Viñuales aprueba el presupuesto con más consenso del siglo XXI en Tarragona
Los 20 votos ‘sí’ a las cuentas del 2024 sumados ayer entre PSC, ERC, Junts y ECP superan los 16 que el exalcalde Joan Miquel Nadal (CiU) logró en el año 2000 con el PP
El alcalde Rubén Viñuales (PSC) gestionará en 2024 el presupuesto municipal con más apoyo del siglo XXI. Los 20 votos a favor logrados en el pleno de ayer –9 del PSC, 6 de ERC, 3 de Junts y 2 de ECP– suponen el mayor consenso que se recuerda en la historia reciente de la Plaça de la Font.
Hasta la fecha, las cuentas que contaban con un mayor músculo político eran las aprobadas el 22 de noviembre del año 2000 para el presupuesto del 2001. Ese día, el entonces alcalde Joan Miquel Nadal (CiU) –que gobernaba con un pacto estable con el PP– sumó los 16 votos que sumaban los dos grupos que formaban el ejecutivo municipal de Convergència i Unió (11 ediles) y PP (5).
Hasta el final de su etapa como alcalde, Nadal nunca logró repetir la cifra de 16 apoyos, quedándose entre los 13 y los 15 hasta 2007. La falta de algún concejal de alguno de los dos partidos impidió igualar la cifra del 2000, si bien el edil convergente siempre logró hasta su marcha en mayo de 2007 sacar adelante las previsiones económicas gracias a la mayoría absoluta que sumaban nacionalistas y conservadores.
Ballesteros, con ERC, PP y Unió
Posteriormente, entre 2007 y 2019 Josep Fèlix Ballesteros (PSC) tampoco llegó nunca a los 20 votos sumados ayer por el gobierno de Viñuales. El exlíder socialista se movió siempre entre los 11 y los 15 votos a favor de sus cuentas.
Así, entre 2007 y 2011 –formando gobierno con ERC– siempre estuvo entre los 14 y los 15 apoyos de su grupo y el de Esquerra, mientras que entre 2011 y 2015 –con un ejecutivo en minoría de 12 ediles– siempre contó con la colaboración de, como mínimo, la abstención de un partido que no estaba en el gobierno: primero el PP y, en el tramo final de ese mandato, logró sumar a la Convergència i Unió de Victòria Forns.
Ya en su tramo final de gestión, el PSC se alió formalmente con el PP y Unió Democràtica para tirar hacia adelante los presupuestos con mayorías estables de entre 12 y 14 concejales y una abstención en el último año del grupo de Ciutadans, entonces liderado por el actual alcalde socialista, Rubén Viñuales.
Más complicado tuvo el panorama Pau Ricomà (ERC), quien contó siempre con un gobierno en minoría –primero con ECP y luego con Junts y CUP–, lo que le obligó a negociar las cuentas con la oposición. En sus dos primeros años, Ricomà pactó el presupuesto con soberanistas y anticapitalistas sumando 14 apoyos, pero el divorcio con los Comuns en junio de 2021 supuso un tsunami que le dejó sin cuentas para 2022, por lo que tuvo que prorrogar las del año anterior. Ya el año pasado sumó 13 votos a favor para volver a aprobar los números in extremis gracias a la abstención de ECP.
¿‘Espíritu Diputació’?
Ayer, el pleno para aprobar las cuentas se celebró en la Diputació. Quizás por el escenario –donde cada año se avalan las votaciones por amplísimos consensos–, lo cierto es que la propuesta del gobierno socialista sumó el mayor apoyo que se recuerda, con el aval de tres de las cinco formaciones que no están en el gobierno y la oposición de PP y Vox.
«Es un presupuesto de ciudad y de compromiso», indicó la concejal de Hisenda, Isabel Mascaró (PSC), quien ayer se convirtió en la gran protagonista del pleno recibiendo elogios de todas las formaciones por el «talante negociador» que ha hecho posible el bloque del 74% de los 20 votos.
En 2024, el presupuesto ascenderá a 263 millones incluyendo las empresas, con 21 para inversiones con la biblioteca de Torreforta (1,9 millones), la apuesta por el colector de la Part Baixa (1,5) y la instalación de alumbrado LED (1,4) como las principales actuaciones. Por su parte, el alcalde Rubén Viñuales (PSC) recalcó que «hemos hecho lo que nos pide la gente: hablar y llegar a acuerdos».
Desde ERC, Maria Roig puso de manifiesto que el voto afirmativo del principal partido de la oposición se debe a la «responsabilidad» de «poner a la ciudad por delante de todo», enfatizando que «dejamos de lado el partidismo y las venganzas inútiles que no nos llevarán a ninguna parte», tras acordar un paquete inversor de 4,2 millones. En el lado del ‘sí’, Jordi Sendra (Junts) valoró que «se ha negociado sin apriorismos», añadiendo que «si se sigue en esta línea, podemos ponernos de acuerdo en los grandes temas de ciudad». Por su parte, Jordi Collado (ECP) alertó de que «vigilaremos la ejecución para que el dinero se gaste en servicios y no para pagar deuda».
Maria Mercè Martorell (PP) criticó que las cuentas «son continuistas» y que «se pierde una gran oportunidad», «quedando claro» que «no era necesario subir impuestos». Javier Gómez (Vox) lamentó que «la presión fiscal es asfixiante, se piden más créditos y se venderá patrimonio».
Con solo los siete votos en contra del bloque conservador, el presupuesto de los 20 concejales podrá entrar en vigor el 1 de enero, un hecho que no se producía desde el ya lejano 2017 con un gobierno municipal entre PSC, PP y Unió. La etapa post procés ya es una realidad en la Plaça de la Font.