Tarragona celebra el Año Nuevo Chino
La Plaça Corsini, a rebosar de gente, acogió el último acto para celebrar la llegada del Año del Dragón. La comunidad china es la sexta más numerosa en la ciudad
La Plaça Corsini, a rebosar, acogió este sábado la celebración de la llegada del Año Nuevo Chino, el del Dragón. A quien más quien menos, le podía sonar que la fiesta se hacía con retraso (este año la fecha cayó el 10 de febrero), pero tal como explica sonriente Jiaqi Ni, que está cursando su doctorado en la Universitat Rovira i Virgili; en su país las celebraciones del año nuevo no se limitan a un día, sino se extienden durante dos semanas enteras. Así pues, ayer era el último día de fiesta.
Y, tal como manda la costumbre, ayer tocaba realizar la Fiesta de los Faroles; una tradición que se celebra en el decimoquinto día del primer mes de su calendario. En la plaza de hecho, no faltaron los faroles rojos adornando las farolas.
Comunidad joven
Explica Ni que los voluntarios como ella implicados en la fiesta llevan trabajando desde el año pasado. En total han sido 432 personas de diferentes procedencias entre quienes atendían las 15 paradas instaladas en la plaza y quienes participaron en los espectáculos que se desarrollaron durante toda la mañana.
Aunque si algo llamaba la atención era la juventud de los artistas. En el caso de los jóvenes, muchos eran estudiantes universitarios de la URV. En el caso de los más pequeños se trataba de niños nacidos aquí y que acuden a una escuela no solo a aprender el idioma sino también la cultura. Un chico explicaba para él la celebración era una manera de mantener «un vínculo emocional con los míos».
A juzgar por el resultado y la gran participación, la cultura china-tarraconense tiene motivos para sacar pecho. La comunidad china es la sexta comunidad extranjera más numerosa de la ciudad.
En las paraditas que rodeaban la plaza se podía aprender o echar una partida del juego de mesa mahjong (y algún otro menos conocido), o aprender un poco de caligrafía. Y, mientras dos adolescentes se colocaban un traje tradicional para hacerse un selfie; en el puesto de al lado una abuela se afanaba en responder las adivinanzas que colgaban de los faroles. «Esto está muy divertido; piensa un poco más», invitaba a su nieta.
Las familias con niños formaban buena parte del público. Muchas se paraban a hacer manualidades como una pulsera de la suerte, un nudo, o a comprar ‘chuches’ chinas.
Entre los espectáculos hubo desde demostraciones de Kungfú, hasta una muestra de Guzheng (una especie de cítara). Y no faltó, claro, el tradicional dragón.
La fiesta fue organizada por la Associació Xinesa de la Província de Tarragona, el Aula de Xinès de Tarragona, la URV, el Centro de Estudios Hispánicos y la Asociación de Estudiantes e Investigadores Chinos de Tarragona. La concejala de Igualtat, Cecilia Mangini, les dio las gracias, el Subdelegado del Gobierno, Santiago Castellà, habló de la importancia de una comunidad china «presente y potente» y el cónsul chino en Barcelona abogó por una «amistad duradera» y deseó, como no, «salud y fortuna».