Los pobres sufren más el calor: el 44% de hogares de Tarragona no tienen aire acondicionado
Casi la mitad de familias no disponen de sistemas de refrigeración. Influyen los ingresos. La mayor parte de las clases más bajas carecen de ellos
Crecen las madrugadas que no bajan de 20ºC. El Baix Ebre o el Montsià, zonas más golpeadas de la provincia. Solo Prades resiste
La pobreza energética no es solo privarse de la calefacción en invierno. También lo es no acceder a sistemas de refrigeración en pleno verano, cuando la crisis climática está provocando cada vez olas de calor más extremas y duraderas. Las altas temperaturas no dan tregua a las comarcas tarraconenses y no todo el mundo las sobrelleva igual: el 44% de los hogares de la provincia no están equipados con sistemas de refrigeración.
Algo más de 144.000 familias resisten a los estragos de la canícula sin equipamientos para refrescarse. En el otro lado, un total de 181.000 núcleos familiares, el 56% restante, sí tienen este tipo de instalaciones. Otra cosa es que lo utilicen, puesto que el coste de la luz puede frenar su frecuencia de uso. La distribución de estos aparatos para combatir el alza del mercurio no es uniforme. El año de construcción del edificio y las rentas disponibles en cada casa son decisivas, según se extrae de los datos de la Encuesta de Características Esenciales de la Población y las Viviendas del INE.
En los inmuebles edificados a partir de 1990, el 66% sí tienen esa preparación contra el calor. Ese porcentaje desciende al 42% entre los vecinos que residen en casas y pisos anteriores a 1971. Los hogares que datan de entre ese año y 1990 tienen aire u otro sistema en un 56% de casos.
No es confort, es salud
Otro baremo que determina es el nivel de ingresos. En los hogares más pobres, allí donde se ingresan menos de 1.000 euros al mes, el 56% no tienen la casa acondicionada para soportar temperaturas extremas. La diferencia es palmaria en los perfiles que perciben más de 3.000 euros: solo un 29% no tienen refrigeración, por lo que siete de cada diez, una gran mayoría, sí disfrutan de ella.
Refrescarse en el propio hogar para combatir los agobios del termómetro no es solo una cuestión de confort, sino de salud. Varios estudios publicados en los últimos meses ligan el calor con un incremento de la mortalidad, un tema que se ha convertido incluso en una cuestión de sanidad pública.
Un informe del Departament de Salut ha arrojado luz sobre el desconcertante exceso de mortalidad que se vivió durante el pasado verano. El trabajo, llamado ‘L’excés de mortalitat a Catalunya’, apunta con mucha claridad hacia un factor decisivo: la crisis climática, concretada en las inusuales olas de calor vividas, está detrás de ese aumento de los fallecimientos.
Mayores y patologías crónicas
«Las olas de calor mantenida, acompañadas de otros factores como la contaminación, la sequía y el polen, afectaron al estado de salud de la población, especialmente de las personas más mayores, con patologías crónicas y en una situación social vulnerable».
Que las personas con menos recursos padecen más el calor no es una percepción popular. La investigación añade que «las mujeres, por su estructura por edades más envejecida y por el nivel socioeconómico más bajo, han sufrido más los efectos de las olas de calor sobre la salud». El propio Departament reconoce el peso de la dimensión social, ya que influyen aspectos como «un menor acceso a ventajas como el aire acondicionado y otras medidas para apaciguar los efectos».
197 fallecidos en Tarragona
Aquel exceso de mortalidad que este verano, eso sí, no están observando los indicadores ha sido estudiado con más detalle y quizás necesita aún más investigación. Salut apunta «al incremento de las desigualdades a raíz de la crisis energética y de la pandemia» como factores que «deberían estudiarse con más profundidad como posibles explicaciones al exceso de mortalidad observado».
Un análisis reciente del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), publicado en la revista Nature Medicine, estima que entre el 30 de mayo y el 4 de septiembre del año pasado se produjeron 61.672 muertes achacables al calor, 11.324 de ellas en España. También se cuantificó el dato por provincias. En Tarragona, en ese intervalo, se registraron 197 muertes atribuibles al calor.
Este estudio también da la voz de alarma y advierte que probablemente no estemos preparados para temperaturas tan altas ni tan sostenidas en el tiempo: «El ritmo de calentamiento observado durante la última década enfatiza la urgente necesidad de revaluar y fortalecer las estrategias de adaptación». De no hacerlo así la mortalidad asociada al calentamiento puede subir: «En ausencia de una mayor adaptación al calor del verano, esperaríamos un rápido aumento de las cifras de mortalidad relacionadas con el calor del verano sin precedentes en los próximos años».
Más allá de ese estudio, algunos expertos señalan que la influencia del calor como desencadenante letal será cada vez mayor, aunque quizás solo un factor más. Así lo indica Pau Miret, sociólogo y profesor en la UOC: «Las olas de calor son cada año peores. También hay que tener en cuenta que vivir a más de 30 grados durante cuatro meses tiene una repercusión, y más en una población envejecida. El calor agrava problemas de base respiratorios o cardiacos».
Tener aire acondicionado en el hogar dejará de ser un lujo para convertirse en algo indispensable, igual que los refugios climáticos en las ciudades. De ahí que el estudio de ISGlobal dé un toque de atención: «La alta mortalidad relacionada con el calor que experimentó Europa durante el verano de 2022 exige que los gobiernos nacionales y las agencias relevantes en la Unión Europea y los niveles continentales aumenten la ambición y la eficacia de los planes de prevención y adaptación al calor con urgencia».
Aliados contra el mercurio
La refrigeración se convierte, pues, en un aliado para las olas de calor y, a su vez, en un atractivo desde el punto de vista habitacional. Un reciente informe del portal inmobiliario Idealista certifica que exactamente el 50% de las viviendas de Tarragona tienen aire. La proporción se asemeja a la aproximación que hace el INE.
El dato que ofrece el portal ha ido creciendo. Hace un año, el porcentaje tarraconense era menor: 44%. En 2018 solo un 42% de casas tenían algún sistema.
En el global de España el dato es más bajo que en la provincia. Solo el 38% de inmuebles lo tienen, con diferencias territoriales muy notorias. El 72% de hogares de la provincia de Córdoba gozan de este sistema. En Soria, solo el 1%. El sur de España o el arco mediterráneo suelen disponer de ratios mayores de esta climatización, frente a las ciudades del norte.
Idealista reconoce que «resulta significativo que los parques de viviendas en venta y alquiler tengan tasas de aire acondicionado diferentes». El portal ofrece una respuesta: «La explicación más probable a esta diferencia es que los inquilinos valoran el aire como un extra, mientras que a la hora de comprar una vivienda no resulta tan crítico, ya que su instalación es económica en relación con el coste de adquisición».
En Tarragona capital, el 54% de las viviendas en alquiler tienen aire mientras que en caso de las que están en venta el porcentaje desciende ligeramente, al 49%.
Ocho de cada diez noches en Tarragona son tropicales
El 75% de las noches de este verano en Tarragona capital, casi ocho de cada diez, han sido tropicales, esto es, la temperatura nocturna ha sido igual o superior a 20ºC en la estación del Complex Educatiu. Este estudio recoge los días en los que se ha superado este umbral del 1 de junio al 1 de agosto, dos meses, en los 42 puntos de la Xema (Xarxa d’estacions Meteorològiques Automàtiques). En algunos lugares del Baix Ebre o del Montsià (Els Alfacs, con 49 noches de 60, se lleva la palma) es donde se acumula más récord de canícula de noche. Esos 45 días registrados en TGN superan los 35 de 2022.
Estas noches tropicales son cada vez más habituales. «De media ahora tenemos en Tarragona unas 35 noches tropicales más que a mediados del siglo XX», relata Javier Sigró, profesor e investigador del Center for Climate Change (C3) de la URV.
Solo Prades, con su microclima en lo alto del Baix Camp, se escapa: no ha registrado ni una noche tropical este verano.