Prisas para recoger y vender las algarrobas ante los muchos robos por su elevado precio
La sequía también ha adelantado la cosecha. Los campesinos comparten grupos de WhatsApp para dar la voz de alerta en caso de ver movimientos sospechosos en las fincas
Nerviosismo entre los agricultores por el elevado número de robos de algarrobas que están sufriendo en la campaña de este año. Vigilancia constante y grupos de WhatsApp en los que se va alertando de las personas, los coches y los movimientos sospechosos alrededor de sus tierras. Tal es la preocupación de que les quiten una parte importante de sus ingresos que muchos de ellos, aprovechando que la sequía de este verano ha avanzado la cosecha, se han apresurado a recoger y vender lo antes posible todos sus frutos. Así, si la campaña solía empezar a finales de agosto, este año se ha iniciado la primera semana del mes.
Los hurtos aumentan ya que crecen los precios de las algarrobas. El precio de salida de la temporada pasada fue de 1,40 euros el kilo, llegando semanas después a los 2,20. De hecho, los payeses solían esperar a venderlas cuando el precio aumentara, algo que no están haciendo este año ante el peligro de que se las roben. Esta campaña, el precio de salida ya ha sido de 1,50 euros el kilo, y se encuentra actualmente sobre los 1,60. Aunque es difícil vaticinar hasta donde llegará, el Responsable de Garrofa de Unió de Pagesos, Jordi Castellnou, duda que bajen del 1,40 euros, y piensa que podrían subir más que el año pasado, consiguiendo un precio medio de 1,70 euros el kilo.
«Es complicado saber el número de robos que ha habido estos primeros días, pero es cierto que hay mucho nerviosismo porque estamos detectando un mayor movimiento de coches sospechosos por las fincas en comparación con otras temporadas, señala Castellnou, que vincula directamente este aumento de la actividad delictiva a lo muy bien pagadas que están las algarrobas. Y sobre las prisas para coger y venderlas, sostiene: «Cuanto antes acabemos, antes estaremos tranquilos».
En cuanto a la necesidad de acabar con los robos de algarrobas, Castellnou pide que se controle mucho más toda la trazabilidad del producto, desde que se recoge hasta que se vende al último comprador. El representante del sindicato agrícola asegura que «muchos de estos ladrones llevan las algarrobas a almacenes ilegales, que las compran sin pedir la Declaració Agrícola (DUN) y sin llevar a cabo una correcta trazabilidad, haciendo fraude a la Agencia Tributaria al venderlo en negro».
En este sentido, Castellnou explica que «al inicio de cada campaña nos reunimos Unió de Pagesos con los Mossos d’Esquadra y el Departament d’Agricultura de la Generalitat de Catalunya para prevenir esta actividad delictiva, y celebra que «tanto los Mossos como las policías locales están haciendo un muy buen trabajo en la medida de sus posibilidades, y es de agradecer, pues vienen rápido, hacen mucha vigilancia y también realizan controles en los almacenes». No obstante, lamenta la impunidad de los ladrones: «Si cuando les engancharan les pusieran una multa contundente seguro que no volverían, pero cuando los cogen no les hacen nada y, por lo tanto, vuelven, no tienen nada que perder».
Sobre esto se queja también Xavier Cunillera, que tiene varias fincas con algarrobos en la zona del Tarragonès. Ya le han robado en una ocasión, y lo hubieran hecho en tres más si no fuera porque les pilló in fraganti. La última, este domingo, cuando al verle, además, le amenazaron con abrirle la cabeza. Consciente de la situación, Cunillera va haciendo rondas por sus tierras para controlar que todo está bien y, cuando les encontró esta última vez les cerró el paso del camino con su coche y llamó a los Mossos. Les dejaron ir porque apenas habían cogido 30 kilos, y «solo los pueden detener si el valor de lo robado supera los 400 euros», dice Cunillera, que además comenta que los agentes le reconocieron que a los delincuentes en cuestión «ya les habían arrestado ocho veces».
«Nosotros tenemos alrededor de 1.000 algarrobos, y prácticamente vivo de esto todo el año, es mi principal fuente de ingresos», señala Cunillera, que añade que «estoy tres meses que me vuelvo loco porque nos roban y nos hacen mucho daño». La primera vez, en la que no pilló a los ladrones, se llevaron 400 kilos, lo que al precio actual de la algarroba son más de 600 euros. En la segunda ocasión les enganchó con 300 kilos, «que no tuvieron tiempo a cargar en el coche», y en la tercera igual, pero ya habían recogido también 400 kilos. Según Cunillera, «vienen muy pronto por la mañana y se colocan una linterna frontal para poder ver, y se van antes de que llegue el propietario».
El nerviosismo con el que vive es importante: «Cada mañana desde casa, cuando me levanto, miro las fincas con prismáticos y reviso todas las cámaras que tengo en los terrenos». Y es que ha instalado en cada uno de ellos una pequeña cámara de videovigilancia para tener la matrícula de los vehículos de los ladrones y poder avisar al resto de agricultores, con los que comparte un grupo de WhatsApp para ayudarse y ponerse en alerta mútuamente. Lamentablemente, no sirve para que los Mossos puedan detener a los delincuentes, dice. Además, asegura que prioriza la recogida en aquellas fincas en las que tienen más algarrobas y en las que es más fácil robar.
Por otro lado, Carles Armengol, de la empresa Armengol Hermanos SA, una troceadora ubicada en El Catllar, cuenta que «llevamos unos cuatro años con unos precios muy buenos, y con una tendencia constante al alza». El encarecimiento, dice, se debe a la poca oferta y la mucha demanda, en gran parte, por una menor producción durante algunos años. Esto provoca mucha incertidumbre en Armengol: «No sabemos como acabará, porque las fábricas y empresas que elaboran los productos finales a partir de la algarroba nos trasladan que el precio es exagerado y que están buscando productos substitutos».