Padres e hijos en una película de romanos
Dejando volar la imaginación. La realización de un filme ficticio permitió a los jóvenes conocer la Tarraco romana
El cine permite explorar y conocer distintas facetas y épocas históricas, al igual que el teatro. Si a esto le sumamos un componente de imaginación y diversión, obtenemos lo que se vivió ayer en el Antic Ajuntament de Tarragona: la realización de una película ficticia que hizo que los más pequeños de la familia se divirtieran y conocieran distintos aspectos de la antigua vida de los romanos.
Aunque no solamente fueron los chavales los que se divirtieron, sino también los padres, que miraban alegres a sus hijos mientras realizaban esta obra y que en cierto momento se unieron para actuar en ella.
Las actividades empezaron con un pequeño taller que introdujo a los asistentes en el mundo de la arqueología, aunque de una forma más reducida y divertida.
A través de un pequeño juego que incluía la reconstrucción de antiguas piezas cerámicas de vajilla romanas, los jóvenes tuvieron que descifrar los mensajes y las imágenes grabadas en los objetos, que presentaban figuras y edificios típicos de la arquitectura romana y que dejaron rostros de fascinación en la mayoría de niños y niñas allí presentes.
Tras haber terminado este primer taller, los pequeños se sentaron y se mantuvieron expectantes, esperando las siguientes instrucciones de los monitores del taller.
Aunque al principio se respiraba un ambiente de timidez por parte de los niños a la hora de escoger los personajes que iban a realizar, la actividad siguió su curso y el monitor terminó eligiendo al primer actor. Tras este, el resto de niños y niñas fueron perdiendo la vergüenza y comenzaron a ofrecerse para realizar los papeles de los distintos personajes.
Una vez se distribuyeron los papeles principales, entre los cuales se encontraban personajes como esclavos, ciudadanos ricos y gladiadores, era el turno de repartir los roles detrás de cámara.
Era la hora de que los adultos también colaboraran, y tras unos momentos de risa e indecisión, algunos padres y madres se ofrecieron para entrar en el juego junto a sus hijos y para hacer de camarógrafos, técnicos de luz, narradores o incluso estatuas.
Tras tener a todos los actores vestidos y a todo el equipo de producción preparado, el monitor repasó el guion con los jóvenes, y ya por fin, el momento decisivo había llegado: el «rodaje».
Tras ciertos intentos, los jóvenes realizaron junto a sus padres una escena cotidiana que no quedó libre de risas, y que seguro, recordarán durante mucho tiempo.
«Pretendemos dar vida a nuestro patrimonio y a nuestra historia a través de actividades divertidas», destacó la concejala de Turisme, Montse Adan.