¿Tienen las propinas los días contados?
El pago en efectivo cae y eso aumenta el uso de los pagos electrónico que están reduciendo de manera considerable este extra para los trabajadores del sector hostelero
Cada vez se dejan menos propinas. Esto es una realidad irrefutable que sobre todo el sector de la hostelería sufre. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Hay diversos factores que han influido de manera directa en esta tendencia, pero sobre todo lo ha hecho la irrupción de los pagos electrónicos. Cada vez se maneja menos efectivo y eso provoca que la cultura de la gratificación esté en un momento crítico. «Las nuevas generaciones no tienen muy integrado lo de dar propina y el hecho de que cada vez se paga más con tarjeta solo hace que acrecentar esta tendencia. Mi padre daba propina al que le echaba gasolina, al taxista... pero porque ofrecían unos servicios extras. Ahora se ha cambiado la forma de trabajar», así lo confirma Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya.
Hay ya hasta quien sale sin una moneda en el bolsillo. Para algunos suena a locura, para otros a pura normalidad. Por eso es hora de renovarse o morir para un sector hostelero que defiende este tipo de gratificaciones, pero siempre dentro de unos límites. Otros van más allá y creen que no debería darse propinar a los camareros porque es una manera de ocultar que el salario que perciben no está a la altura de su trabajo.
«Hay mucha gente que no lleva efectivo en los bolsillos y muchos restaurantes o bares no aceptan la propina mediante tarjeta de crédito. Eso puede desembocar a medio y largo plazo a tener una falta de costumbre». Así lo asegura Javier Escribano, Presidente de La Asociación de Empresarios de Hostelería de Tarragona Ciudad y propietario del Restaurante La Morada.
Los pagos con tarjeta y con aplicaciones móviles no paran de crecer y han pasado del 16% en 2019 a más del 30% en 2022, según el Banco de España. Ruiz explica este factor y el impacto que está teniendo en las propinas sobre todo en el sector de la hostelería: «Antes la gente se sentía mal si no dejaba nada de propina en la mesa. Ahora cuando se paga con tarjeta desaparece el qué dirán. Además otro hecho que influye es que no sabe si lo que se deja de propina se lo repartirán los camareros o se lo quedará directamente el empresario».
Sin embargo, para Escribano la cultura de la propina sigue viva y así lo defiende: «Si tú das un buen servicio y la gente disfruta y se va contenta, la cultura sigue vigente porque el cliente es agradecido con nosotros. La hostelería tiene mucha empatía después de lo que hemos pasado con la pandemia y estamos pasando ahora con la inflación».
Eso sí, reconoce que al hecho de que la gente no lleve efectivo se suma el factor de que también muchos restaurantes y bares no aceptan la propina mediante pagos electrónicos y eso abre una brecha: «Según el sistema de cobro que tengas en la caja te descuadra. Y es por eso que en muchos sitios no admiten la propina con tarjeta de crédito».
Rubén Sánchez, portavoz de FACUA (Consumidors en Acció) ofrece un punto de vista diferente sobre las propinas a las que critica duramente: «Lo primero que hay que dejar claro es que una propina obligatoria es ilegal. Lo que si es legal es pedirla, lo que pasa es que esconde un sueldo poco digno para el trabajador».
Su discurso coge temperatura cuando lanza la siguiente afirmación: «Para mi el mensaje de dar propina es denigrante. Lo que tienen que hacer los empresarios es ofrecer un salario digno. El consumidor lo que tiene que hacer es pagar por el servicio que está recibiendo y no tiene que pagar un extra para que el camarero tenga una mejor retribución como tampoco lo hace con el limpiador, el cocinero o el que coloca el wifi en el local».
Ruiz apoya este pensamiento, aunque no considera que sea denigrante el hecho de dar propina: «No es una falta de respeto. La propina es para agradecer un comportamiento extraordinario. Si no están estos servicios extras y el trabajador se limita a cumplir, tampoco tienes porque agradecer nada. Simplemente está sucediendo esto».
Este contexto de la disminución de propinas está dibujando un nuevo escenario a nivel nacional en el que restaurantes de Madrid o Barcelona ya se lleva la propina americana. Los tíquets reflejan el importe total sin propina, el importe con el porcentaje sugerido (5, 8 o 10 %) e incluso la opción de una propina libre.
Para Javier Escribano, esta medida no tiene sentido y la critica con firmeza: «Nosotros estamos pagando unos sueldos dignos. Un ayudante de camarero o de cocinero está cobrando casi 1.300 euros netos por convenio. Esto que viene más de Estados Unidos sabemos que es más porque los sueldos allí son bajos. Yo creo que aquí no se da este caso. Si se incluye la propina pierde todo el sentido del mundo como el propio nombre indica porque es opcional. Sería como una especie de impuesto extra y la verdad que no le veo recorrido».
Elisabet Ruiz defiende totalmente esta postura de Escribano y de ahí viene otra explicación de porque la propina ya no está tan instaurada en nuestra sociedad y ni mucho menos lo estará la propina a la americana: «En España los salarios ya están ajustados y por eso ya no hay mucha cultura de propinas». Rubén Sánchez, que lógicamente está totalmente en contra, va más allá y cree que esta tendencia no se puede tener en cuenta ni para Tarragona ni para el estado en general: «Las propinas a la americana no están ni mucho menos generalizadas en España. Hay solo dos o tres casos puntuales, pero es verdad que han trascendido. Son casos anecdóticos y no creemos que esto se vaya a implantar».