Los pisos turísticos se dispararon en Tarragona desde que se abrió la puerta a una moratoria
El Ayuntamiento pasó de 6,6 comunicaciones semanales a 13,3 el pasado mes de junio, cuando por primera vez se ponía encima de la mesa la posibilidad de una regulación
La moratoria de la Generalitat de Catalunya para regular los pisos turísticos ha conseguido cortar de raíz lo que se estaba convirtiendo en un auténtico descontrol en la ciudad de Tarragona. La situación iba in crescendo desde hace algunos meses. Sin embargo, esta descarriló a partir del mes de junio, cuando por primera vez desde el Ayuntamiento de Tarragona se abrió la posibilidad de congelar la concesión de nuevas licencias, a la espera de un plan especial que permitiese regular esta actividad.
Esto comportó que se doblara la cifra de comunicaciones que el Ayuntamiento de Tarragona pasó a recibir, para autorizar nuevas altas. Así, según el departamento de licencias, se pasó de un promedio de 6,6 comunicados semanales a 13,31.
El punto de inflexión coincide con la propuesta que puso encima de la mesa el entonces alcalde de la ciudad, Pau Ricomà, quien recordemos que durante el último tramo de su mandato fue elresponsable en materia de turismo. El republicano ya sabía que no seguiría otros cuatro años en la alcaldía cuando en una entrevista con este rotativo daba a conocer un estudio realizado desde el Patronat Municipal de Turisme –en colaboración el área de Territori y Smhausa– en el que se ponía de manifiesto que en el ámbito de la Part Alta y sus inmediaciones se había superado la cifra de las 600 viviendas de uso turístico, representando más 12% del parque de viviendas. La Móra-Tamarit y en menor medida los Barrios Marítimos eran otras de las dos zonas en las que las viviendas de uso turístico se habían disparado.
«El crecimiento ha sido notable y en el último año más significativo de lo que esperábamos. Tarragona se ha puesto de moda, por lo que debemos estar atentos para que no se nos vaya de las manos», decía el edil republicano.
La ciudad salió relanzada turísticamente desde la pandemia, sin embargo, desde 2018 los vientos ya venían siendo favorables, con cifras de récord. «En el estudio que hicimos en 2021, aún en plena pandemia, ya se veía que habíamos llegado a unos niveles no de saturación, pero sí de intensidad en la oferta», asegura el catedrático de la URV, Antonio Paolo Russo, que se encargó de la redacción del estudio.
Cubrir la escasa oferta hotelera
Russo defiende que a nivel municipal «se cerró los ojos a un problema». Y lo que se vio como la oportunidad para «rehabilitar viviendas vacías», en realidad permitía mostrar una ciudad dinámica, que se había hecho un lugar en el mapa turístico, en un contexto en el que la escasa oferta hotelera supone un límite. «El efecto fue totalmente perverso, porque todas las viviendas que se rehabilitaron se pusieron al mercado de cara a los turistas, no para los residentes», argumenta este catedrático.
446 altas en lo que va de año
Según los últimos datos de la administración catalana, el pasado mes de septiembre Tarragona tenía registrados 2.051 inmuebles con licencia de uso turístico, una cifra que podría ser superior. De hecho, según el registro de licencias del Ayuntamiento, tan solo en lo que va de año se han registrado 446 nuevas comunicaciones.
En la estadística por meses puede comprobarse como este mes de noviembre se registraba un nuevo pico. Coincide en el calendario con la segunda ocasión en pocos meses en la que volvía a aparecer el fantasma de una moratoria. En este caso saltó a partir de la negociación de las ordenanzas fiscales, siendo la redacción de un plan especial una de las condiciones que En Comú Podem puso sine qua non para su ‘sí’ a la aprobación. En paralelo, el Govern salía el pasado día 7 con una nueva regulación, que afecta tanto a los municipios con un mercado del alquiler tenso, como a los que superan la tasa de cinco pisos turísticos por cada cien habitantes, lo que incluye Tarragona. A raíz de esto, desde el pasado día 9 no pueden concederse nuevas licencias.
Para Antonio Paolo Russo esta regulación debe servir para establecer unos límites en los barrios «en los que hay un problema de alquiler, porque estos pisos turísticos tensionan el mercado», lo que hace que «la oferta no sea para los residentes estables sino para los visitantes». Asimismo, defiende que Tarragona está perdiendo «atractivo» como ciudad universitaria. «Antes captaba a muchos estudiantes internacionales, lo que suponía una inyección de aire fresco muy buena para la estructura social de la ciudad, pero ahora están teniendo los mismos problemas que los residentes. Es una paradoja que pongamos el cartel de ciudad universitaria y los estudiantes no encuentren piso porque compiten con los turistas».