Soledad no deseada: «En fiestas piensas más en los que faltan, es inevitable»

El aislamiento social pesa más en Navidad. Así le plantan cara los usuarios del programa ‘Dinem en companya’ en Tarragona

«En fiestas piensas más en los que faltan, es inevitable», cuenta Maria Cinta (78 años), pero enseguida cambia de tema. Está contenta porque acaba de terminar de comprar los regalos de Navidad para la familia y no lo ha hecho sola; la han acompañado las amigas que ahora comparten mesa con ella.

Estamos en la Llar de Gent Gran Centre, a pocos metros del Metropol y del Balcó del Mediterrani, y quienes están sentados a la mesa son los participantes del ‘Dinem en companyia’. Se trata de un programa municipal en el cual el objetivo principal es ofrecer una comida nutritiva y equilibrada pero, sobre todo, conseguir alivio a la soledad no deseada entre las personas mayores.

Hoy toca de primero lentejas guisadas y, de segundo, hamburguesas de pollo con patatas y ensalada y los comensales cuentan que el menú les recuerda a lo que han cocinado toda la vida. Aunque aquí, dicen, la comida es lo de menos si se compara con lo que supone compartir mesa, mantel y confidencias.

Sentada al frente de Maria Cinta está Mercè, de 91, que también vive sola. «Yo cocino, pero cuando haces para una sola te pasas tres días comiendo lo mismo». Cuenta que venir aquí la obliga a arreglarse y salir a la calle. Efectivamente, va combinada al milímetro y peinada de peluquería, como todas las señoras de la mesa.

Pueden parecer detalles menores, pero, como cuentan ellas mismas, el ritual de comer juntas ha implicado un cambio sustancial en sus vidas. Casi todos los días, además, alargan la sobremesa con juegos. Si estuvieran en sus casas, la única alternativa serían la televisión o la tablet.

Las dos pertenecen a un grupo de población cada vez más numeroso, el de los mayores que viven solos. En Tarragona hay 53.550 hogares según el Idescat y en 5.817 de ellos (un 11%) vive sola una persona mayor de 65 años.

En muchos casos, como explican los que comparten sus experiencias en el comedor, los hijos están presentes y, de hecho, la mayoría irá a pasar los días señalados de fiestas con ellos, pero «tienen sus vidas».

Especialmente en el caso de las mujeres se nota el vacío que deja recordar navidades pasadas, cuando tenían casas llenas de gente y ellas eran las encargadas de disponerlo todo para todos.

Pero hoy en compañía hay menos espacio para la nostalgia y, cuando es inevitable, en el comedor al menos pueden compartirla con alguien que les entienda. Es lo que están haciendo Antonio, de 84 y Juan, de 81. Al primero la vida se le quedó en suspense hace cuatro años cuando su mujer, ahora ingresada en una residencia, sufrió un ictus. Al segundo, su mujer se le murió hace trece meses después de una larga enfermedad «todavía hay días en que miro al sillón para hablar con ella y me doy cuenta de que no está». Compartir estos ratos entre amigos, cuenta Antonio, les está salvando «es una bendición de Dios», asegura.

El comedor se ha convertido en una nueva familia (hasta han creado una asociación). Cuando alguien falta siempre hay quien se da cuenta y le llama. Y se celebra todo, Antonio picó aquí su tarta de cumpleaños y hoy, 24 de diciembre, todos los que están en Tarragona se han apuntado a comer. Ya hay quien ha prometido traer la guitarra para cantar villancicos.

Un problema social

Cecilia Mangini, concejala de Serveis Socials y presidenta del Institut Municipal de Serveis Socials, IMSST, reconoce que «la soledad ha dejado de ser un problema particular, una cosa de las familias, para convertirse en un problema social» y, como tal, preocupa a las administraciones.

Se trata de un problema, señala, distinto de los que suelen atender desde Serveis Socials porque no está relacionado con la pobreza o con otras vulnerabilidades. En este comedor, de hecho, los comensales pagan a un precio módico por comida (4,50 euros) pero no es gratuito.

Explican Josep Miquel Beltran, gerente del IMSST y Cèlia López y María Jesús Costa, técnicas coordinadoras del servicio, que con los comedores del ‘Dinem en Companyia’ (hay otro en Sant Salvador y uno en la Part Baixa que comenzó en septiembre de este año) han conseguido llegar a personas que no se veían participando en ninguna de las innumerables actividades que se programan desde Gent Gran Activa, por ejemplo. «A algunas les daba vergüenza, otras no estaban motivadas... Contar con una comida equilibrada sin tener que cocinar ha sido la excusa perfecta», señalan.

Actualmente los tres programas están llenos todos los días y entre octubre del año pasado y el de este año han repartido 12.077 comidas. Para ello han contado con los compañeros ideales, la Fundació Joventut i Vida que, mucho más allá de cocinar, ofrece un ambiente de empatía y conoce las historias de vida de los participantes.

Raquel Fernández, integradora, explica que la posibilidad de ver a los usuarios cada día también es útil para detectar a tiempo si hay cambios que ameriten una intervención. «Se trata de una experiencia de éxito, esto tiene que animarnos a multiplicarlo», resume Beltrán.

No solo afecta a las personas mayores

Según el ‘Barómetro de la soledad no deseada 2024’ de la Fundación ONCE y la Fundación AXA, una persona de cada cinco (20%) sufre soledad no deseada en España. Es algo más frecuente entre mujeres (21,8%) que entre hombres (18%) y afecta especialmente a los jóvenes (34,6% entre los 18 y 24 años)

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