Un matrimonio de Tarragona, entre los afectados por el ataque de Hamás
Los tarraconenses Annabel Vidal y Àlex Mestre aterrizaron ayer en El Prat tras pasar cuatro días en Israel. «Ha sido la peor experiencia de nuestra vida, temimos morir», relatan
Los tarraconenses Annabel Vidal y Àlex Mestre no olvidarán nunca el fin de semana del 7 y 8 de octubre del 2023. Este matrimonio ha vivido «la peor experiencia de nuestra vida», tras verse afectado por el ataque que Hamás perpetró la madrugada del pasado sábado en Israel, que ya ha derivado en más de 600 muertos y 2.000 heridos según los últimos recuentos oficiales, además de recrudecer un conflicto que se alarga desde hace décadas y que justo ahora vive uno de los momentos más sangrientos que se recuerdan, con una contraofensiva israelí que ya ha dejado, asimismo, al menos 313 muertos y 2.000 heridos en Gaza.
La pareja, que vive en Tarragona ciudad, se desplazó el pasado miércoles a Tel-Aviv en un viaje turístico. Desde ese día hasta el viernes la experiencia fue «de coña», según relataron ayer al Diari. Los problemas, sin embargo, llegaron la madrugada del sábado, con el ataque sorpresa de Hamás, que lanzó miles de cohetes y realizó una incursión armada en territorio israelí. «No tuvimos conocimiento de que entrábamos en guerra hasta varias horas después. Estábamos en un hotel de Jerusalén, en una habitación que no tenía ni ventana», indican. Pese a ello, a Annabel Vidal sí que le extrañó que «a las 4.30 de la madrugada un turista alemán estuviera hablando en el pasillo con un elevado tono de voz». Pese a ello, en ese momento se conectó a las noticias pero no vio nada «raro».
La desagradable sorpresa llegó al despertarse a las 9.30 horas. «Salimos y ya notamos un ambiente muy raro pese a que era Sabbat. Y empezamos a recibir muchos whatsapps y a escuchar sirenas», indican. Ese día tenían programada una excursión al Mar Muerto, que anularon para irse al aeropuerto. «No teníamos el vuelo hasta casi 24 horas después, a las seis de la mañana del domingo, pero sabíamos que Ben Gurión –el nombre del aeropuerto de Tel-Aviv– era el lugar más seguro–», afirman.
Por ello, desde el hotel lograron contratar un taxi «a precio de guerra». En ese momento, además, contactaron con la embajada española en Israel. «Fue desconcertante. Llamamos y la persona que nos atendió ni nos pidió el nombre ni el pasaporte. Y solo nos dijo que él estaba con su hijo en el búnker y que siguiéramos las recomendaciones de las autoridades». Paralelamente, escribieron un mail a la representación española, que contestó 18 horas después «dándonos teléfonos», lamentan. «Fue desesperante, ni nos apuntaron a una lista de españoles afectados ni siguieron ningún protocolo. Nos sentimos desamparados», critican.
El ‘factor Vueling’
El peor momento, sin embargo, llegó a las 20 horas del sábado. «Oímos bombas, sonaron las sirenas y se activó la megafonía a toda voz», recuerda Àlex, mientras que Annabel reconoce que «temí por mi vida. Me imaginaba que entrarían con metralletas y que allí se acabaría todo». Entonces ya se había cancelado un vuelo de Iberia a Madrid. «Veías el listado y todo estaba en rojo, aunque el nuestro aún no salía». Las dudas, pues, existían, ya que el avión debía despegar a las seis de la mañana. «Al final, cuando salió en pantalla, siempre apareció como retrasado y no como cancelado. Esta fue la clave».
Ya a primera hora del domingo llegó la confirmación de que, efectivamente, embarcarían, un hecho que se materializó a las seis de la tarde. «Técnicamente, solo sufrimos un retraso de 12 horas», bromean. Vía Roma, la llegada a la una de la madrugada de ayer al Prat puso el punto y final a la odisea en Tierra Santa.