La Víbria custodia los chupetes de los niños valientes

Cientos de niños se atreven a dejar una parte muy querida de su infancia en manos de la bestia que ayer, en vez de fuego, repartió piruletas

Esta tarde la Plaça de les Cols ha acogido uno de esos momentos entrañables de las fiestas. Una vez más la plaza se ha llenado de niños dispuestos a dejar uno de sus más preciados consuelos infantiles, el chupete, en manos de la Víbria.

En algunos casos había habido largas negociaciones para llegar a este día, como cuenta Mireia, que lleva casi dos meses acordando con su hijo Marçal, de dos años, que este sería el día elegido para olvidarse del chupete. Todo un hito en esto de hacerse grande que en el caso del pequeño ha coincidido con el primer año de escuela.

Para otros como Arlet era más fácil porque, como cuenta su madre, Aida, solo lo usaba para dormir, así que últimamente estaba esperando que comenzaran las fiestas para entregarlo.

Aunque no todos estaban tan convencidos. Uno de ellos era Pol, que solo había ido a mirar a ver si se decide el año que viene.

Cuenta Fran Rodríguez, presidente de la Colla de Diables Voramar i Víbria de Tarragona, que la tradición comenzó en 2006, coincidiendo con el nacimiento de la Vibrieta (la réplica en pequeño de la Víbria).

Algunos de los miembros de la colla habían visto actos similares en otras poblaciones y quisieron adaptarlo a su manera. Era, además, una manera de aproximar a la Víbria, que es una bestia de fuego, a los más pequeños.

Y ha surtido efecto, algunos de los niños que dejaron su chupete han pasado por la Vibrieta y ahora forman parte de la colla de los grandes.

La cifra de chupetes que se recogen cada Santa Tecla es variable, pero han llegado hasta los mil. Hay que tener en cuenta, además, que hay quien deja un chupete y quien se atreve a entregarlos todos (sí, los escondidos también). Los padres de estos últimos, los más valientes, reconocían que podían estar a las puertas de una noche toledana.

Un certificado y una piruleta

A los niños que han dejado la ‘pipa’ les han obsequiado con una piruleta y, muy importante, con un certificado firmado por la propia bestia. En él se puede leer: «hoy ha llegado el día de hacerse mayor. Sabemos que el chupete es un amigo inseparable muy importante. Por eso no te puedes despedir de él de cualquier manera, ¿Qué mejor que entregarlo a la Víbria y que luzca colgado en su cola? Así podrás volver a verlo cada Seguici». Efectivamente, en mejores manos (garras) imposible.

La tradición comenzó en 2006, el mismo año que se creó la Vibrieta.

A los niños que dan el chupete les entregan una pirueta y un certificado de la propia Víbria.

Pese a la emoción contenida ha habido algún puchero pero no llantos. Los padres eso sí, están a la expectativa de cómo será la primera noche sin chupete.