Primeros rusos que llegan a la Costa Daurada por temor a ser reclutados para la guerra
Agentes inmobiliarios de Salou explican cómo en las últimas semanas han recalado jóvenes en la costa que huyen del país. Vienen con discreción, a veces en grupo y de forma temporal
«Llegan como lo hacían los ucranianos, son gente joven, hombres de entre 20 y 25 años, a los que les pueden reclutar para ir al ejército. Suelen venir de ciudades grandes, como Moscú o San Petersburgo, porque en las más pequeñas cuesta más salir», admite Alex Kornetsky, responsable de la inmobiliaria Wersal Property, en Salou. Algunos agentes inmobiliarios de la Costa Daurada confirman que están llegando los primeros rusos que deciden escapar del país, en parte para huir de la posibilidad de ser reclutados.
Lo hacen con discreción, procurando no llamar la atención. «Alquilan pisos o apartamentos y suelen ser chicos jóvenes, sin mujeres. A veces vienen cuatro o cinco juntos, en grupitos. Y admiten que vienen para no ir a la guerra. No significa que estén en contra pero si te obligan a ir a la guerra, la gente no quiere, porque tienen sus cosas, su familia, y prefieren irse. Algunos reconocen que vienen por eso», apunta Kornetsky. El teletrabajo desde aquí es una de las alternativas. En algunos casos aprovechan contactos o la segunda residencia. «Vienen hombres de hasta 50 años, que no quieren estar en su país por miedo a que les llamen. Han aguantado estos meses allí pero cuando han dicho que iban a movilizar, se han venido», indica David Janssen, mánager de la inmobiliaria Barnamar en Salou.
De momento no es una diáspora masiva –nada que ver, por supuesto, con los más de 2.000 ucranianos que han llegado a la provincia como refugiados– pero sí un goteo de individuos que, en algunos casos, ya estaban previamente disconformes con la guerra. «Hay algunos que están contra Putin, que te reconocen que no quieren ir a matar a sus hermanos», apunta otra fuente inmobiliaria, cercana a estas llegadas que se han producido en las últimas semanas.
Estas huidas comenzaron en septiembre, cuando el Kremlin impulsó una movilización parcial y adicional para reforzar las tropas en la invasión de Ucrania. Los países más cercanos a Rusia notaron más esas llegadas que también están alcanzando ahora lugares como España, aunque en una menor magnitud. «Algunos se instalan aquí de forma temporal, hasta ver cómo evolucionan las cosas», cuenta otra fuente cercana.
«Sé de al menos dos casos, de familias que tienen aquí la segunda residencia y vienen desde hace más de 15 años pero solo en verano. Ahora ha venido solo el hombre y la familia se ha quedado allí. Lo dejan todo atrás un tiempo», explica un vecino de la Costa Daurada que conoce bien estos perfiles. «También sé que están contra la guerra, no desde ahora, sino desde que comenzó en 2014, porque hemos hablado de ello», apunta. Estos ciudadanos tienen algo más de 40 años y proceden de la zona de Moscú.
Vender o alquilar propiedades
Más allá de eso, la guerra ha puesto patas arriba la estrecha relación de Rusia como mercado en la Costa Daurada. Nueve meses después, siguen las dificultades para gestionar los inmuebles que tienen aquí. «Hay impagos de cuotas de diferente tipo y morosidad, porque no han podido hacer transacciones. En algunos casos ha mejorado la situación, porque han encontrado más facilidad para pagar pero en otros no, y los impagos siguen ahí», explica Fabián Huguet, presidente del Col·legi d’Administradors de Finques de Tarragona.
De ahí que, ya desde los primeros momentos del conflicto, muchos rusos optaran por alquilar o por vender sus propiedades ante la imposibilidad de poder sufragar las cuotas. «Hemos hecho bastantes ventas de propiedades, como casas y apartamentos, en zonas como Salou», indica Alex Kornetsky, que detecta también otra tendencia: «También hay personas que están interesadas en comprar, para obtener por ejemplo la Visa Gold, que es a partir de cuando gastas 500.000 euros. Así te permite estar más tiempo aquí y de una forma legal».
Los dos años de pandemia y prácticamente uno más de invasión han dificultado la llegada de los rusos aquí. «Hemos tenido el caso de una persona que ha podido venir por primera vez desde 2019, tenía gestiones atrasadas, ha podido viajar, ha arreglado las cosas del banco y ha vuelto, porque además cree que a lo mejor le van a llamar para ir a la guerra», reconoce Hanna Kanapliova, responsable de la inmobiliaria Finques Mi Sueño, en Salou. La llegada de perfiles que huyen de un eventual reclutamiento viene a culminar un ejercicio en el que el mercado ruso prácticamente ha desaparecido, impactado por la invasión.
El bloqueo de las tarjetas de crédito y la imposibilidad de realizar transferencias han comprometido la liquidez de esta comunidad. Hay diversidad de opiniones y en general muchas reticencias a mostrarlas, pero se palpa un cierto rechazo a la invasión armada. «Hablamos de gente a la que le ha sentado mal todo esto, clase media-alta que se ha visto muy perjudicada, familias normales, que están a disgusto. En muchos casos son profesionales liberales», añade el agente David Janssen. «Antes no distinguías, atendías por igual a rusos, ucranianos... o a personas de cualquier nacionalidad», indica Kornetsky, que lleva más de 20 años especializado en el mercado inmobiliario ruso.
Sobre el terreno, a veces depende de la entidad financiera que se pueda efectuar una transacción o no, si bien las dificultades son muchas. «Se dan situaciones injustas. Muchos periódicamente envían dinero de allí pero tienen las cuentas bloqueadas y no saben qué hacer, tampoco los bancos clarifican la situación y se ha ido creando una gran incertidumbre», desgrana Janssen.
Despojarse de activos
Algunas de las familias han entrado en deuda y el banco, además, les penaliza con el cobro de comisiones. Todo ello, en general, complica la estancia de estos ciudadanos aquí. Despojarse de sus activos tampoco es sencillo. «Algunos se planteaban vender la propiedad que tienen aquí, porque no pueden pagar los gastos ordinarios, pero ni siquiera eso pueden hacer, si las transacciones están limitadas», apunta Janssen.
Los datos oficiales del balance turístico en Tarragona muestran ese batacazo del mercado turístico ruso, y de Europa del Este, hasta ser prácticamente insignificante. En toda la campaña ha habido 28.000 pernoctaciones de rusos en la Costa Daurada, un 97,7% menos que en 2019, el año previo a la Covid y que sirve de referencia para hacer comparaciones, según los datos del Observatori de Turisme presentados hace unos días por la Federació Empresarial d'Hostaleria i Turisme de la província de Tarragona (FEHT).