Récord de población en Tarragona gracias a la inmigración
Nunca hubo tanta gente. Los extranjeros salvan a la provincia de la crisis demográfica. Compensan el exceso de muertes poscovid y la falta de hijos. La llegada de foráneos se duplica este año, y no solo por Ucrania
Nunca hubo tanta gente. Los extranjeros salvan a la provincia de la crisis demográfica. Compensan el exceso de muertes poscovid y la falta de hijos. La llegada de foráneos se dobla, y no solo por Ucrania
Tarragona bate su récord histórico de población y lo hace gracias a una inmigración que salva a la provincia de su declive demográfico. El censo crece no por nuevos alumbramientos sino porque llega más gente, fundamentalmente de Ucrania, pero también de otros países como Colombia y Marruecos. Tarragona se situó en julio en los 828.800 habitantes, 5.230 más que en enero y 7.400 más que hace un año. Nunca hubo más personas como en este momento.
La cifra de inmigrantes llegados en el primer semestre se ha duplicado respecto a 2021, situándose en 9.531 (por los 4.014 de hace un año). Atrás quedan los anómalos balances de 2021 y 2020, en mínimos por la Covid. Este año no solo se han normalizado esas llegadas sino que han crecido exponencialmente hasta cotas nunca vistas, al menos desde los años de bonanza, al inicio de siglo.
En ese primer semestre se marcharon 4.676, lo que arroja un saldo migratorio positivo de 4.855, igualmente histórico y nunca visto al menos en los últimos 15 años. Todo ello sucede mientras se agrava el saldo vegetativo, fundamentalmente porque los tarraconenses tienen muy pocos hijos. La derivada, iniciada hace años, no hace más que empeorar, también a consecuencia de la pandemia. Ha habido 2.799 nacimientos y 4.001 fallecimientos en Tarragona en los primeros seis meses del año, una diferencia de negativa de 1.202, de forma que sin la inmigración en la ecuación la provincia estaría perdiendo población de forma muy clara.
Un 30% menos de niños
No existe nada parecido a una recuperación poscovid de natalidad: 4.446 nacimientos de enero a septiembre, un 1,4% menos en relación a 2021 y un 18% si se compara con 2016. Se trata de la cifra más baja desde 1999. Cualquier análisis en retrospectiva va en la misma línea. En Tarragona ahora nacen un 30% menos de niños que hace una década y no parece que la dinámica vaya a cambiar a medio plazo, más aún con una inflación desbocada y con incertidumbres en el horizonte.
Tampoco ayuda, en ese invierno demográfico, lo que está ocurriendo con unas defunciones más altas de lo esperado. La monitorización del Instituto de Salud Carlos III indica que en lo que va de año en Tarragona ha habido un exceso de mortalidad del 8%, con 547 decesos más de los estimados. Se trata de un exceso que se reproduce en toda España y aún por explicar. A falta de más datos sobre la causa de las defunciones, hay dos hipótesis: los efectos del intenso calor que ha hecho durante muchos meses y las consecuencias derivadas indirectamente de la Covid y que pueden tener que ver con los infradiagnósticos o con la falta de seguimiento a pacientes crónicos.
Pero más allá de esos datos, los últimos balances del INE muestran a Tarragona como, de nuevo, una provincia de acogida. No se puede hablar de migraciones en este 2022 sin hacerlo de Ucrania. Un 18% del flujo de inmigración procede de ese país en guerra. Son 1.717 personas, una cifra más o menos coincidente con los balances de refugiados que se han ido dando en estos meses. Pero también es muy notoria la llegada de colombianos (1.597), una comunidad con gran arraigo en las comarcas tarraconenses. Lo mismo sucede con los marroquíes, en tercera posición (1.325).
A diferencia de las otras dos naciones, en las que muchos han venido pero pocos han marchado hacia allí, Marruecos tiene una dinámica propia: han venido un gran número de personas pero también han emigrado hacia allí un colectivo notorio, con lo cual el saldo final se reduce. Argentina o Venezuela, otro país desde hace tiempo con severas dificultades, son más lugares en el ranking de flujo migratorio hacia Tarragona.
Isabel Iturrieta, responsable de Cáritas inmigración en Tarragona, asiste a la tendencia: «Estamos viendo muchas llegadas, sobre todo de países de Sudamérica». Luis Suárez, presidente de la Asociación de Residentes Latinoamericanos en Tarragona (Arlet), alerta: «La situación es cada vez más convulsa en países como Ecuador, Perú o Colombia. Son lugares con economías cada vez más empobrecidas, en parte también porque hay una cierta tendencia a regímenes comunistas, similares al chavismo. Muchos deciden irse».
Especialmente conflictivo es el caso de Colombia. «Se están dando situaciones de violencia, de delincuencia, de amenazas. Un 90% de los casos que recibimos piden la protección internacional, aunque a veces no reúnan el perfil, porque tienes que demostrar que has sido perseguido. No solo vale con sufrir delincuencia común. Tenemos casos de alcaldes o policías que no se han querido plegar a la corrupción y han tenido que irse», cuenta Iturrieta desde Cáritas.
Está por ver si la tendencia se consolida. Entre 2009 y 2015, se iba más gente de la que venía. Muchos extranjeros que recalaron en el periodo de bonanza se marcharon a otros países o regresaron al suyo. A eso se sumó la pérdida de talento autóctono que emigró.