Objetivo: que 1.500 jóvenes de Tarragona no dejen los estudios
El Ayuntamiento de Tarragona está preparando un plan de choque contra el abandono escolar prematuro. En Catalunya el 14,8% de los jóvenes de 18 a 24 años no ha estudiado más allá de la ESO
Los últimos datos señalan que en Catalunya el 14,85% de los jóvenes de 18 a 24 años no tiene un título más allá de la ESO ni está estudiando. En el caso de la ciudad de Tarragona (aunque no hay datos oficiales) ese porcentaje equivale a 1.528 jóvenes.
Rosalina Alcalde, socióloga especializada en desigualdades educativas y directora de la Plataforma Zero Abandonament de la Fundació Jaume Bofill, lo pone en palabras llanas: «Estamos delante de un problemón cuando después de 16 años dentro del sistema educativo los jóvenes dicen ‘ya no quiero seguir’».
Alcalde, quien también fue ‘abandonadora’, estuvo esta semana en Tarragona en el acto de inauguración del curso escolar que organiza el Institut Municipal d’Educació de Tarragona, IMET. Dejó una idea muy clara: no tener estudios postobligatorios es una auténtica catástrofe.
Y lo apoya con algunos datos. Quienes abandonan tienen el doble de paro respecto a los que siguen estudiando, consiguen peores trabajos, están peor pagados y hasta tienen peor salud y menor esperanza de vida. Además, asegura, no es sostenible desde el punto de vista social porque se calcula que cuesta a los estados el 1,1% del PIB.
Anatomía de una desafección
Pero, ¿qué causas hay detrás del abandono? Alcalde señala que está demostrado que lo que más influye son las condiciones sociales de origen.
La cronología comienza desde bien pronto. Los niños que no son escolarizados entre los 0 y 6 años tienen más riesgo de abandono.
Una vez en la escuela, hay más causas sociales. Los centros escolares más segregados, es decir, donde se concentran más alumnos vulnerables, también tienen más abandono. De hecho, recuerda la experta, el 60% del abandono en Catalunya se concentra en una cuarentena institutos.
Luego, si hay problemas académicos y de aprendizaje, el papel de las familias es clave y no todas pueden ayudar, bien porque no tienen el nivel o el tiempo para hacerlo o porque no pueden, por ejemplo, pagar clases particulares.
«Es entonces cuando te va mal y repites curso porque aquí repetimos por encima de la media europea. Esa suele ser la estocada», señala. «Y ya no te digo si sufres bullying, en tu familia hay problemas o tienes una enfermedad».
Según un estudio de la Fundació Bofill del año pasado, el alumnado extranjero abandona 2,5 veces más que sus compañeros nativos. Además, los niveles de abandono alto o muy alto afectan 2,8 veces más a los alumnos con renta baja.
Igual que pasa con otros ámbitos educativos, los chicos tienen más probabilidades de abandonar que las chicas. También advierte el informe que el abandono entre las jóvenes de nacionalidad extranjera (21,5%) es 2,5 veces superior al de sus compañeras nativas (8,9%).
Un plan de choque municipal
Justamente con la intención de atajar un problema que, reconoce, no puede afrontar una sola administración, la concejala de Educació de Tarragona, Isabel Mascaró, explica que el Ayuntamiento está preparando actualmente un plan de choque. «Es una inversión de futuro», dice.
Tarragona, de hecho, es uno de los 19 ayuntamientos que la plataforma Zero Abandonament de la Fundació Bofill está asesorando para elaborar un plan de choque. Una de las claves, destaca Mascaró, es que no solo está involucrada su conselleria, sino otros departamentos municipales como Joventut y Ocupació.
No obstante, no es el primer esfuerzo que hace el Ayuntamiento al respecto. En los tres últimos cursos escolares ha iniciado una colaboración con doce institutos públicos y concertados de la ciudad que pertenecen a algún Pla Educatiu d’Entorn. En estos centros, los alumnos de cuarto de la ESO responden una encuesta y, en función de los resultados, se puede evaluar el riesgo de abandono.
Era una manera de hacer detección precoz, pero se espera que, próximamente, haya datos más precisos ya que el Departament d’Educació de la Generalitat se ha comprometido a compartir con los municipios los datos de los alumnos en riesgo de abandono.
Aunque no hay datos de abandono como tal, es significativo que en la ciudad de Tarragona, según datos del Idescat, solo el 38,3% de los jóvenes entre 18 y 24 años está estudiando.
Acompañamiento crucial
Con la información de las encuestas, pero también con las derivaciones que se hacen desde los propios institutos, el Servei d’Orientació d’Àmbit Comunitari, SOAC, se pone en contacto con los jóvenes y las familias para realizar un acompañamiento personalizado. Al servicio, además, se puede acudir por iniciativa propia. El año pasado atendieron a 150 jóvenes. De ellos, un 80% siguió estudiando.
Alicia García, que se ha ocupado del servicio hasta ahora, explica que una de las principales señales de alarma es el faltar a clase, el absentismo. Además, los chicos que atienden en general tienen unas expectativas sobre sí mismos muy bajas y, además, no saben qué opciones tienen o los trámites a seguir.
Ese es precisamente uno de los esfuerzos que ha hecho el servicio: realizar un mapa de los recursos educativos que hay en la ciudad, una manera de navegar en una información dispersa que no siempre es fácil de entender. «Los chicos se dan cuenta de que tienen menos puertas cerradas de las que pensaban», explica.
Según el caso, se les ofrece un itinerario que incluye desde programas de formación e inserción hasta escuelas de adultos y se les acompaña en el proceso. De esta manera, muchos no solo se reenganchan a los estudios sino que también recuperan su autoestima. Participar de algo, salir de casa, usar un transporte, compartir con otras personas... Es un cambio importante para un joven que está en casa, señala.
García explica que hay que tener en cuenta que se trata de chicos que llevan «una mochila muy pesada» y en muchos casos estudiar es la última de sus preocupaciones. Suelen agradecer mucho el acompañamiento que les hacen.
Próximamente, el equipo contará con un técnico más. Pero García confirma lo que explica Rosalina Alcalde: la desafección por la escuela comienza mucho antes y empezar a intervenir en cuarto de la ESO puede ser tarde, por lo que se debería avanzar a un trabajo que comience en primaria.