Tarragona tiene un radar cada 47 kilómetros
El dispositivo de tramo que se halla entre Ulldecona y Amposta, en la autopista AP-7, es el que más multa y recauda de todo el Estado. En 2022 puso sanciones por 6,6 millones de euros
Hoy, día fuerte de la segunda fase de la Operación Salida por las vacaciones de Semana Santa, serán miles los vehículos que circularán por las carreteras de la provincia de Tarragona, pues a la llegada de turistas y visitantes procedentes de otras partes de Catalunya y del resto del Estado, básicamente –aunque también se espera a un buen número de familias francesas que llegarán en sus coches–, se unirán los tarraconenses que han decidido pasar estos días en otras latitudes.
Las autoridades de Tráfico han hecho durante estos días un llamamiento especial para que se respeten las normas, toda vez que habrá más vehículos de lo normal en las carreteras. Asimismo, las predicciones meteorológicas adversas invitan a extremar la prudencia al volante.
Sin embargo, siempre habrá conductores que circulen por las carreteras tarraconenses superando los límites de velocidad. Bien, pues estos automovilistas deben tener en cuenta que la posibilidad de ser ‘cazados’ y recibir una sanción es ciertamente elevada.
Y es que la red viaria de esta demarcación cuenta con un radar por cada 47 kilómetros, sin contar los aparatos móviles ni los que instalan los ayuntamientos en diferentes calles de sus municipios.
En efecto, Tarragona, con una red viaria de aproximadamente 2.785 kilómetros –579 del Estado, 1.121 de la Generalitat y 1.085 gestionados por la Diputació–, cuenta con 54 radares fijos y otros cinco de tramo, lo que la incluye en el top 20 de las provincias españolas con más medidores de velocidad, uno cada 13.600 habitantes, la mitad que Madrid, donde hay un dispositivo por cada 28.600 habitantes.
Este ranking lo encabeza con abrumadora superioridad la demarcación de Barcelona, que concentra 277 radares fijos, 165 de semáforo –los que cazan a aquellos conductores que los cruzan con la luz roja encendida– y 31 de tramo. No obstante, en el cómputo de radares por habitante, Barcelona –uno por cada 11.800 personas– es rebasada por Girona, donde hay un radar por cada 5.900 ciudadanos, un récord nacional, pues esta provincia suma 128 aparatos: 110 fijos, 5 de semáforo y 13 de tramo.
Con estos datos, no es de extrañar que Catalunya, que tiene la competencia de Tráfico transferida, sea, con un total de 742, la comunidad del Estado con más radares. De hecho, Coyote, el proveedor de sistemas de asistencia a la conducción y aviso de radares, señala en el III Observatorio de Radares en España que la cifra de dispositivos que hay en Catalunya supone el 25% respecto al total estatal.
Una multa cada 42 segundos
Fruto de este elevado número de dispositivos, el Servei Català de Trànsit (SCT) dio a conocer en agosto pasado el número de multas interpuestas por exceso de velocidad durante 2022, el último año del que hay registros: 758.659. Haciendo cálculos, para aterrizar la magnitud de esta cifra, sale una media de una sanción cada 42 segundos. O lo que vendría a ser lo mismo, una recaudación de 83 millones de euros para la Generalitat.
Volviendo al caso de Tarragona, la mayoría de los radares se concentran en vías de gran capacidad, como la autopista AP-7 y las nacionales N-340 y N-420, así como en autovías como la T-11, que une Tarragona y Reus, o la C-31b, que va de Tarragona a Salou. Se trata de dispositivos ubicados cerca de importantes núcleos de población y cuya presencia se diluye a medida que nos adentramos en carreteras del interior.
Son los aparatos instalados en la parte sur de la autopista AP-7 los más eficaces. O, al menos, los que más recaudan. De hecho, el tramo que más multas registró fue el de la AP-7 entre Ulldecona y Amposta, que ocupa la primera posición a nivel nacional, con un total de 59.036 sanciones en 2022 que reportaron a las arcas de la Generalitat nada más y nada menos que 6,6 millones de euros.
¿Recaudar o salvar vidas?
La ‘afición’ catalana a los radares suscita una polémica entre conductores que, aunque vieja, no deja de estar de actualidad y que enfrenta a quienes critican la medida por su «afán descaradamente recaudatorio» y a quienes la defienden con el argumento de que «ayudan a salvar vidas». En el primer grupo se halla Jaume, quien asegura que «si de verdad las autoridades de Trànsit quisieran salvar vidas, en lugar de quedarse ocultos en el interior de un coche camuflado para cazar a infractores cuando pasan, se harían bien visibles, ya que nada disuade tanto como ver a un policía uniformado. ¿Quién no levanta el pie del acelerador al toparse con una patrulla?».
Joan, por el contrario, sostiene que «poner un agente en cada kilómetro de carretera es inviable, por lo que ya está bien que haya unos dispositivos que cacen al que supere la velocidad, no en vano se trata de una de las mayores causas de accidentes».
Sea como fuere, los conductores deberían recordar que hay 59 radares en las carreteras de Tarragona controlando los excesos.