están solos.

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