Mayores que se organizan para combatir la soledad: «Esto me ha devuelto la vida»
Se han conocido comiendo juntos en el programa municipal ‘Dinem en companyia’ y han decidido pasar a la acción creando su propia asociación. El objetivo es sencillo: conseguir que ninguno vuelva a sentirse aislado
Después de escuchar hablar a todos, una de las mujeres se sincera: «Antes de venir aquí yo era una persona muerta. Solo salía de la casa a la compra y de la compra a casa. Esto me ha cambiado la vida; me ha resucitado... Ahora me arreglo cada día y saco del armario cosas que nunca me había puesto».
La rotundidad de sus palabras deja descolocado al grupo; pero solo dura un segundo, porque la compañera de al lado le aprieta la mano y enseguida comenta entre risas: «Y mírala ahora; si le faltan horas para tanta actividad».
En cada gesto se siente una corriente de empatía poderosa. Estamos ante los miembros de la recién creada Associació de Gent gran Balcó del Mediterrani que ya cuenta con una cuarentena de socios.
La entidad nació en el mismo sitio donde quedamos con una representación del grupo: la Llar de Jubilats Centre. Los miembros se conocieron cuando asistían al proyecto social ‘Dinem en companyia’, que impulsa el Institut Municipal de Serveis Socials de Tarragona (IMSST) y el área de Gent Gran del Ayuntamiento de Tarragona precisamente para combatir la soledad no deseada entre las personas mayores. En este centro el programa lleva un año funcionando y cada día acuden a comer una treintena de personas.
Vínculos y WhatsApp
Joan Maria Mestres, presidente de la recién nacida asociación, explica que en aquellas comidas, más allá de ser usuarios de un servicio, comenzaron a generarse vínculos. Un ejemplo es el grupo de WhatsApp que tienen en conjunto. Cuando alguien falta los demás se interesan por él. También ha servido para dar ánimos si alguien se pone enfermo. «Sientes que importas, que si faltas habrá alguien que se da cuenta y te echa de menos», dice una señora.
Maria Cinta Plana, vicepresidenta de la asociación, explica que muchas personas, al saber que iba al comedor, le afeaban que acudiera «me decían que no lo necesitaba». Recuerda que no se trata de que no tenga para comer, o de que no les guste cocinar (aunque la mayoría reconoce que cocinar para una sola persona apetece menos que para toda una familia), sino de tener compañía. «A mí esto me ahorra el psicólogo; todos necesitamos hablar. Si no te sientas delante de la tele y la tele nos atonta», opina.
Casi todas las participantes son viudas. La mayoría tienen hijos y nietos «y no se trata de que no nos quieran o de que no estén pendientes de nosotros. Ellos tienen su vida y sus trabajos, como tiene que ser. Si hasta hablan diferente de nosotros».
Aquí se habla de todo menos de política. Entre los temas estrella de conversación están los hijos y el coste de la vida. Rosa, otra usuaria y miembro de la asociación relata que «siento que esto lo han hecho expresamente para mí».
El principal objetivo de la asociación es hacer amigos «y ayudar a otras personas». A pesar de su corta andadura, ya han organizado salidas de un día; los jueves tienen baile con música en vivo y preparan charlas con especialistas sobre temas de su interés. Una de las más recientes, por ejemplo ha sido con una psicóloga sobre la importancia decir que ‘no’.