Vecinos del Barri del Port: «Ni locales ni vecinos estamos tranquilos. El pan de cada día son las botellas y los palos»
Los vecinos del Barri del Port piden un punto constante de la Guàrdia Urbana en la zona por el incremento de inseguridad en la zona próxima a la estación de trenes y la Plaça dels Carros
La pelea del domingo por la tarde delante de la estación de trenes, en la que resultó un herido crítico por el que se llegó a temer por su vida, ayer estaba en boca de todos los vecinos del Barri del Port. «Por desgracia no es un hecho puntual. Vivo y trabajo aquí y todas las noches es igual, estás en casa y escuchas las peleas y si los hijos salen y llegan cinco minutos más tarde de lo previsto ya te preocupas», lamenta Fai, responsable de un bar de la Plaça de la Pedrera, a escasos metros del sitio donde sucedieron los hechos.
Esta asegura que los bares de la zona están cansados y asustados. Tanto a ella como a su personal los han amenazado e incluso a la chica que trabaja con ella hace unos días que la golpearon. «No soy ni racista ni machista ni nada de esto, pero ha llegado el momento que estoy buscando a un camarero chico que sea fuerte», decía.
El ambiente no es bueno y en el último año los vecinos aseguran que ha ido a peor. Lo atribuyen a la elevada presencia de personas, muy a menudo en estado de embriaguez, que acostumbran a deambular por la calle y que generan problemas tanto con el personal de los bares como con los clientes. Y estas situaciones en ocasiones acaban con peleas violentas como la de este fin de semana.
«No me gusta molestar, pero alguna vez he tenido que llamar a la policía hasta tres veces en un día, porque tengo que proteger a mi trabajadora. El problema es que los llamas y si tardan 20 minutos o lo que sea, ya han escapado», continua diciendo Fai, quien reconoce que ahora mismo siente «miedo» en el barrio.
Un cliente que lleva 40 años viviendo en la zona se suma a la conversación. «Esto es un desastre por el estado de las calles y la gentuza que se mueve. Cada vez vamos a peor», afirma esta persona que prefiere mantenerse en el anonimato. «Después todos sabemos lo que pasa», añade.
La proximidad con la estación de trenes hace que constantemente haya movimiento de gente, pero es a partir de media tarde cuando empieza a enrarecerse. «Si tengo que venir a las cinco de la mañana no vengo sola y por las noches acostumbramos a salir con mi compañera porque da miedo», dice María José, trabajadora del bar de la estación.
Calixto lo atribuye a la «degradación» del barrio. «No hay estancos, ni bancos ni nada. En cambio, ves un montón de gente que está todo el día dando vueltas».
La problemática va más allá del ámbito de la estación. «Las botellas y los palos son el pan de cada día. Ni los vecinos y ni los locales estamos tranquilos», decía un trabajador de la Plaça dels Carros. «El viernes a las cinco de la tarde hubo una pelea con dos heridos graves, con la cabeza abierta, que se los tuvieron que llevar con la ambulancia. A las siete, había otra con cuatro heridos que también se los tuvieron que llevar y a las nueve de la noche volvía a haber tangana. Y no es el peor día», seguía explicando.
Este asegura que la situación le está comportando un nivel de estrés que ya ha solicitado a su jefa cambiarse de local. «No quiero permanecer aquí. En el último mes y medio he vivido lo que no había visto en mi vida y mira que he estado en sitios como La Mina», sigue diciendo esta persona, quien asegura que detrás está el trapicheo de droga. «El problema es que se los llevan y a los veinte minutos vuelven a estar en la calle», concluye.
Por su parte, la trabajadora de otro establecimiento vecino afirmaba que «no hemos tenido ningún problema porque tan solo abrimos por las mañanas, pero cuando bajamos, a las 5.30 horas, siempre hay gente por aquí durmiendo. Antes venía sola, ahora no sé si lo haría».
Desde la Associació de Veïns del Barri del Port, Mari Carmen Puig, lamenta que los problemas son «a diario» y que «no sabemos por donde cogerlo». Estos ya se han reunido hasta en dos ocasiones con el Ayuntamiento y solicitarán un tercer encuentro en el que volverán a poner encima de la mesa que haya un punto fijo de la Guàrdia Urbana en el barrio.
«Estamos muy preocupados, porque encima en la Part Baixa tenemos todas las dependencias de los servicios sociales y no es que estemos en contra, pero la situación es deprimente, porque después estas personas se quedan deambulando por la calle», decía esta representante vecinal.
Puig se pregunta si realmente funcionan las cámaras de seguridad. «No sé si sirven para alguna cosa, pero el barrio va cuesta abajo y sin frenos. Realmente es penoso lo que vemos», decía.
En el pleno de ayer por la mañana se habló sobre la situación. Al respecto, el alcalde de Tarragona, Rubén Viñuales, quien también es el concejal de Seguretat, reconocía que «tenemos un problema con los episodios de inseguridad».