Tarragona, ciudad de cuarentañeros

Natalidad a la baja y envejecimiento al alza. Este es el retrato en cifras de una urbe que depende de la inmigración para crecer

Simplificando mucho, podría decirse que Tarragona es una ciudad de cuarentañeros (sí, la RAE aceptó el término cuarentañero el año pasado). Ese es uno de los titulares que pueden extraerse de los Indicadores Urbanos que publica el Instituto Nacional de Estadística en el marco del proyecto europeo Urban Audit, una compilación que proporciona información sobre las condiciones de vida en las principales ciudades europeas. En el caso de España se incluyen 126.

El dato concreto dice que la edad media de la población en la ciudad es de 43,91 años. Tarragona está por debajo de la media del conjunto de España, que se encuentra en los 45,1.

La cifra es un indicativo de que la población va envejeciendo progresivamente. De hecho, según los mismos datos, el 19,7% de los habitantes de la ciudad tiene más de 65 años. En 2010, fecha en que comenzó el estudio, eran el 14,91%.

Además, aquí la esperanza de vida al nacer es de 82,71 años. La ciudad con mayor esperanza del estudio es Majadahonda (Madrid), con 85,4 años, y la que tiene menos, Ceuta (79,2).

Ángel Belzunegui Eraso, profesor titular de sociología de la URV, a quien pedimos que nos ayude a interpretar los datos, señala que el hecho de tener una población muy envejecida implica que habrá un número importante de la población que necesitará más servicios, en especial sanitarios y sociales, para atender la dependencia.

Hacia la economía de plata

Pero, en opinión de Belzunegui, hay que hacer también otra lectura; la del auge de la ‘economía de plata’ que comienza a despuntar. Se trata, apunta, de una generación de jubilados que va a tener un poder adquisitvo mayor que el de quienes llegaban a la jubilación hace unos años. En muchas casas además habrá dos pensiones porque se jubilarán las mujeres que comenzaron a insertarse en el mercado laboral.

Esta generación, señala, será más dada a consumir cultura, a viajar y hacer actividades que moverán la economía.

Natalidad a la baja

Al envejecimiento de la población hay que sumar el hecho de que la natalidad no ha parado de bajar. El dato más reconocible en este caso es el número medio de hijos por mujer, que en la ciudad se sitúa en 1,28 (1,19 en España). La ciudad más fértil es Melilla y no llega a los dos hijos por mujer (1,77) y la que menos, San Cristóbal de la Laguna (Tenerife), con 0,81. Es de destacar también que Reus se encuentra en el lugar número 13 de las más prolíficas.

En este sentido, Belzunegui recuerda que España está entre los diez países del mundo con menor tasa de natalidad. «Y por eso necesitamos la inmigración... Las mujeres inmigrantes tienen un índice más elevado de natalidad que el nuestro y eso nos permite tener un saldo positivo de crecimiento. Si no tuviéramos inmigración estaríamos decreciendo cada año».

En esto, una vez más, cree que hay varias lecturas posibles: «¿Esto es una tragedia? Depende del punto de vista que tomemos. Si quieres conservar una sociedad homogénea, con rasgos culturales tradicionales, te parecerá mal. En cambio, si piensas que las sociedades del futuro serán mezcladas, mestizas, te parecerá normal o bien... Las dinámicas poblacionales son las que son. En el proceso de globalización no se pueden poner puertas al campo», señala.

En este sentido, habría que destacar que el 21,71% de la población que vive en la ciudad nació en el extranjero (por el 15,87% de la media de España).

Sociedad postindustrial

Otro de los índices que se estudian es la composición de los hogares, y destaca, por ejemplo, como cada vez el tamaño de los hogares se ha ido reduciendo. De hecho, en Tarragona ya en el 29,84% de los hogares vive solo una persona.

En lo que se refiere a la economía y el empleo, un dato a destacar es que en la ciudad la tasa de desempleo el año pasado era del 11%, dos puntos menos que el año anterior.

Llama la atención, eso sí, el hecho de que el 86,62% de la población trabaja en el sector servicios y solo el 5,64% lo hace en la industria. «Esto hay que enmarcarlo en la teoría de las ciudades postindustriales... Esto no es malo ni bueno, solo viene a decir que Tarragona ya ha hecho esa transición de la industria a los servicios... Otro debate es si hay que reindustrializar las ciudades europeas... Ya se nos ha olvidado, pero durante la pandemia nos paralizamos porque no teníamos cerca fábricas de mascarillas», recuerda Belzunegui.

La renta media por habitante en la ciudad es de 13.860 euros (sin tener en cuenta la brecha entre las zonas más prósperas y las más pobres) y se encuentra por encima del promedio estatal (12.269 euros).

También es de destacar el hecho de que el 43,41% de la población de entre 25 y 64 años (40,2% en España) tiene un nivel de estudios que incluye al menos un ciclo de Formación Profesional o un grado universitario.

En este sentido, señala el sociólogo, hay que tener muy en cuenta el papel que ha tenido la Universitat Rovira i Virgili, porque muchas personas no habrían podido acceder a estudios universitarios si no hubieran tenido una universidad local. «El impacto de la universidad ha sido muy potente para transformar el espectro socioeconómico de la ciudad», sentencia.

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