Más de 20 años de lucha para que les urbanizaran la calle. ¡Lo han conseguido!
Torreforta. El Ayuntamiento ha asfaltado el Camí Vell de la Canonja y el Dels Horts, tras una larga reivindicación. De esta manera, han conseguido mejorar la calidad de vida de unos vecinos que se sentían aislados
Teresa ya puede salir de casa y cruzar la calle en silla de ruedas sin que nadie la tenga que ayudar. La pequeña Lucia juega al aire libre sin pelarse, día sí y día también, las rodillas por el mal estado del pavimento. Y, ahora, los perros del vecindario pueden pasearse con sus dueños sin riesgo a que una garrapata les acabe picando. La pesadilla de los vecinos del Camí Vell de la Canonja ha terminado. Más de veinte años ha costado que el Ayuntamiento les urbanizará su calle, ubicada en paralelo a la calle Francolí de Torreforta. La lucha ha valido la pena.
«Empezamos a reivindicarnos en la época de Joan Miquel Nadal. Imaginar si hace años de esto. Ninguno de los gobiernos municipales nos ha hecho caso, hasta día de hoy. Estamos agradecidos», explica Raquel Martínez, una de las vecinas. La situación en el Camí Vell de la Canonja –que muere en el Camí dels Horts–, siempre ha sido compleja. El suelo no estaba asfaltado, los hierbajos y las plagas de insectos se habían adueñado de la zona y la accesibilidad era imposible. Además, la progresiva degradación convirtió el lugar en punto de encuentro de botellones y trapicheos con drogas. La desesperación de los vecinos iba creciendo día tras día. Las visitas al OMAC y al Ayuntamiento no cesaban, pero el esfuerzo era en vano.
Todo cambió hace unos dos años, cuando el concejal de Territori, Xavi Puig, se reunió con los vecinos. In situ, el edil se comprometió a solucionarlo, y 21 meses después, la calle está urbanizada. «Las obras todavía no están recepcionadas, pero la calle está abierta al tráfico y se puede pasear por allí», explica Puig.
Los trabajos han costado 84.000 euros y han consistido en el asfaltaje del Camí Vell de la Canonja y en la urbanización del Camí dels Horts. De esta manera, se ha mejorado la accesibilidad en el punto de conexión con la calle Francolí y se ha instalado más alumbrado. Además, la fisonomía de ambas calles ha cambiado totalmente. Se han construido dos aceras anchas, con la intención de poner punto final a la zona de hierbajos, que se utilizaba para hacer trapicheos en el interior de los coches allí aparcados. Ahora la calle es de un solo sentido, de bajada. «No como antes, que esto era campi qui pugui», dice Martínez.
Teresa Panisello, una vecina que se mueve en silla de ruedas, celebraba ayer la actuación. «Me han habilitado varias rampas y un paso de peatones, que me permite salir de casa y cruzar la calle Francolí sin riesgo de caerme», explicaba la mujer, quien añadía que ya no sentía aislada como has ahora.
Raquel Martínez ha sido la vecina que ha capitaneado la reivindicación en los últimos años. «La intervención del Ayuntamiento nos mejora la calidad de vida. Mi hija, ahora, puede bajar a la calle con sus amigas a jugar. Antes no lo podía hacer porque era muy fácil caerse. El asfaltado estaba lleno de socavones», recuerda Martínez.
La excusa
Los diferentes gobiernos municipales que han pasado por la Plaça de la Font alegaban no poder hacer nada al respeto porque las calles en cuestión no estaban recepcionadas por el Ayuntamiento. De hecho, fueron los mismos vecinos quienes, en su día, colocaron las placas con los nombres de la vía. «Nos daban esta excusa pero nos cobraban religiosamente los impuestos», dice Martínez. Por su lado, Puig reconoce que la solución se ha demorado en el tiempo «porque la administración es lenta», pero asegura que «no entendemos porque no se hizo antes».